ACLARACIÓN
Lo de la venganza, es una especie de broma con alguien. De esas cosas que sólo esa persona entenderá.
Y creedme cuando os digo que mi venganza será dulce, pero no sólo para mí.
Zirbêth, supervillana.
"Para sobrevivir, hace falta contar historias"
Lo de la venganza, es una especie de broma con alguien. De esas cosas que sólo esa persona entenderá.
Ya era de imaginar que este trabajo no iba a ser el trabajo de mí vida. Pero lo cierto es que esperaba que fuese el de una buena temporada. Tranquilos, que no me han despedido. Es sólo que, desgraciadamente, en lo que yo pensaba que era una manzana de la que estar una temporada alimentándome, hay un enorme y horrible gusano medrando a costa de acosar y amedrentar a los demás.
Dicen que la venganza es plato que ha de servirse frío. Pero siempre me han gustado los menús calientes, sea la estación que sea. Así que, en breve, perpetraré una terrible y meditada venganza... si puedo.
¿Sabes eso que se siente cuando esperas con mucha ilusión algo, y los días pasan y estás que das (ridículos) saltitos de felicidad... y entonces algo pasa y se fastidia?
Soy lo peor. Y lo peor de efectos retardados....
Sí, un buen masaje. Que se centre en la espalda, a la altura del pecho, sobre todo en el lado derecho. Y las piernas, especialmente los gemelos. Los pies los dejamos, que tengo demasiadas cosquillas.
O, lo que es lo mismo, los tejemanejes de mi jefa para controlar el cotarro como buena tirana que es.
No sé qué me pasa hoy. Me he aburrido en el curro como una ostra. Estoy pluf, todo lo contario que estos días, que estaba como unas castañuelas. Igual no es más que agotamiento, así que mejor no darle importancia. O igual es ese síndrome que rara vez me afecta pero perfectamente conocido y ampliamente padecido por la población currante: el lunes.
Miles de hormigas me recorren la piel, y algunas se han interado por el cuerpo. Me hacen cosquillas, muchas cosquillas. No sé si se van a quedar o sólo están de excursión.
Más sencillo, seguro, que lo de conseguir que mi cuarto se pueda considerar un lugar ordenado y habitable, y que el recolocar la ropa de verano y guardar la de invierno no se covierta en una Odysea con cíclopes, dioses y demás criaturas sobrenaturales malencaradas.
Adivinad quién cumple hoy dos añitos.
Con nueve años estuve en un campamento de verano en Doñana. Fueron quince días increibles que, no sé qué les costarían a mis padres, pero para mí no tienen precio. Aquel campamento tuvo mil aventuras y mil lugares mágicos, pero de algún modo lo que a mí más me impactó fue el camino a la playa y la playa misma.
No recuerdo cuanto hace que me la leí, pero fijo que era bastante jovenzuela. Me gusto, por supuesto, muchísimo. Y el otro día me hice con ella por un precio alrededor de cuatro euros más barato de lo que suele encontrarse, y sin estar demasiado deteriorada.
"Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente el por qué. Otras se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.
La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros.
Quien no haya pasado munca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...
Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...
Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecía vacía y sin sentido...
Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastian hizo entonces."
(La historia interminable, Michael Ende, Ediciones Alfaguara, 1982.)
- Hola, buenas noches.
"El Ártico pierde 300.000 kilómetros cuadrados de hielo en sólo un año. Un estudio por satélite calcula que en 2070 no habrá cubierta sólida flotante en verano."Hoy, en El País.
La frase "de ilusión también se vive", a mi entender, se queda corta. No es que se viva de ilusiones, es que se vive por ellas. Nos hace ilusión tener unos estudios, un trabajo, una casa, un grupo de teatro, una escafandra, un...
Pues sí. Mi dormitorio me la ha vuelto a jugar. Se ha zampado alegremente el libro que me estoy leyendo, León el africano. Y como no sé vivir sin leer, he tenido que buscar algo de picoteo. Primero han caído unos comics generosamente patrocinados por G. Y esta mañana, en mi desesperación, he agarrado Desesperación, de Vladimir Nabokov. Permitidme que os torture un poquito y me ría un mucho.
"Mi padre era un alemán de habla rusa, y nació en Reval, donde fue alumno de un famoso colegio agrícola. Mi madre, rusa pura, procedía de una antigua familia principesca. Los días calurosos del verano, lánguida dama envuelta en seda lila, solía tenderse en su mecedora, abanicándose, mordisqueando chocolate, corridos todos los visillos que, impulsados por el viento llegado de algún campo recién segado, se hinchaban como rojas velas.
Durante la guerra, fui internado como súbdito alemán... Negra suerte, la verdad, teniendo en cuenta que acababa de ingresar en la Universidad de San Pertersburgo. Desde finales de 1914 hasta mediados de 1919 leí exactamente mil dieciocho libros... llevé la cuenta. De camino hacia Alemania me quedé colgado durante tres meses en Moscú, y allí me casé. Desde 1920 he vivido en Berlín. El 9 de mayo de 1930, cumplidos ya los treinta y cinco...
Una leve disgresión: este detalle sobre mi madre ha sido una mentira deliberada. En realidad era una mujer del pueblo, sencilla y tosca, sórdidamente vestida con un blusón que le colgaba suelto por encima de las carderas. Hubiese podido, desde luego, tacharla, pero la dejo ahí aposta, como muestra de uno de los rasgos esenciales de mi carácter: mi garbosa e inspirada tendencia a mentir."
"Un listo letón al que conocí el año 1919 en Moscú me dijo un día que las nubes de tristeza reflexiva que me asaltaban ocasional e inmotivadamente eran señal segura de que terminaría mis días en un manicomio. Exageraba, por supuesto; durante este último año he puesto plenamente a prueba la notable capacidad de claridad y coherencia mostradas por la mampostería lógica en la que se recreaba mi mente, tan desarrolladísima pero también tan absolutamente normal. Las travesuras de la intuición, de la visión o inspiración artísticas, y demás cosas maravillosas que le han prestado a mi vida toda su belleza, quizá le parezcan al profano el prólogo de una leve chifladura. Pero que no se preocupe el lector; mi salud es perfecta, mi cuerpo está limpio tanto por dentro como por fuera, mi paso sigue siendo ligero; no bebo ni fumo en exceso, ni vivo amotinadamente."
"Desesperación es como el resto de mis libros, no brinda comentario social alguno, ni trae entre los dientes ningún mensaje. No eleva el órgano espiritual de los hombres, ni le señala a la humanidad cuál es la salida más apropiada. Contiene muchas menos "ideas" que esas suculentas y vulgares novelas que tan histéricamente suelen ser aclamadas en el breve paseo que separa la pura propaganda del abucheo. El objeto de atractivas formas o el sueño Wiener-schnitzel que algún vehemente freudiano quizá crea distinguir en los remotos rincones de mis yermos resultará, inspeccionado desde más cerca, un burlón espejismo organizado por mis agentes."
(Desesperación, Vladimir Nabokov, Anagrama 1989)
Esta mañana me levanté fatal. Dormí muy poco y con unas pesadillas tremendas. Luego, este maldito calor (sí, sí, sí, hace calor, ¡qué mierdaaa!) todo el día, incluso en la oficina pese al aire acondicionado. Sentía una especie de escalofríos en los dientes, sensación que identifico generalmente con la fiebre y que, ahora mismo, también noto. Sudor y escalofríos, menudo chollo...
Mi química cerebral, en su línea de tendencias desastrosas, está como cocktelera en manos de un barman algo chapuzas. Me imagino la típica red eletrobiológica de cables y gelatina de película de ciencia ficción de bajo presupuesto, acompañada de ciertos efectos especiales hechos con un Pentium I, donde chispitas y lucecitas se reconcentran en una zona, mientras una música de de pretensiones misteriosas suena en un mal reproductor de cinta magnetofónica.
No puede ser, no es justo. Es demasiado pronto, aún no ha pasado ni un año. Me merezco algo más de tiempo antes de que todo vuelva a empezar y me quede atrapada de nuevo en esa vorágine imparable de noches sin dormir, de agotamiento constante, de sinsentido inexplicable. Necesito al menos unas pocas semanas de tranquilidad, de poder sentarme y pensar sin que se me bloquee el cerebro y ya no pueda decidir sin sentir que todo es un suplicio. Necesito respirar tranquila aún algo de tiempo, sin miedo a las noches interminables de insomnio, de dar vueltas en la cama, de levantarme desesperada, sin encontrar reposo en la noche para esos largos dias de inclemencia y desesperación...
Me piden en el trabajo que diga ya cuando tengo pensado cogerme las vacaciones, para organizar las fechas y tal. La cosa es que tanto julio como agosto son fechas imposibles, porque ya están más que cogidas. Me deja eso un margen complicado. Creo que no debo cogérmelas en junio, primero porque aún estoy en fase de aprendizaje, y segundo porque preferiría esparar a estar algo cansada para que, al irme de vacaciones, me de esa sensación de gustirrinín vacacional que todos conocemos.
Echo de menos muchas cosas.
Cita especial para numenoreanos obsesivos.
"Demasiadas veces oigo en los funerales a creyentes, hombres y mujeres, maldecir de la muerte. Sin embargo, la muerte es un regalo del Altísimo y no se puede maldecir lo que viene de él. ¿Os parece una provocación la palabra "regalo"? Es, sin embargo, la exacta verdad. Si la muerte no fuera inevitable, el hombre habría perdido su vida entera evitándola. No habría arriesgado, ni intentado, ni emprendido, ni inventado, ni construído nada. La vida hubiera sido una perpetua convalecencia. Sí, hermanos, demos gracias a Dios por habernos dado el regalo de la muerte para que la vida tenga un sentido; la noche, para que el día tenga un sentido; el silencio, para que la palabra tenga un sentido; la enfermedad para que la salud tenga un sentido; la guerra, para que la paz tenga un sentido. Agradezcámosle que nos haya dado el cansancio y las penas, para que el descanso y las alegrías tengan un sentido. Démosle gracias."
(León el africano, Amin Maalouf, Alianza Editorial, 1988.)
Merith, EstelCones, roles en vivo. ¡Aaaah, qué maravilla! Viajar con la imaginación, dar vida a los sueños y vestirse de esas personas que siempre soñamos ser. Días de ensueño y magia que nos dejan en extasis e inadaptación durante días. Siempre soñando con la siguiente ocasión, siempre pidiendo más a aquellos que de algún modo se sacrifican por regalarnos esos momentos tan especiales...
No me puedo creer que yo no haya hablado de algo así aún... ¿O sí lo he hecho? Bueno, a lo que iba.
Es toda una experiencia.
Hoy caminaba a la salida del trabajo con S., mi compañera. Ella habla muchísimo, muy rápido, y a veces demasiado bajito para esta "abuela" medio sorda y despistada. El tráfico, encima, dificulta que la escuche bien. Por cierto, que sospecho que en parte mi mal oído se debe a que hablo con gente bastante más bajita y el sonido no me llega.
No te precipites.
A veces, la vagancia me supera y me quedo en casa pasando de casi todo. Ayer mismo, sin ir más lejos, y como me sentía regular a causa de un resfriado de esos mitad fiebre y mocos, mitad agotamiento, me pasé la tarde viendo capítulos de series inquietantes, en la camita, mientras mis pies recuperaban un volumen más cercano al real.
Es más de la una cuando por fin descruzo las piernas, empujo la silla y me levanto. Ha sido extraño esto de llegar a casa con el firme (fálsamente firme) propósito de disfrutar de un rato de bici y cine, y soledad, soledad, para acabar hablando horas y horas.
Anoche abandoné Naia. Aún no he vuelto del todo, pero eso es algo a lo que una acaba acostumbrándose. Es muy difícil la adaptación tras el salto espacio temporal. Algo así como lo que les ocurre a los que se sumergen a grandes profundidades. Necesitan un periodo de adaptación en cámaras especiales. El choque con la realidad es bastante arduo de llevar. Primero, porque a uno le duele todo el cuerpo, sobre todo los pies. Segundo, porque de algún modo el cerebro ha olvidado muchas de las cosas que parecía saber, dominar, tener automatizadas. Ya he hablado de esto antes.