MENOS MAL
Menos mal que no soy estudiante y que no se acercan los exámenes. Porque suspendería hasta el recreo. Que barbaridad, que manera de cambiar de rumbo.
Zirbêth, enredada.
"Para sobrevivir, hace falta contar historias"
Menos mal que no soy estudiante y que no se acercan los exámenes. Porque suspendería hasta el recreo. Que barbaridad, que manera de cambiar de rumbo.
Say your prayers little one
don't forget, my son
to include everyone.
Tuck you in,
warm within,
keep you free from sin,
till the sandman he comes.
Sleep with one eye open,
gripping your pillow tight.
Exit light,
enter night,
take my hand,
off to never never land.
Something's wrong,
shut the light,
heavy thoughts tonight
and they aren't of snow white.
Dreams of war,
dreams of liars,
dreams of dragon's fire
and of things that will bite.
Sleep with one eye open,
gripping your pillow tight.
Exit light,
enter night,
take my hand,
off to never never land.
Now I lay me down to sleep,
Now I lay me down to sleep,
pray the lord my soul to keep,
pray the lord my soul to keep,
if I die before I wake,
if I die before I wake,
pray the lord my soul to take,
pray the lord my soul to take.
Hush little baby, don't say a word,
and never mind that noise you heard,
it's just the beast under your bed,
in your closet, in your head.
Exit light,
enter night,
grain of sand.
Exit light,
enter night,
take my hand,
we're off to never never land.
Cuando se hagan unas salchichas para embadurnar con mostaza, traten de usar las dos manos a la hora de cortarlas y, a ser posible, un cuchillo en condiciones. De no hacerlo así, es más que probable que les ocurra lo que a mí hace unos minutos.
Uno de los síntomas de que me estoy enamorando de verdad de la buena, es que empiezo a padecer del síndorme del vestidor. El amor me hace querer regalar ropa y ver a mi... (¿y ahora cómo lo llamo? ¿pareja?, naaaaaa, tengo la vena gamberra subida) a mi amorcito bien guapo, respetando, eso sí, su estilo.
Y mañana a las diez de la mañana, un chico guapo viene a despertarme. Otro chico.
Existen. Yo los he vivido, varias afortunadas veces (al menos, al principio). Pero no me estoy refiriendo al amor o, al menos, no al amor de pareja. Me refiero a la amistad.
Desde que vivo en Madrid, me he tropezado, literalmente, con varios personajes conocidos del mundo del cine, la televisión y hoy de... Pero no, este último tropezón lo cuento al final.
Uno de los inconvenientes de trabajar en una tienda, es que el Anibal Lecter del marketing te tiene al alcance de su mano. La máxima del psicópata caníbal en la peli, esa que le dice como pista a Clarice para descubrir quién es en realidad Búfalo Bill, es muy cierta: "deseamos lo que vemos". Así de sencillo. Los centros comerciales son el establo donde los becerros consumidores entramos casi apenas escuchamos la voz del pastor, es decir, del especialista de marketing.
Cuando le conté a mi psicóloga lo del masaje y la llamada, me dio una colleja. Metafóricamente hablando, se entiende. Me regañó por ser una tonta confiada. Me vino a decir que mejor pecar de desconfiada y disculparme llegado el caso, que creerme lo que me dicen sin más. Medida de precaución, simplemente. El tradicional "piensa mal y acertarás", al que siempre me he resistido a recurrir, porque "las apariencias engañan".
Sí. Ese es uno de los atractivos del Otoño. Junto con la entrada del frío y las noches más largas (para compartir bajo las sábanas, si se es afortunado), me abraza cierta irracionalidad instintiva que el resto del año rara vez consigue seducirme. Es la estación del dejarse llevar, del no analizarlo todo tan exahustivamente y de besar por el deseo de besar, sin ir más allá.
Cuando esta mañana descubrí inoportunamente que el rollo de papel higiénico estaba mojado, decidí someterlo a un experimento de ciencias absurdas. Podríamos titularlo del siguiente modo: "Microondas y combustión rápida: teoría y práctica del incendio casero". Por ejemplo, vamos.
Digooo, de ellos. Porque, desgraciadamente, tengo un defecto que, el día que sea maestra, va a ser un problema si no logro controlarlo: la gente obtusa me pone muy nerviosa.
Entre las buenas costumbres que he ido dejando abandonadas por el camino, se encuentra la de llevar un cuadernillo de notas sobre aquello que he de hacer o conseguir, o comprar o lo que sea. Ese cuadernillo me ayudaba a organizarme mucho mejor y a evitar lamentos y golpes de pecho. Parece que, en vez de volverme más responsable con los años, en algunos aspectos voy para atrás como los cangrejos (siberianos, jajaja).
Me duelen los pies, y no puedo evitar soñar con que me dan un masaje relajante y placentero..., pero no va a ser posible. Aunque dispusiese de algún voluntario para darme ese masaje, resulta que mis consiquillas incontenibles impedirían cualquier tipo de acercamiento terapéutico a la planta de mis pies. Es sólo insinuarlo y ya me da la risa. Una de esas risas asfixiantes, que me dejan completamente indefensa, aunque no exenta de riesgos para quien trata de hacérmelas. En el paroxismo de las carcajadas, mis piernas se desatan y pueden llegar a hacer muuuucha pupa. Tengo varios amigos damnificados que pueden dar buen testimonio de las consecuencias de "buscarme las cosquillas"
Que algún día, en un futuro no muy lejano, dejarán de pasarme estas cosas: llegar, abrir el correo, y leer un mensaje en la lista donde es tan palpable el hecho de que signifiqué una mierda para él y esa ... en cambio significa tanto. Llegará un día en que pase lo que pase, esté quien esté delante y lea lo que lea, no me asaltará un latigazo de bilis y odio cuando menos me lo espere.
Así, como si fueran toros. Eso es lo que he dormido hoy. Podrían haber sido más, seguro, porque me moría del sueño. Razón: un mano a mano de recuperar horas desveladas con los efectos tumbadores secundarios de los antibióticos. Creo que necesito un reconstituyente. Eso, y un novio cocinillas como el de mi madre, que me adore, me de orgasmos múltiples y me cocine a las mil maravillas. Porque estoy muy perezosa, de verdad, muchísimo. Y la cocina de mierda (no me refiero sólo a roña, conste, sino al estado de destroce generalizado) que hay en esta casa, que le quita las ganas al más avezado. Bueno, a la medio avizada que firma debajo, que sé de gente que ha cocinado sin problemas en ellas.
Mañana termino el curso de formación. Por la mañana firmo el contrato, así que el examen no sé cómo lo van a corregir a tiempo, porque es por la tarde... Seguro que es otra vacilada del profesor. ¡Qué tío más serio, moño! Eso de vacilarnos sin esbozar pista alguna al respecto, cuando viene de un superior que "tiene" tu futuro en sus manos, descoloca mogollón. Me siento tentada a decirle, a las claras, que sus vaciles me intimidan. Seguro que eso acababa con el efecto intimidador, pero igual terminaba también con mis posibilidades de trabajar en El Corte de Mangas, como lo llama Magu.
Cuando el profesor nos hizo una lista de las diferentes causas para llamar a seguridad y cómo hacerlo, nos dio cinco claves. Pero, más tarde, nos preguntó si sabíamos cuándo dar la sexta clave. Se hizo un silencio molesto y, breves segundos después, nos dijo que la sexta clave era para homicidio. Caras de sorpresa, murmullos dubitativos. Yo no dije nada, pero me pasó una pregunta por la cabeza: digo yo que podremos avisar mientras la cosa sea sólo una agresión, ¿no? ¿O hay que esperar a que esté muerto y bien muerto?
Últimamente he oído y leído muchas palabras, calificativos, aplicados a mi persona, generalmente fruto de lecturas de mi blog o de conversaciones en el msn. Algunos de ellos son:
"Eran conquistadores, y eso lo único que requiere es fuerza bruta, nada de lo que pueda uno vanagloriarse cuando se posee, ya que la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros. Se apoderaban de todo lo que podían. Aquello era verdadero robo con violencia, asesinato con agravantes en gran escala, y los hombres hacían aquello ciegamente, como es natural entre quienes se debaten en la oscuridad. La conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más chatas que las nuestras, no es nada agradable cuando se observa con atención. Lo único que la redime es la idea. Una idea que la respalda: no un pretexto sentimental, sino una idea; y una creencia generosa en esa idea, en algo que se puede enarbolar, ante lo que uno puede postrarse y ofrecerse en sacrificio..." (Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, traducción de Sergio Pitol, Ed. Orbis, 1986).
Lo siento, pero no estoy nada inspirada. Es otoño en Madrid. Sólo me apetece salir y conocer gente.
Pues sí, un poco. Los sueños (o pesadillas, según toque), los recuerdos, las horas sola en casa por estar malita... Saber que el musical saldrá elegido entre las actividades para la mereth. Lo empezó cuando estábamos juntos y cantaba "Si fuera a dejarte..." abrazado a mí tras hacer el amor. Y va a ser duro. Muy duro.
Desde lo más profundo de mi corazón, de verdad os lo digo: jamás, jamás, jamás estornudéis cuando tengáis anginas. ¡Es dolorosísimo!
Cualquiera que haya buscado trabajo alguna vez en los periódicos se puede haber encontrado alguna vez con anuncios de este tipo.
"Se busca secretaria de dirección titulada, hablando inglés, francés y alemán, con 3 años mínimo de experiencia, menor de 21 años, 1'75 de estatura, no más de 60 kilos de peso, rubia y de ojos azules. Interesadas...".
El año pasado por estas fechas estaba a punto de entrar en una fase de lecturas enriquecedoras encadenadas, de un constante darle vueltas al coco sobre cosas tales como la ética o la filosofía. Tal vez buscaba un alto refugio para mis más que vulgares males. No sé si voy a entrar en una fase lectora similar ahora, pero al menos no estoy en una fase de males, aunque tampoco se pueda decir que mi vida no sea vulgar. A punto de volver a trabajar en una tienda (me apetece estar con gente), sin pareja ni nadie realmente que me interese, sin superar aún lo que se inició por estas fechas hará más o menos un año.
Mi mami, que de temas de la Seguridad Social sabe un rato, me contó ayer camino del médico un par de cosas de lo más interesantes.
Porque la mitad del otro nombre que me dijo la médico me resulta impronunciable: admigdalitis estrepto... causada por estreptococos, vamos. Se me ha llenado el labio de pupas por la fiebre y tanta medicina me tiene el estómago algo revolucionado. A base de potitos, sopas, zumos y leche, porque las cosas más sólidas me hacen pupa al pasar. Muchas gracias a los que me animais, a los que habéis venido a verme y a los que os habéis ofrecido a hacerlo. De verdad.
Lamento no estar escribiendo mucho. Este finde ha sido de lo más movidito, pero es que ahora estoy con una gripe-faringitis que me ha tenido 17 horas con una fiebre tremenda y con escalofríos, en la cama, ya sudando, ya helada. Volveré en unos días. Ahora, me vuelvo a la cama. Hasta luego.
Sí. A veces, después de cagarla contundentemente, nuestros esfuerzos por arreglar el desaguisado muchas veces no son más que parches. Aunque, si el sentimiento es sincero, ya vale algo, ¿no?
Ahora mismo me estoy leyendo Mr. Vértigo, del autor que considero mi descubrimiento particular en lo que va de año: Paul Auster. La novela, que aún no he terminado, trata sobre un niño de nueve años a quien un extraó maestro encuentra y se lleva con él, sacándolo de una familia y una vida mezquinas, para llevarle a convertirse en el gran prodigio de su tiempo.Walt tiene un raro don que el maestro ha descubierto en él y con su ayuda conseguirá desarrollarlo, hacer fortuna y crecer y tener una vida más allá de lo que jamás imagino. Pero la parte fantasiosa del libro no es más que la guinda del pastel: la historia de este niños y los seres que le rodean a principios del sglo XX; historias de soledades, de extrañezas, de amor y desamor, de maduración, de pérdida. Yo no soy crítica literaria, ni mucho menos, así que, si queréis saber de verdad qué tal está el libro, mejor será que lo leais. Yo, os dejo esta cita, aunque seguro que hay muchos pasajes mejores.Aún no lo he terminado.
"Nuestra despensa estaba llena nuevamente y ya no nos levantábamos de la mesa ansiando más, ya no nos quejábamos de nuestras sonoras tripas. Se podría haber pensado que este cambio de situación le habría ganado nuestra imperecedera gratitud, pero la verdad fue que nos acostumbramos rápidamente a darlo por sentado. Al cabo de diez días nos parecía perfectamente normal comer bien, y al final del mes nos resultaba difícil recordar los días en que no había sido así. Eso es lo que ocurre con la necesidad. Mientras te falta algo, lo ansías sin cesar. Si pudiera tener eso, te dices a ti mismo, todos mis problemas se resolverían. Pero una vez que lo consigues, una vez que te ponen en las manos el objeto de tus deseos, empieza a perder su encanto. Otras necesidades se afirman, otros deseos se hacen sentir, y poco a poco descubres que estás de nuevo en el punto de partida. Así ocurrió con mis lecciones de lectura; así ocurrió con la recién encontrada abundancia que abarrotaba los armarios de la cocina. Yo había pensado que esas cosas supondrían una diferencia, pero al final no eran más que sombras, anhelos sustiturios de lo único que realmente deseaba, que era precisamente lo que no podía tener. Necesitaba que el maestro me amara de nuevo. A eso se reducía la historia de aquellos meses. Ansiaba el afecto del maestro, y ninguna cantidad de comida iba a satisfacerme nunca." (Paul Auster, Mr. Vértigo, Ed. Anagrama 1995.)
Uno de mis hamsters ha amanecido con la jaula como si huiese llovido, empapada y oliendo a demonios o, lo que es lo mismo, a serrín mojado. Estaba tembloroso y helado, mojadito entero. La he secado (es hembra) y he limpiado la jaula. Le he puesto un trozo de tela calentita que sobró de la falda que me hice el otro día y la he puesto donde le alcance un poco el sol, para que se seque antes. Pero se ha escondido debajo de la rueda, ha apartado el serrín y se ha quedado allí, temblorosa y haciendo un ruidito inquietante al respirar. Me mira con los ojitos medio cerrados. Creo que se va a morir.
Los que me conocen saben que hay una frase que digo al menos cinco veces al día y, por fin, voy a poder decirla sin que me lleven la contraria: ¡No quiero ir al cole! Ayer empecé con las clases de inglés y hoy empezaré con las de francés. Me va a encantar, estoy convencida, pero lo que ya no me va a gustar tanto va a ser lo de tener que ir y venir casi todos los días de Aranjuez. Se me acabó el tiempo libre, el poder pasarme horas frente al ordenador, o leyendo y escribiendo, o cosiendo. Sí, para coser no me va a quedar tiempo, ya vereis. Snif. Sob. Buaaaaa.
No sé si será cosa de lo idiotizante que está la tele, de lo mal que anda el sistema educativo, de que los padres cada vez pasan menos tiempo con los hijos, pero cada vez cuesta más hacerse entender.
Estabamos caminando por la Plaza de Albert Einstein casi llegando a la calle Pedro Antonio de Alarcón. Entonces, nos cruzamos con alguien a quien conocía y se puso a saludarla. Mientras él hablaba, ella me miró de abajo a arriba,empezando por los zapatos y acabando al llegar a mis ojos. ël no me la presentó, cosa que del macho ibérico no me sorprende en absoluto, por lamentable que eso suene. Su mirada me recorrió lentamente tomando nota hasta del más insignificante de los detalles, mientras en su boca se iba dibujando un rictus de desprecio y superioridad. Así que, cuando por fin me llegó a los ojos, la miré fríamente y le dije "Si quieres, me bajo los pantalones para que puedas verme la marca de las bragas".
A partir de mañana, si todo sale bien, estaré recibiendo clases de francés e inglés. Las de francés son ya seguras, las de inglés están por confirmar. Va a ser la mueeeerte, decía, porque son en Aranjuez. La semana que trabaje en turno de mañana, será salir del curro y corriendo al bus para Aranjuez, a tutur, que diría Tirwen. Creo que, con eso, voy a tener más que suficiente por este año-curso. Dos horas de francés lunes y miércoles, y dos de inglés martes y jueves. Si a eso le añadimos la preparación de la mereth, que me veo pringando de secretaria en el smial, que pretendo tener algo de vida social y que quiero poder coser algo, de vez en cuando, creo que mi vida va a estar hipotecada para los restos. Miedo me da. Ahora mismo me siento llena de energía, pero la experiencia me dice que esa energía puede irse en un momento dado a la mierda sin demasiados miramientos. Trataré de comer mejor y tal...
Natalia era su ex de aquel momento. Yo no la conocía, no estaba en nuestro círculo de amigos. No traté de ponerme en contacto con ella, pero tampoco tenía manera, la verdad. Aunque supongo que hubiese podido hacerlo. Lo que de ella sabía, lo sabía a través de él. Ella, al parecer, era de las mías. Es decir, que tenía algún problema de ansiedad o depresión, no sé. Meses antes, ella le había dejado a él, pero con la esperanza de que él le esperase: ella quería ponerse bien para poder tratarle como se merecía.
Me gustó desde la primera vez que le vi. Durante meses, me dije a mí misma que era un criajo, que no me interesaba, que seguramente era sólo atracción física. Sin embargo, cuando finalmente la evidencia me hizo abandonar la resistencia, lo primero que hice fue descartar que hubiese alguien más. Los indicios me hicieron pensar que al menos podía haber dos chicas en las que él estuviese interesado o que estuviesen interesadas en él. Así que, antes de dar ningún paso (salvo soltarle vaciladas constantemente, aunque eso lo hago con mucha gente, la verdad), hablé con las candidatas que pensaba que estaban interesadas en él. Una me dijo claramente que no, y la otra resultó ser una ex de mucho tiempo antes y me aclaró que no, que aquello era agua pasada.
Es una frase que se repite con bastante constancia a mi alrededor en los últimos tiempos: "a Menganito o a Fulanito le falta un hervor".
Después de meses evitándola (a ella y a él), de no dirigirle jamás la palabra, de no mirarla a la cara, de irme si ella (o él, o ambos, lo más normal) aparecían en una reunión... ¿de verdad le sorprende que le diga que no se acerque a mí? Hay que ser [escriba aquí el calificativo despectivo de su elección aludiendo a su intelgencia] para no haber captado que NO QUIERO QUE SE ACERQUE A MÍ. Así que no sé a que viene tanta sorpresa. Eso de venir a darme dos besos estaba totalmente fuera de lugar.