viernes, octubre 31, 2008

DERECHO A LA DEBILIDAD

En terapia, mi psicóloga me dijo que uno de mis principales problemas era la autoexigencia. No la que te dice, “venga, diez largos más”, ni la que te ayuda a aprobar un examen o a terminar de limpiar la nevera. No la autoexigencia que es reflejo de la voluntad de llevar a cabo proyectos y alcanzar metas. Esa es la autoexigencia buena.

Pero el reverso tenebroso de la autoexigencia está al acecho, y puede hacerse fácilmente con el control de tu mente y llevarte al lado oscuro... Es decir, que como con todo, hay niveles. Si trazásemos un segmento en el que su mitad indicase la normalidad y los extremos positivo y negativo niveles patológicos, podríamos situar en el centro la autoexigencia que nos acerca a nuestros objetivos, en el extremo negativo la absoluta falta de disciplina y exigencia que nos convierte en nulidades incapaces de el más mínimo esfuerzo de voluntad y rendidos eternos, y en el otro extremo la autoexigencia sin límites que nos lleva a no estar nunca satisfechos con nda de lo que hacemos, para la que cualquier pequeño fallo o muestra de debilidad es fuente de una frustración y castigo que ni Guantánamo.

Esa autoexigencia es la que muchas veces, cuando tenemos un mal día, pero malo malo, no nos permitimos el derecho a tomarnos el tiempo para recuperarnos. Ya sea por enfermedad física, mental, dolor de la pérdida de un ser querido, lo que sea, nos negamos el derecho a ser débiles, a admitir siquiera la posibilidad de serlo y, sobre todo, a tomas las medidas adecuadas para superar ese mal trago.

Y es un error, un enorme error, prohibirnos ser débiles. Prohibirnos el derecho a ser vulnerables, a fallar, a no llegar. Nos convertimos en una triste hoja a la deriva de los sentimientos de frustración. Y la incapacidad de manejar los sentimientos de frustración nos hacen, a su vez, terriblemente vulnerables: ante nosotros mismos, porque no seremos capaces de aceptarnos como somos ni perdonarnos los fracasos; ante los demás, que podrán utilizar de manera desaprensiva ese talón de Aquiles para manipularnos y empeorar aún más la situación, seguramente beneficiándose de ello.

Yoda, mi amado Yoda, se equivocaba al decir aquello de “Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.”, pues el ser humano está diseñado para aprender a base de cometer errores. Si desde el primer momento nos negamos la posibilidad de intentar hacer algo sin tener la certeza de lograrlo a la primera, nos estamos negando avanzar. No lograr las cosas a la primera no significa no conseguirlo finalmente. La motivación es fundamental, y no hay mayor asesino de la motivación de la autoexigencia desmedida. Porque, ¿quién va a estar nunca a la altura de semejantes expectativas?

De este modo, si alguna vez ves que no puedes con el día que te ha tocado vivir. Si te puede la tristeza, el desánimo, la amargura, está muy bien que trates de combatirla. Pero no olvides nunca que, a veces, una retirada a tiempo es una victoria. Permitirnos momentos de debilidad es parte de la estrategia para ganar las batallas de la vida.

Zirbêth.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tienes muchisima razón en lo que comentas. Un post que te hace pensar. Gracias.

Vicent

11:32 a. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

Muchas gracias a ti, por dejarme un comentario. ¡Te echaba de menos!

8:20 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

a ver... probando para poner comentarios....

tienes toda la razón :D

besos

Baya

11:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pozi, pero yo esperaba ver un post mañanero sobre la victoria de OBAMA...

9:55 a. m.  

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