viernes, septiembre 26, 2008

PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en XL-Semanal.

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros.
Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.

No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.

De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Ed ucación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos» .
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.
Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.
Pásalo merece la pena que tenga la máxima difusión.

Los políticos deberían comprometerse en sus programas electorales a llevar a sus hijos a un colegio público.

martes, septiembre 16, 2008

NO ESCRIBO NADA

De verdad, llevo meses sin escribir nada de lo que me sienta mínimamente orgullosa. Y es así porque, aparte de los amagos de escritura en el blog, no escribo nada. Tengo en la recámara varias ideas que algún día debería ponerme a escribir. Además, ¿como usas lo de que se te da bien escribir cuando conoces a un chico para ligar, si la verdad es que llevas meses sin escribir nada? Cargo de conciencia me da, oye.

Pero es que no tengo ganaaaas. Me jode sobremanera admitirlo, pero la felicidad es nefasta para mi proceso escritor. Ni siquiera estar ligeramente soliviantada porque he conocido a alguien que me gusta me hace derramar ríos de letras. Es que ni in triste arroyuelo, vamos.

Me apetece jugar al WoW con mi compi de piso, ir a la ofi y trabajar y reirme con mis compañeros. Me lo paso pipa aprendiendo contabilidad. Ver pelis en las que salga Inglaterra, eso hago. Soñar con que he encontrado eso que busco. Disfrutar del día a día. Y enfadarme. ¡Me he enfadado! Llevaba meses sin enfadarme por algo cono lo de hoy: no me han querido vender la antibaby en una farmacia porque no tenía receta. La primera vez en la vida que me pasa. Les ha faltado darme aspirinas y recomendarme que las sujetase entre las rodillas, vamos. ¿Cómo no voy a echar de menos Inglaterra, si te daban gratis la antibaby?

Disfrutar de estos primeros amagos de frío, de la reconfortante sensación de una ducha caliente, de taparme con la manta y notar como el calor va aumentando bajo ella. Y ahora voy a abandonaros por una vulgar serie de televisión. ¡Me siento absurdamente superficial!

Zirbêth.

ES CIERTO

El listón está tan alto, que ni saltando llego para bajarlo.

Zirbêth.

domingo, septiembre 14, 2008

FLUIR

El verano se muere, y yo me pongo mi mejor y más rojo vestido para celebrarlo. Mi gata tiene ya ocho meses y no tiene celo. He cogido mis últimos cinco días de vacaciones para ver si consigo solucionar ciertos asuntos que me estresan y aburren a partes iguales. Son las doce menos cuarto, llevo hora y media levantada y aún no he desayunado.

Leo en el periódico la enésima fatua columna distrosionando todo lo relacionado con la crisis económica. Pienso, para mí y ahora para vosotros, que crisis es para los currantes de a pie el sistema capitalista salvaje con que vivimos, en el que no contamos sino como la mercancía más barata y menos a tener en cuenta. Que aún no entiendo porque la gente sigue pensando que los inmigrantes tienen la culpa de que no haya trabajo, cuando la culpa es de lo que están arriba, pensando únicamente en cómo enriqucerse más y más hasta la nausea, sin que importe nada ni nadie más que eso. También es culpa, claro está, de los de en medio, los gobernantes, que se dejan arrastrar por esa marea, cuando no lo reman brioosamente con ella y llenándose el bolsillo a la medida de su ambición, desmesurada también aunque con menos posibles.

Pero sobre todo me llena de estupor la ignorancia generalizada y la víscera desatada de quienes se creen a pies juntillas y atacan a los que piensan a la izquierda que nosotros somos los culpables y que nos está bien empleado y que ya vendrá la Falange al rescate. Alucino porque no me puedo creer que su memoria sea tan corta que ni diez años o menos abarque, y olviden tan alegremente que quienes abrieron la puerta a la inkigración sin control y se saltaron y se pasaron por el forro las leyes de trabajo y la propia Constitución fueron los gobernantes de derechas, que siguiéndole el juego a los que realmente mandan en este país, las mafias ilegales y pseudolegales de las grandes fortunas. Ellos son los que permitieron y fomentaron la destrucción del empleo de calidad, ese que buscamos los trabajadores que queremos sueldos que nos permitan algo más que comer sin tener que endeudarnos y esclavizarnos.

No se trata de que no se permita la inmigración. Se trata de asegurar a los trabajadores, vengan de donde vengan, que sus trabajos van a pagarse justamente, que no se les va a explotar y que no se va a permitir que los empresarios, para conseguir más beneficios, nos devuelban a los trabajadores al estado anterior a las luchas sindicales de primeros de siglo.

En fin, así nos va. Es mucho más fácil culpar al inmigrante y pedir que les echen, que luchar mínimamente por nuestros derechos. Quejarse y quejarse, eso es lo que hace el español, y cabrearse visceralmente. Pero todo en su sofá. De utilizar los medios sociales que poseemos para la lucha nada. ¿Huelga general? ¿Dónde se ha visto eso? No aquí, últimamente al menos.

En fin, me aburre ya este tema. Y, como decía, aún no he desayunado.

Zirbêth.

martes, septiembre 09, 2008

DESPERTAR MÁS TONTO...

Hoy me he despertado llorando. Sí, sí, como lo leéis: llorando. Hacía un viaje en el tiempo al pasado (por supuesto, no un pasado de verdad, sino uno muy rarito, él), apareciendo en los cincuenta, pero que tal vez eran los veinte. Un cosa muy rara. Y aunque era consciente de estar soñando, también ha sido muy vívido y angustioso.

Era una mezcla de Estados Unidos en la parte de ambientación personal, pero las calles eran claramente españolas. ¿Cómo si no iba a haber en los cincuenta una China Town en La Latina? Y, encima, vendiendo en moneda china. Porque en este extraño pasado, China era la dominante y en España sólo se podía pagar con renminbis y yuanes (lo he tenido que mirar en la Wikipedia).

Ha sido angustioso por la sensación de ser mal visto en tu propio país, no sólo por no ser chino, sino por ser mujer. Es posible que, además, ese odio se debiese al hecho de que era pobre, y no tanto a mi condición de occidental. La violencia estaba presente todo el tiempo, como parte de la atmósfera a respirar, pero especialmente sentía una enorme opresión hacia las mujeres, un machismo brutal y sin paliativos. Y el dinero con el que viajábamos al pasado era español, pesetas de las antiguas, y no nos servían más que en el mercadio negro. Pasábamos hambre y mucho miedo. Entre los viajeros temporales, además, no todos veníamos del mismo momento histórico. Aún recuerdo la cara de alucine de un matrimonio mayor al que le decía que venía del 2008: ellos huían del siglo XVIII.

Sin embargo, lo que me ha hecho despertar llorando ha sido el encontrarme con un montón de gatitos hambrientos y no poder comprarles comida. Todos llorando, todos subiendo a mi regazo, fámelicos y ansiosos. Y yo no podía darles de comer...

Me he despertado llorando, con lagrimones y gimiendo de angustia. Angustia que aún me dura...

Zirbêth, de morros con Morfeo, y sin que su gata la deje achucharla para reconfortarse.

sábado, septiembre 06, 2008

BUENO, OS LO CONTARÉ

Hace ya más de un mes, dejé la medicación. Mi psicóloga ya me había dicho, allá por febrero, que debía plantearme dejarla, porque estaba curada y tenía que volver a vivir sin muletas químicas (seguro que ella lo dijo de un modo mucho más suave y correcto). Pero entonces fue cuando todo el follón de los malos rollos en el curro, la decisión de irme, el nuevo trabajo, etc. Decidí que no era el momento.

En julio, me decidí. O, mejor dicho, un buen día me di cuenta de que se me habí olvidado tomarme la medicación desde hacía como cinco o seis días. Aproveché lo ocurrido y ya no volví a tomar nada más.

Por supuesto, ese no es el modo en que ha de dejarse una medicación. Lo correcto es ir al médico, que te diga como ir y controle el progreso. Por eso, tuve unos vértigos y mareos de lo más graciosos, amén de otros "efectos secundarios" que mejor no comparto con vosotros.

Pasados ya casi dos meses, lo que noto es que vuelvo a sentir más intensamente. Lo que ocurre a mi alrededor me afecta más. Me pongo más nerviosa con según que cosas. Tengo que hacer un esfuerzo para ser consciente y tomar el control de esos vaivenes emocionales que, sin ser prwocupantes, sí que noto diferentes. Este es el momento en que podré demostrarme a mí misma que, de verdad, tengo el control. Es el momento de manejar las situaciones de estrés emocional, y no que ellas me manejen a mí. De momento, voy bien.

La contrapartida, la parte positiva, es que ahora disfruto mucho más de ciertas cosas. ¿Qué cosas? Eso, queridos, me lo guardo para mí.

Zirbêth, "solita".

CON GANAS

Cada mañana entre semana, me levanto y voy al trabajo, tenga ganas o no. A eso de las tres de la tarde, como lo que tenga para comer, con ganas o sin ellas. Voy a comprar, estudio, trabajo, ando, etc., todo con ganas o sin ellas. Escribir, me váis a permitir que lo haga sólo cuando tenga ganas de verdad.

La mayor parte de las cosas que hacemos en la vida las hacemos sin plantearnos siquiera si tenemos ganas de hacerlas. Ya he abogado aquí, no sé si en más de una ocasión, que para hacer ciertas cosas lo mejor es hacerlas sin preguntarnos de verdad si queremos hacerlas. Porque, a ver, ¿quién fregaría el baño porque tiene ganas de hacerlo? ¿Quién limpiaría la cocina, plancharía el traje del lunes, haría la comida, iría a la compra, etc., si dependiese de si tiene o no ganas?

Pues eso.

Sin embargo, escribir, y me refiero a escribir sin que te paguen por ello, es de esas cosas que uno ha de hacer porque tiene ganas. Como mucho, si uno está dudoso puede plantearse ponerse a escribir algo y, si ve que no saca placer de ello, dejarlo para más tarde, cuando de verdad vaya a disfrutar con el sonido golpeteante de las teclas o el casi inexistente de la tinta al derramarse. Escribir por escribir, es tontería.

Porque creo fervientemente en el sanador efecto de hacer todo lo que hacemos con placer, pero hay ciertas cosas que, por ser ellas mismas placenteras, no se deben forzar, a riesgo de cargarnos su potencial placentero.

No se trata de hacer sólo las cosas que nos producen placer, sino de hacer con placer todas las cosas. No sé cómo he conseguido hacerlo, llegar a consolidar ese modo de actuar es mérito de mi psicóloga en un mano a mano con mi voluntad quebrada e inconsciente. Pero es la mejor manera de vivir que jamás he conocido. ¿Me tachan de loca porque voy a la oficina y paso el día con una sonrisa en los labios y siempre estoy sonriente y feliz? Déjenme con mi feliz locura, que no les envidio yo nada su sombría cordura.

Eso sí, escribir escribiré cuando de verdad tenga ganas.

Zirbêth.