viernes, octubre 31, 2008

DERECHO A LA DEBILIDAD

En terapia, mi psicóloga me dijo que uno de mis principales problemas era la autoexigencia. No la que te dice, “venga, diez largos más”, ni la que te ayuda a aprobar un examen o a terminar de limpiar la nevera. No la autoexigencia que es reflejo de la voluntad de llevar a cabo proyectos y alcanzar metas. Esa es la autoexigencia buena.

Pero el reverso tenebroso de la autoexigencia está al acecho, y puede hacerse fácilmente con el control de tu mente y llevarte al lado oscuro... Es decir, que como con todo, hay niveles. Si trazásemos un segmento en el que su mitad indicase la normalidad y los extremos positivo y negativo niveles patológicos, podríamos situar en el centro la autoexigencia que nos acerca a nuestros objetivos, en el extremo negativo la absoluta falta de disciplina y exigencia que nos convierte en nulidades incapaces de el más mínimo esfuerzo de voluntad y rendidos eternos, y en el otro extremo la autoexigencia sin límites que nos lleva a no estar nunca satisfechos con nda de lo que hacemos, para la que cualquier pequeño fallo o muestra de debilidad es fuente de una frustración y castigo que ni Guantánamo.

Esa autoexigencia es la que muchas veces, cuando tenemos un mal día, pero malo malo, no nos permitimos el derecho a tomarnos el tiempo para recuperarnos. Ya sea por enfermedad física, mental, dolor de la pérdida de un ser querido, lo que sea, nos negamos el derecho a ser débiles, a admitir siquiera la posibilidad de serlo y, sobre todo, a tomas las medidas adecuadas para superar ese mal trago.

Y es un error, un enorme error, prohibirnos ser débiles. Prohibirnos el derecho a ser vulnerables, a fallar, a no llegar. Nos convertimos en una triste hoja a la deriva de los sentimientos de frustración. Y la incapacidad de manejar los sentimientos de frustración nos hacen, a su vez, terriblemente vulnerables: ante nosotros mismos, porque no seremos capaces de aceptarnos como somos ni perdonarnos los fracasos; ante los demás, que podrán utilizar de manera desaprensiva ese talón de Aquiles para manipularnos y empeorar aún más la situación, seguramente beneficiándose de ello.

Yoda, mi amado Yoda, se equivocaba al decir aquello de “Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.”, pues el ser humano está diseñado para aprender a base de cometer errores. Si desde el primer momento nos negamos la posibilidad de intentar hacer algo sin tener la certeza de lograrlo a la primera, nos estamos negando avanzar. No lograr las cosas a la primera no significa no conseguirlo finalmente. La motivación es fundamental, y no hay mayor asesino de la motivación de la autoexigencia desmedida. Porque, ¿quién va a estar nunca a la altura de semejantes expectativas?

De este modo, si alguna vez ves que no puedes con el día que te ha tocado vivir. Si te puede la tristeza, el desánimo, la amargura, está muy bien que trates de combatirla. Pero no olvides nunca que, a veces, una retirada a tiempo es una victoria. Permitirnos momentos de debilidad es parte de la estrategia para ganar las batallas de la vida.

Zirbêth.

martes, octubre 28, 2008

COCHINADA VENGATIVA

A veces, un amigo se viene a nadar conmigo. Pero la semana pasada no estuvo presente el día que que la zorra me montó el pollo. Cuando le vi el lunes, calentando antes de nadar, le conté lo que había pasado, y él flipó. Esta contándoselo precisamente cuando la tipeja pasó mirándome con cara de asco, así que casi ni hizo falta que le dijese quien era.

Este finde estuve reflexionando, y decidí pasarme al callejón de los rápidos. Intento no molestar mucho, cedo el paso siempre que es necesario, pero lo cierto es que, en definitiva, nado más agusto. Nadie me hace esperar casi parada, la gente es amable siempre, hay tíos buenos...

El caso es que este amigo sí se quedó en la calle de nado intermedio, y aunque a veces coincidimos en descansos entre series, pues la verdad es que prácticamente sólo nos hacíamos burlas al cruzarnos, poniéndonos caras. Como de costumbre, él se salió un poco antes, aunque debo decir que apenas cinco minutos, porque este lunes estaba moribunda, y ni idea de porque. Así que en diez minutos estábamos ya los dos en la calle, con el estómago rabiando de hambre y las rodillas temblorosas.

Así que, medio desfallecidos y cogidos del brazo, nos dirigimos a la estación de Recoletos. Tras un breve silencio, yo creo que todavía tratando de recuperar el aliento ("¿Cómo que estás sin aliento, si tienes aliento para decir que estás sin aliento?". Ejem, no he podido resistirme.), me preguntó si había tragado agua.

-Pues claro, siempre acabo tragando agua.
-Espero que esta vez no haya sido mucha.
-¿Por qué?
-Porque me he vengado de la petarda esa.

Mis ojos abiertos desmesuradamente. Silencio breve de incredulidad.

-¿Qué-has-HECHO?
-¿Que qué he hecho? Pues ponerme delante de ella, nadando sólo con los brazos para que me alcanzase, y cuando lo ha hecho, una brazada, un pis, una brazada, un pis, una brazada...

Le suelto del brazo, le miro atónita. Tan atónita que ni me sale la cara de asco.

-¡Serás guarrooooo! ¡¡¡Qué bueno!!! Jajajajajajaja.
-Es que me jode mucho que fastidien a quienes quiero.
-Jajajaja, no me lo puedo creer, qué fuerte, qué guarindongo, jajajaja...
-Tenías que haber visto su cara. Desde ese momento me ha cedido siempre el paso y no ha vuelto a atosigarme.
-¿Pero de verdad has sido capaz? ¡Qué valor! Yo sería incapaz! Jajajaja...
-Por eso, que espero que no tragases mucha agua.
-Na, no te preocupes, aquí nadan críos pequeñines, y por experiencia sé que se mean y cosas peores. Total, sólo es pis. Jajajaja... ¡Pero qué fuerte!

Creo que es la primera vez en mucho tiempo que alguien me "defiende" tan contundentemente. Te quiero, J.

Zirbêth.

domingo, octubre 26, 2008

CONVERSACIÓN

-Lo cierto es que yo no sé si soy republicana. Desconfío del uso que se le da a las palabras, porque enseguida te aparece alguien y la interpreta como le da la gana. No sé si el modelo que siento deberíamos tener se corresponde con República. Sé, desde luego, que no se corresponde con lo que ahora llamamos democracia en este país. Lo único que tengo claro es que la política no debería ser cosa de los políticos, sino de los ciudadanos.

-Tú lo que eres es anarquista.

-Ya estamos...

Zirbêth.

jueves, octubre 23, 2008

LA ZORRA NO SABE NADAR, PERO POR SUS SANTOS OVARIOS ME QUIERE ECHAR

Quien vive en este país, sabe que aquí la gente es de rajar mucho y cabrearse y quejarse en el bar o con los colegas, pero de enfrentar la situación injusta sobre la marcha, más bien poco. O nada, nada.

De nadar va la cosa. El primer día de piscina, al llegar le pregunté a la socorrista, creo que ya lo he contado, qué cuál era la calle para los que llevaban diez años sin nadar. Entre sonrisas, me explico que había tres carriles, como suele ser usual en las piscinas con calles de nado libre: lento, intermedio y rápido. Probé en el lento, era demasiado lento, me metí en el intermedio, me quedé un tiempo, propbé envalentonada el rápido y, al ver que fastidiaba a los buenos nadadores, me volví al intermedio.

El intermedio es el popurrí de la piscina, y siempre anda petado. A veces me meto en el rápido, si no hay mucha gente y veo que no molesto, pero por lo general no queda otra que quedarse en el intermedio. Desgraciadamente, no todo el mundo se para a pensar si su ritmo de nado es el adecuado para un carril y se adapta. Por eso, el carril intermedio está petado y te encuentras a gente que nada bastante bien pero no muy rápido, como es mi caso, pero también a gente que realmente no sabe nadar ni medianamente bien, por lo que, aunque puedan aguantar moviéndose sin parar, el ritmo es tan lento que los demás vamos teniendo que esperar a que avancen y seguirles sin apenas desplazarnos. Debido a ello, hay quien, como yo, cuando se los encuentra delante, espera en el extremo a que se alejen lo bastante para poder hacer al menos un largo seguido. Hacer más de tres largos a ritmo normal, es imposible.

En una piscina, hay que tratar de adaptarse, hay que entender que somos gente muy diversa y que cada cual tiene su capacidad, experiencia, etc. Y normalmente se hace sin demasiado problema, porque afortunadamente la gente es comprensiva y tiene modales, de manera que el que va más lento le cede el paso al que va más rápido, y el rápido le deja espacio para que no se agobie. La gente habla, cede el paso, se dicsculpa. Lo normal, vamos. Como normal es también a veces darte con el que pasa nadando al lado, tocarle los pies al de delante con las manos o que el de detrás te toque a ti. A veces, incluso se pega uno unas tortas...

Pero, lo lógico, lo que en otras piscinas que he nadado se hacía, era que el socorrista daba indicaciones a la gente según su velocidad y habilidad. El problema aquí es que los socorristas están a la vez dando clases, y por tanto no pueden estar pendientes de si hay nadadores en carriles que no les corresponda y que entorpezcan el nado de los demás. Además, otra cosa que genera problemas es que al carril intermedio le llaman de nado constante, y por muy constante que seas si tardas cinco minutos en hacerte un largo, lo lógico, lo sensato, lo que el sentido común dicta es que te vayas al carril de los lentos. Pero, como bien sabéis, el sentido común es el menos común de los sentidos. A eso, súmalé que hay determinadas personas que se creen que porque llevan más tiempo que tú yendo a una piscina, tienen más derechos que tú, mindungui, que llevas apenas tres semanas. Si a eso añades lo que decía al principio de la entrada, que en este país la gente raja mucho, pero afronta poco, pues ya tenéis el cuadro casi completo.

Ayer, a los quince minutos de meterme en el agua, una señora de unos cincuenta años que nada fatal, me montó un pollo porque le había tocado un pie al alcanzarla. Como una fiera se me revolviío y me gritó que no la tocara, que la estaba tocando siempre, que la estresaba y que ella venía a la piscina a relajarse. Cuando le contesté que es que iba muy lenta y que se pasase al carril de los lentos, me dijo que no, porque ella nadaba de manera constante y ese era el carril de nado constante. "Y tú te paras mucho", me espetó. "Pues claro, señora, para conseguir espacio para poder nadar el largo de continuo y no tener que ir medio parada esperando a que usted llegue". Además, yo nado aplicando lo que aprendí cuando me saqué el título de socorrista: hago series y escaleras de fondo cambiando de estilo. Cien metros, descando de medio minuto, doscientos metros, otro descanso breve, etc. Me siguió gritando y advirtiéndome que no la volviera a tocar. Os juro que al principio ni la entendía, pero me gritó tanto que le dije que si es que le daba alergia...

Como a cualquiera, a veces me entra agua en las gafas, y paro lo justo para colocármelas bien. Hablo con los demás nadadores, para conocerlos y averiguar datos que me ayuden a orientarme y hacer la hora de piscina más agradable. A veces, me he tenido que parar porque se me monta un tendon en el pie del Halus Valgus (que no es un centurión romano de Asterix y Obélix, sino un juanete que me está saliendo y duele). Y ayer, concretamente, se me salió el gorro.

Pues la muy zorra se salió de la piscina al rato a quejarse a la socorrista de que yo llevaba días y días impoetunándola, que me había dicho muchas veces que no la molestase, que yo debería ir al carril de los rápidos... Y que yo era una molestia y ella llevaba cuatro años nadando en esa piscina y nunca la habían molestado ni nadie se había quejado de que ella fuese lenta.

Como yo seguí nadando, me dio tiempo a pensar un poco antes de hablar con la socorrista. Quería, básicamente, hablar con ella para preguntarle qué era eso de nado constante y pedirle que, por favor, echase un vistazo a los carriles y evaluara dónde era mejor que estuviésemos. El socorrista, para quien no lo sepa, es la máxima autoridad en la piscina, como si fuese la policía. Por ley. Desgraciadamente, cuando traté de hablar con ella, estaba soliviantada por la otra y al principio se mostró un tanto agresiva. Cuando hablé con ella, tras explicarle un poco lo que ocurría y mi experiencia, me dijo que es que la otra mujer le había dado una versión bien distinta, pero que haría lo de fijarse en la siguiente ocasión. Yo le dije que acataría su decisión, pero que igual que le decía que la otra mujer era muy lenta, yo me sé demasiado lenta y con poca forma para no entorpecer el ritmo del carril rápido.

Pero me jode. Me jode porque entre adultos la gente debería poder hablar, para lo cual hay que escuchar al otro. Cuándo entré en los vestuarios y me la encontré, estaba poniéndome a parir diciéndole a otra señora que llevaba molestándola hacía días y días. Me empecé a indignar de nuevo, pero como me había dado tiempo a pensar y quería darle la oportunidad de decirme las cosas y yo quería explicarle mi punto de vista, al irme me acerqué y traté de hablar con ella. Craso error, me diréis, y con razón. No tardó ni un momento en ponerse a gritar. Le dijese lo que le dijese, ella repetía su canción, poniéndose chula y borde, hasta que llamó la atención de la socorrista, que trató de hacernos callar. No supo mediar, y posiblemente no hubiese servido de nada.

Aparte de que, si lleva cuatro años nadando, perdóneme que le diga pero menudo desperdicio de tiempo, porque apenas si flota y de lado, le diré que varios de los otros nadadores que coincidimos a esa hora están también hartos de su lentitud y su cabezonería de permanecer en en esta calle pese a que muchas veces nos lleva a todos detrás casi parados y que, encima, rara vez cede el paso a quienes la superan en capacidad, conocimiento y velocidad. No se quejan porque la gente es, demasiadas veces, prudente en exceso y prefieren callarse y joderse a arriesgarse a que le llegue una chula idiota acostumbrada a aprovcharse del silecio prudente de los demás para hacer su santa voluntad, y que se cree que el haber ido más tiempo a esa piscina le da derecho a pasarse por el forro a los demás clientes que, fíjese, pagan exactamente lo mismo que usted.

Y si se ha acostumbrado a que nadie le diga nada, vaya desacostumbrándose, porque yo soy de las que habla alto y claro y no se dejan avasallar (aunque me den tembleques de la tensión). ¿Y sabe qué? Que el mundo es un pañuelo, y esta mañana he descubierto que un amigo es amigo del dueño de la piscina, así que si la cosa va de privilegios, como me toque mucho las narices haré uso de mi as en la manga.

Zirbêth, hasta los ovarios de cretinas con aires de superioridad.

miércoles, octubre 22, 2008

¡A POR LA TERCERA!

En mi curro, la mayor parte de los tíos son fachas. Muy buena gente, divertidos, etc. Pero fachas. De hecho, el que más pinta de buenazo, de hombre correcto, de casado inmejorable etc., es el que más lo es. Y no lo digo porque de por sentado que sea así por ser facha (que es lo que muchos esperan y piensan, pues buena parte de ellos son fachas porque son de los de bandos y "el mío es el de los buenos"). Lo digo porque es de los que de verdad no puede entender que haya quien siendo majo, buena persona y cayéndoles bien, no lo sea.

La cara de absoluto estupor de este compi cuando me vio leyendo el blog III República fue de foto y marco, y a los anales de la historia. "Pero,- parecía pensar -¿cómo puede ser que esta chica tan buena sea de los malos? ¿Cómo la odio yo ahora?".

Me partí de la risa, la verdad. Y ahora, cada vez que me lo cruzo, le grito "¡A por la Tercera!". Sigue sin salir de su asombro, el pobre.

Zirbêth.

martes, octubre 21, 2008

RELATIVAS NUEVAS

La recuperación de la normalidad está llevando algunos altibajos. Hasta que la medicación haga efecto completo, falta aún un tiempo. Desde luego, no he vuelto a estar ni remotamente tan mal como en el pasado, pero me desespero un poco en esta espera de la normalidad drogada. Quiero que solo me afecten las cosas importantes, y que nada me devuelba a la visceralidad, porque es una mierda. Quiero ser racional y que las gilipolleces no me amarguen el día. Es, básicamente, agotador que las emociones te lleven cual barco de papel en ciclón en altamar. Y odio estar tan plof que la energía me falle para todo.

La natación, bien gracias. Me sienta divinamente. Noto los músculos reafirmarse, la grasa largarse con viento fresco... y mi bolsillo resentirse porque se me está quedando buena parte de la ropa grande. En especial, los pantalones. ¿Alguien sabe donde comprar tirantes? Jejeje. Debo haber perdido ya talla y media. Hasta parte de la ropa recién comprada me va quedando ya más suelta. Me da igual: ya pediré en el metro si hace falta para comprar ropa nueva.

Mi gata, ese ser sinvergüenza, sibarita y nada aficionada a los achuchones, parece que va queriéndome un poco más. Ahora, cuando se pone romántica, no sólo se restriega y hace arrumacos a Gato: también me los hace a mí. Eso sí, lo de cogerla en brazos y achucharla, como que no le mola nada. Y sentarse a dormir en mi regazo, jamás de los jamases. Como mucho, en la cama conmigo, lo más cerca entre mis piernas. Pero estoy convencida de que eso lo hace más por impedirme moverme que como muestra de aceptación de mi humano ser, no digamos ya de cariño. Ganas tengo de que sea madre y le cambie el carácter, leñe; aunque eso tampoco parece que vaya a ocurrir: tiene ya casi diez meses y ni rastro de celo. Gato, de vez en cuando, la huele a ver si la cosa mejora, e incluso hace amagos de tirársela, pero la otra se revuelve a jugar. ¿Será esteril?

Por lo general, sólo un día a la semana juego al WoW. Es más, a veces me tiro semanas sin poder hacerlo. A poco que salga un rato el finde, o que vaya a ver a mi madre, ya no me queda tiempo para jugar. ¡Con lo que me gusta! Lo confieso, me gusta mucho. Me resulta, casi siempre, relajante. Perfecto para desconectar. Y, gracias a la terapia, ahora soy capaz de hacer cosas como dedicarme a jugar a juegos de estos sin sentirme culpable por no estar haciendo nada productivo. ¡Ojalá pudiese jugar más! Pero los días, hasta donde sé, siguen teniendo sólo veinticuatro horas. ¡Qué putada!

En fin, al cole, que ya voy tarde.

Zirbêth.

sábado, octubre 11, 2008

SEMANA INTENSA

Esta semana no he llegado ni un día a casa antes de las nueve xde la noche. Natación lunes, miércoles y viernes, y martes y jueves otros asuntos. Mi cuarto es, ahora mismo, purita expresión del caos.

El martes estuve en la concentración que hubo en la Plaza Mayor por la Jornada por un Trabajo Decente, acontecimiento que, salvo en Público, no vi en ningún otro medio de información. No fue cosa sólo de Madrid, o sólo de España. Fue un acontecimiento convocado a nivel mundial y en el que participaron muchos países y ciudades. Pero, claro está, en medio de una crisis donde, para variar, al gobierno no se le ocurre más solución que hacer el trabajo aún más precario de lo que ya es abaratando aún más los despidos (ya lo he dicho muchas veces, somos la mercancía más barata, y añado prescindible, del mercado), dar cobertura informativa a una manifestación por el trabajo decente, seguro, digno, etc, no les interesa lo más mínimo. Y, si os fijáis un poco más, tampoco hablan casi nunca de Izquierda Unida, salvo para ratificar su entierro, como si de verdad el partido y su casi millón de votos en las pasadas elecciones no existiesen. No vi en la concentración, enfocada además contra la directiva europea de las 65 horas semanales, ninguna pancarta de otro partido que no fuese Izquierda Unida. Allí, sólo estaban ellos, Comisiones Obreras, UGT y los antisistema que están en contra de ambos sindicatos.

Cuando en mi ofi comenté, e invité, a la gente a que se viniese a la concentración, aluciné porque nadie sabía qué era lo de la directiva de las sesenta y dos horas. Y, cuando les expliqué por encima de qué se trataba, sólo se mofaron en plan "a los españolitos trabajar sesenta y cinco horas, ni de coña, eso no va a salir adelante" o el incombustible "eso es cosa/culpa de Zapatero". Lo que pasa es, debo decir, que no sé muy bien hasta que punto hablaban en serio o, como es habitual, estaban haciendo chiste y broma de lo que yo decía. Mis compis son unos cachondos, y se ríen de todo y por todo. Así que no sé si, sencillamente, se estaban quedando conmigo haciéndome creer que no sabían lo que era la directiva de marras.

En cualquier caso, ¿de verdad a nadie más le preocupan estos temas? ¿De verdad piensan que no podemos hacer nada? ¿Es que no se dan cuenta de que no hacer nada, ni siquiera manifestarse, es darles la victoria por el morro? ¿De verdad siguen pensando que con votar una vez cada cuatro años ya han cumplido? ¿No va siendo hora de que hagamos algo más que quejarnos en los bares y demás petit comités?

Para mí, ha llegado el momento de hacer algo más. Aunque sólo sea aprender y saber más detalles sobre lo que pasa. Aunque de momento pueda aportar poco. Pero, desde luego, para mí no es suficiente votar una vez cada cuatro años y luego quejarme porque los políticos no hacen lo que esperaba que hiciesen. Ya estoy harta de gritarle a la pantalla del ordenador cada vez que me cabreo por alguna. Y también estoy cansada de no tener amigos que de verdad coincidan conmigo y se impliquen.

Así que, bueno, a ver si pronto os cuento cosas nuevas.

Zirbêth, politizándose.

jueves, octubre 09, 2008

DECLARO OFICIALMENTE INAUGURADA ESTA PISCINA

A veces, uno no se da cuenta de lo mucho que algo le gusta, o de lo mucho que echaba de menos algo, hasta que supera la pereza y retorna a ello. Una vez das el paso y vuelves, es muy probable que ya no lo dejes de nuevo.

Cuando me vine a vivir a Madrid la primera vez, la absoluta precariedad económica, el desconocimiento y las enormes distancias hicieron que ni me plantease seguir nadando. Más adelante, la pereza y esas mismas distancias hacen presa en ti (¿o es "de ti"?) y dejas completamente atrás tu afición. Salvo en las piscinas en las que trabajé, y para ser sincera en casi ninguna, no había vuelto a nadar de verdad desde los veinticinco o veintiseis.

Cuando el miércoles pasado me metí en la piscina, sentí una alegría casi frenética. ¡Dioses, cuánto lo había echado de menos sin saberlo! Ya me lo dijo un amigo este verano, "eres medioanfibia", cuando me pasé las dos horas que estuvimos en la playa casi enteras metida en el agua (y eso que estaba con el pie vendado por el esguince).

Pensaba, cuando me apunté, que al principio estaría medio ahogada. Al entrar en la piscina, le pregunté a una monitora o socorrista (o ambas cosas) "¿cuál es el carril para los que llevan diez años sin nadar?". Así que yo fui la primera sorprendida cuando, al acabar la hora, sume largos y había hecho mil setecientos cincuenta metros. Salí eufórica, feliz, renovada, y con el mismo temblor en las rodillas que una adolescente enamorada (o una adulta después de una sesión intensiva de sexo, jejeje).

Me siento feliz y orgullosa. No sé lo que tardaré en volver a nadar con naturalidad y sin morirme los cuatro mil metros que acostumbraba, ni en recuperar de verdad la técnica que tenía (ninguna maravilla, pero mucho mejor que ahora mismo), pero de momento creo que voy bien. ¡Qué carajo, voy genial! El segundo día nadé dos mil quinientos metros, y ayer, tercer día, dos mil ochocientos. Estoy reventada, pero si la satisfacción se midiera, me saldría de la escala.

Siento mis músculos reaccionar. Siento como incluso con estos pocos días mi cuerpo ya va cambiando. Siento que la ropa me cae mejor, que mi piel se tensa, que algo de grasilla maloliente va desapareciendo...

En resumen, que espero no volver a dejarlo y que, la próxima vez que me vaya a comprar un bañador de competición, al mirarme al espejo me diga "¿quién es esa tía tan buena?". Jajajajaja.

Zirbêth, acuatica perdida.

miércoles, octubre 01, 2008

ESTRENANDO EL OTOÑO

Bueno, ya hace alunos días que estamos oficialmente en otoño, mi estación oficialmente favorita. La estoy estrenando de diferentes maneras. Retomando la medicación tras manifestarse claramente que empeoraba a marchas forzadas. Pagar deudas por el habitual método de contraer una mayor. Comprarme unos zapatos por prescripción facultativa. Y apuntarme de nuevo a natación.

Hoy, tras años sin pisar una piscina salvo para trabajar, voy a ir a nadar. He descubierto que el colegio que hay frente a mi oficina tiene piscina cubierta al público, y un compi y yo nos hemos apuntado.

Me gustatía decir que estoy entusiasmada y deseando empezar, pero reconozco que la vagancia y los complejos se han hecho fuertes en mí y que voy a ir por el único método que conozco que funciona: obligándome. Como decía la prota adolescente de Américan Beauty, necesito puta disciplina, y si no me la impongo yo, ¿quién va a hacerlo? Soy la única persona que conozco que es capaz de obligarme a hacer cosas.

Así que trataré de olvidar que cuando me estuve probando bañadores, tras años sin ponerme uno de competición, al verme reflejada en el espejo me dije "¿quién es esa señora gordita?". Me olvidaré y me meteré en el agua, a ver lo que tardo en devolver a mi cuerpo sus antiguas habilidades en el agua.

Con un poco de suerte, como suele ocurrirme, en unas semanas me habré picado y seré medio adicta al agua. Tal vez incluso vuelvan aquellos sueños en que, en vez de andando, iba nadando a todas partes.

Zirbêth, protoacuática.