sábado, septiembre 30, 2006

POCO A POCO

Viendo la cantidad de cajas que estoy amontonando con mis cosas, a uno le resulta difícil imaginar cómo fui capaz de meter tanto trasto en mi habitacióm.

Pero es injusto llamar trastos a buena parte de ellos. Son libros, montones de libros, y telas, montones de telas. Luego, podemos encontrar ropa, entre la que constan los innumerables calcetines que dan nombre al blog. Así que, lo que se dice trastos, en realidad, no son tantos. Si acaso, un par de cajas medianas. Y pensad que llevo ya treinta cajas, la mayoría de tamaño muy manejable para no herniarse cargando libros, de las cuales ya hay veinte en el trastero que me he agenciado. Más que trastos, pues, lo que acumulo es saber, es decir, eso que se supone que no ocupa lugar. Ya.

Rodeándome, principalmente, caos, mucho caos. Desorden que desordena y desencaja mandíbulas y sentido de la estética. Pero, en fin, sólo será por unos días. Por lo menos, ya casi tengo ordenador. Y digo casi porque no le funcionan los dispositivos de sonido, y ya he comprobado que los altavoves funcionan. En fin, el lunes me lo arreglan, espero.

En cuanto a escribir... Bueno, no estoy muy inspirada. Ya volverán los buenos tiempos.

Zirbêth.

jueves, septiembre 14, 2006

LIBROS

Si pasar diez horas y media al borde de una piscina poco poblada tiene alguna ventaja, esa ventaja es que puedes leer mucho. También, claro está, nadar y pasarte el caluroso verano en pelotas, cuando la mayor parte de la gente se asa por esas calles de pegajoso alquitrán y yermos cemento y hormigón.

Bueno, ahora que os he dado un poco de envidia, a lo que iba. Pese a que buena parte del verano lo he pasado en una casi absoluta nulidad mental, gracias a un hada madrina y a los antidepresivos las últimas semanas han ido mejorando y, amen de sentirme mucho mejor, he leído, devorado, una buena cantidad de libros, y algunos de excelente calidad.

De todos ellos, que podréis conocer si vais a la sección de libros leídos, quizás el que más me ha impresionado sea Las partículas elementales, de Michel Houellebecq. Mientras lo leía, pensaba constantemente en recomendárselo a varios de mis amigos, especialmente a los físicos, pero luego pensé que quizás para ellos sea demasiado pronto. Y no quiero que les pase a ellos lo que a mí me pasó con La insoportable levedad del ser. Cada libro tiene un momento ideal para ser leído (al menos), y no sé si para ellos es el momento. Pero es sobervio. Crudo, preciso, te hace mirar de frente, aunque no quieras, muchas de las características menos agradables del siglo en que vivimos. Una maravilla.

Y luego, he descubierto a un escritor cuya pluma me ha llegado al alma. O debería decir que me han descubierto, pues seguí el consejo de Lector ileso: Julian Barnes. Es de esos escritores que al leerlo no dejas de pensar "qué cabrón", mientras la envidia te tiñe el rostro de verde intenso. A ver si consigo leerme el resto de su obra, poco a poco, como quien paladea un vino de gran añada y dificilísimo de encontrar. Curiosamente, Julian Barnes reseñaba el anterior libro que os comentaba y, claro, viniendo de él la recomendación, no había riesgo a equivocarse.

Por último, aparte de saldar una deuda literaria leyéndome un par de cosillas de Truman Capote y La conjura de los necios, de todo lo leído destacaré el ensayo de Peter Kramer Contra la depresión. Aunque mi nueva terapeuta no comulgue con lo que plantea, a mí me ha llamado mucho la atención y me ha servido para entender muchas cosas. Es una posibilidad, según ella, pero a mí me ha puesto al día sobre los últimos descubrimientos en neurología relacionados con la depresión. Yo lo recomiendo.

Y, bueno, lo único malo es que las veces que me apeteció poneros algún párrafo, pues no pudo ser porque no tenía conexión a Internet, ni tiempo, como ya os dije.

Zirbêth.

ESTADOS MENTALES

Y es que no sé exactamente qué decir. Tras más de dos años de exhibicionismo emocional (qué exagerada soy), la verdad es que me siento de un volcado hacia dentro que no me reconozco. No se me ocurre nada que contar que quiera contar realmente.

De modo que, así, en general, el verano ha ido bien... salvo la parte que fue mal, que fue horrorosa. Pero ha acabado bien... salvo porque se ha acabado, claro está, y con él las cosas que iban bien porque estaban casi todas relacionadas con el trabajo en la piscina. Eran mi necesitada rutina y ahora que ya no la tengo...

En fin.

Ahora.

Ahora, de nuevo montones de cambios. Buscar nuevo trabajo, cambio de casa, cambio de color de pelo (a muchísimo mejor, un rubio cobrizo clarito que me sienta divino), en resumen, cambio de vida. Eso sí, de hombre no cambio.

Y, hablando de cambios, hay algo que tengo que cambiar lo antes posible: mi estado mental.

Así, en pocas palabras, es de confusión y una especie de desidia-barra-escudo-barra-soledad buscada. La soledad, de momento, me la voy a quedar. La confusión, en cambio, a ver si me deshago de ella de una vez. En fin, todo a su tiempo.

Para quien pueda estar interesado, mi habitación en el talan quedará libre para primeros del mes que viene: ya sabéis, ambiente friki, céntrico, cerca del metro, para no fumadores o fumadores que se vayan a fumar a la calle porque no lo necesitan demasiado... Razón, aquí.

Y, bueno, este post se acabó ya. Lo demás, para otros mejores.

Zirbêth.

miércoles, septiembre 06, 2006

EN BREVE

Pues, la verdad, cuando dije que no podría escribir en un tiempo, no pensé que fuese TANTO tiempo. Pero mi cierre por necesidad se unió a un cambio de servidor y tardaron como un mes en ponernos la conexión, los muy...

De todos modos, sigo sin tiempo, así que aún tardaré un poco en poder escribir. Pero volveré en unos días. ¿Cuántos? No lo sé. Dependerá de dos cosas: cuándo cierren las piscinas finalmente y cuándo me devuelvan el ordenador, que lo voy a llevar dentro de un rato al "médico", que está malito.

Hasta pronto.

Zirbêth.