Si no juegas a rol, a lo mejor te cuesta pillar lo que sigue.
¿Alguna vez os habéis topado en vuestra vida de roleros con que el master se ha traído a su novia a jugar? ¿Sí? ¿Y estaban en esa fase empalagosa que nos deja a todos con necesidad de insulina o, lo que es peor, con una envidia para la que hay mala cura o ninguna? Sabéis a lo que me refiero, ¿verdad? ¿Cómo? ¿Tú no te has topado jamás con la parejita feliz formada por un master y su novia? Pues déjame ilustrarte.
Cualquiera que haya jugado lo suficiente a rol sabe que hay una fase, al principio, en que a todos nos gustaría llevar el personaje perfecto que sale con bien de todas las situaciones. El megaguerrero indestrutible que revienta a todos los adversarios; el mago archipoderoso que domina todos los hechizos y es reverenciado y temido; la sacerdotisa superbuennorra de la muerte que seduce a todos a la vez que tiene a los dioses comiendo de su mano... Pero pronto aprendemos que la gracia no está en ser invencible, sino en ser un tipo con tus defectos, tus debilidades y, aún así, conseguir salir airoso... o no, pero morir más o menos dignamente.*
Tu grupo de roleo, que si todo va bien madura más o menos a la par (y quien no, sale del grupo, que ya estamos hartos de tu perfección, capullo engreído... ejem, cof, cof), en un momento dado alcanza esa envidiable situación en la que la compenetración, la interpretación y el amor al roleo de verdad os unen como ninguna novia/o lo ha logrado nunca por cojonudo que el sexo fuese con ella/él. Vivís en el paraiso del roleo, y vuestro master, que con paciencia y sabiduría logró conduciros por el arduo camino de a la perfección, es vuestro maestro y mentor, ese ser supremo que secretamente adoráis y descaradamente necesitáis en vuestra vida más que el comer, que el aire, que...
Hasta que, un mal día, vuestro master se echa novia. "¡Nonnonono!", pénsais, mientras os mordéis las uñas cada vez que pospone unaquedada porque queda con la novia. Una guarrada, porque un personaje es prescindible, pero sin master no se puede jugar de ninguna manera. De todos modos, no decís nada, porque él os aguantó en su momento las ausencias por novias, y él es tu amigo. Tu mejor amigo, seguramente. No, es tu master, y eso es algo que sabes que ni un mejor amigo supera.
Así que al principio te aguantas, le echas paciencia y pones buena cara. Pero según el mono rolero se apodera de ti, cada vez va costando más no echarle en cara que os haya abandonado por "esa", que probablemente, encima, acabará dejándole, rompiéndole el corazón o, lo que es peor, poniéndole entre la espada y la pared con la tan temida frase "¡O el rol, o yo!".** Es inevitable: tarde o temprano, alguno cederá a sus bajos impulsos y le recriminará su absentismo y deserción.
Todos sabemos que acciones como esa siempre, siempre se pagan con sangre, sudor y lágrimas. Incluso aunque el master recobre el buen juicio y deje de posponer o cancelar las partidas, tarde o temprano lamentaremos haber abierto la boca. Porque ante la encrucijada, puede llegar a ocurrir que el master busque una solución salomónica y... se traiga a la novia a la partida.
Zirbêth, continuará.
*Muerte digna, en rol, no es necesariamente una muerte honorable, gloriosa, meritoria. Es aquella que te da una estupendísima anécdota que todos recordarán por los siglos de los siglos.
**La mayoría, afortunadamente, escogen el rol, WUAH WUAH WUAH.