miércoles, agosto 25, 2004

NO TENGO TIEMPO "PA NÁ"

Me caigo de sueño. Ya llevo casi algo más de una semana trabajando de socorrista y supongo que el típico cansancio del exceso de sol se está dejando sentir en mi organismo. El caso es que voy fatal de tiempo y, aunque se me ocurren mil cosas que escribir (de las que voy tomando nota cuidadosamente), cuando llego a casa estoy demasiado cansada. Mucho brillo de luz directa e indirecta reflejada en la piscina para luego plantarme indefinidamente frente a la pantalla del ordenador...

Pero volveré a escribir con asiduidad a partir del 13 de septiembre. Tengo muchas cosas que quiero contar, sobre libros que he leído, sobre "descubrimientos" filosóficos, alegría de vivir y ser un ser medianamente pensante, del amor de y a aquellos que me rodean y que están lejos, también, de escribir un par de cuentos que tengo en la cabeza, de...

Pero bueno, me muero de sueño y mañana me esperan otras nueve horas bajo el sol impenitente (que rico, como diría Sandra) y rodeada de niños que ya se han coscado de que me encantan. Pero son malos, no me dejan leer...

Por ahora, sin embargo, os dejo. Me piro a planchar la oreja. Vesania, te debo mail y, aunque he querido comentarte tres posts, no he podido porque los comentarios no se me abren. En cuanto tenga un rato, te escribo y te jomento. Por cierto, ¿te sabes la receta de la causa?

Zirbêth

sábado, agosto 21, 2004

PRÓRROGA

Estoy morenita o, mejor dicho, achicharradita. Pese a la protección solar (tarde, tarde), estoy colorada y morena, todo a un tiempo. Y es así porque, desde hace unos días, paso mucho tiempo al sol. Lo que son las cosas, por unas semanas voy a trabajarde nuevo de socorrista acuático. No se puede decir de este agua no beberé, pero soy la primera sorprendida.

Es una pisci pequeña y tranquila, donde puedo pasar horas leyendo, así que estoy aprovechando para volver a cojerle el gusto al ensayo como género. Voy lenta, porque me distraigo con cualquier cosa (niños, perros, vecinos y, lo mejor de todo, los gorriones bañándose y lavándose las plumas, entre gorgoteos y cantos tímidos, en el filo semiplaya de la piscina). Pero estoy disfrutando muchísimo.

Y tengo una prórroga de sol, de calor y de amigos. Y, si consigo controlarme, de amor.

Zirbeth

jueves, agosto 19, 2004

LA REALIZACIÓN DE UN SUEÑO

Hace mucho años, enamordada de C.P. hasta la médula, escribí con torpes dedos en una vieja máquina de escribir (aún no tenía ordenador) una lista de cosas que quería hacer en mi vida. Era una lista larga inspirada en ese amor (porque, cuando me enamoro, es como si el mundo se desplegase a mi alrededor con una intensidad que, desgraciadamente, no usa en momentos más normales) plagada de sueños y planes, desde viajar por el mundo a nadar con delfines, pasando por aprender a bucear con bombonas y montar a caballo.

Pues bien, hoy he dado mi primera lección de equitación. Me encantaría tener palabras para describir las sensaciones con justicia, pero me temo que, al menos de momento, no puedo. Sólo diré que he reído y reído, incluso cuando estaba asustada. Eran unos caballos enormes. Y muy hermosos.

Zirbêth, profesionalizándose en lo de ser rohirrim.

lunes, agosto 16, 2004

VECINDARIO

En Númenor, mi casa está en un bajo. Es un edificio muy grande y tiene muchos pisos por planta, pero más que en ninguna otra planta, en el bajo. Mis vecinos de al lado son muy ruidosos. Les encanta poner la música muy alta y a veces a horas poco llevaderas. Los de el otro lado sólo aparecen en vacaciones y los de enfrente, sinceramente, no tengo ni idea de quiénes o cómo son.

Pero mis vecinos favoritos son los del pasillo junto al portal. No sé excatamente cual será su nacionalidad, pero parecen árabes. En el recibidor, han instalado la cocina, en una especie de armario empotrado, así que no tienen más que cerrar las puertas para que no haya cocina visible. No sé muy bien como es el resto de la casa, pero desde la puerta abierta se ve que lo que debía ser la cocina, es ahora un dormitorio. Nunca he entrado en esa casa, pero siempre que paso (durante el día), la puerta de la casa está abierta y puedes ver pasar a las mujeres y niñas que allí viven siempre canturreando o tarareando, a veces incluso las ves bailar disimuladamente al sol de una música exótica a mis oídos. Hablan entre ellas siempre alegres en su lengua rápida y musical y de vez en cuando las veo saliendo por la ventana para ablar por el móvil, y siempre interrumpen su conversación para saludarte si pasas por delante.

Supongo que también vivirán hombres en esa casa, pero yo nuncalos he visto. Me gusta esa casa llena de mujeres que, pese a estar lejos de su país de origen, mantienen su ambiente familiar tan parecido como les es posible, aunque tomándose libertades que no sé si allí podrían, como ir en camiseta de tirantes y pantaloncitos cortos aunque alguien las pueda ver así.Por no hablar del velo. Pero no sé cual será su religión y que les exigirá esta. Sólo sé que, de mis vecinos, son las que siempre te saludan y te miran sin desconfianza.

Zirbêth

domingo, agosto 15, 2004

EL PRÍNCIPE PREDILECTO Y LA PRINCESA TONTINA

Por fin he encontrado algo que me ha dejado un cierto buen sabor de boca en "Olvidado Rey Gudú", la historia de la Princesa Tontina y el Príncipe Predilecto. O, para ser más exactos, la historia en torno al personaje de Tontina. Pese a la notable estupidez del nombre, es, según yo veo, el único personaje con algo de inteligencia emocional. Y me gusta la leyenda en torno a ella, que su primer beso de amor será también el último, y cómo va pasando las etapas de su vida, como si más que de un crecimiento constante se tratara de un tránsito mágico. Algo empieza y algo acaba, y una vez acabado, ya no es eso que era. Ya no existe aquella que fue, y ahora es otra. Por eso, no hay que entristecerse.

No quiero decir mucho más, pues no me guataría destriparle la novela a nadie en proceso de leerla. Pero al fin he hallado algo de esperanza.

Zirbêth

REDECORANDO EL ALA OESTE

Hace bastantes días que no escribo en el blog. No, no se me ha pasado la fiebre bloguera, ni lo tengo abandonado por intensos días de regocijo playero. Aunque llegué a Madrid el 28 de Julio, sólo he ido una mañana al campo y dos tardes a la piscina. He pateado Madrid varios domingos y Villalba otros tantos días. Bueno, y he ido un día a Aranjuez y otro a una Cena Hobbit en Alcalá... Pero el resto del tiempo he estado, mayormente, en casa.

¿Y por qué? Pues porque estoy reorganizando la casa entera. O, como dirían algunos, he entrado en berserk limpiador. Eso supone que, en varios días, he revolucionado prácticamente la totalidad de las habitaciones, he cambiado de sitio casi todo lo cambiable y he tirado cosas que, tarde o temprano, me arrepentiré de haber tirado. Además, me he desecho de varios muebles horrendos y aún planeo deshacerme de un sofá roto, al que sustituiré por una cama a rebosar de cojines.

Mi mayor logro, hasta el momento, creo que ha sido el de hacer de lo que era un dormitorio transmutado en almacén de trastos y hogar del caos, en un dormitorio cuarto de estudio estupendo. Así, cuando me ponga con las oposiciones, podré aislarme y no fastidiar al resto de la gente el uso del salón.

En fin, más que nada, este mensaje es el modo de justificar que no me halla prodigado mucho en el blog estos días. Y aun no he terminado, así que puede que no escriba durante algunos otros más. Pero en nueve días (sic) volveré a Valinor y estaré solita, así que probablemente escribiré bastante a menudo.

Zirbêth

SUPERVIVIENCIA SIGLO XXI

El otro día fuí a comer a un sitio de esos mal llamados de cómida rápida (deberían llamarse basura rápida), este algo menos malo que los acostumbrados "Mugreking" y "McMierda", pues el plato fuerte son baguettes y la mía, al menos, llevaba verdadero jamón y queso brie.

Pero bueno, a lo que iba. Después de comer y mientras algunos rezagados terminaban de deglutir sus viandas, fui al baño. Curiosamente, para poder entrar necesitabas una contraseña que debías pedir en caja primero e introducir después en el teclado hallado junto a la puerta del servicio. Una vez cumplidos estos requisitos, empujé la puerta y, para mi sorpresa, una cabeza de mujer salió un segundo por la rendija de la puerta entreabierta. "¿Puedes esperar un momentito?".´"Cómo no", contesté yo. Pero el momentito se fue alargando y se convirtió en casi diez minutos. Estaba ya empezando a mosquearme, porque cuando tengo que ir, de verdad, tengo que ir (como ya comenté en otro mensajillo anteriormente), cuando la señora volvió a asomar la cabeza y me dijo, "pasa ya si quieres".

Pasé y comprendí la tardanza. Se estaba secando en el secador de manos. Secando todo el cuerpo, incluída la cabeza. También, en una bolsa a sus pies, pude ver ropa húmeda y en el lavabo restos de jabón en polvo. Esta mujer, que al mirar con más detenimiento pero sin perder el recato, constaté como pequeñita, algo desnutrida y entrada ya en los cuarenta, había estado pseudoduchándose y haciendo la colada en un baño público. Cuando salí del bañó, ella siguió allí, entregada a su higiene personal, sonriéndome tímida y abrumadamente.

Tal vez, otra persona se hubiera ido directa a hablar con el encargado para notificarle que una persona con aspecto de indigente estaba usando el baño de la bocadillería a modo de lavandería y baños públicos. Yo, me fui feliz y constatando, una vez más, lo adaptable que es el ser humano. Desconozco las circunstancias que llevaron a esa mujer a tener que lavar su ropa y asearse en los servicios públicos de una multinacional de la comida rápida, pero me alegré de que fuera así. De que no se resignase a ir sucia por la calle, a que el sistema la halla dejado fuera de lo que podemos llamar la sociedad bien vista.

Debí escribir esto hace varios días, cuando volví a casa después de ese día en Madrid, con la indignación de las personas viviendo en cartones en condiciones tan lamentables, lo poco segura que es a cualquier hora del día, asqueada de lo sucia que está mi ciudad, de que al llegar a casa mi sudor fuese una espesa capa de ollín gris pegajoso y maloliente a tubo de escape y aire acondicionado. Debí escribir esto cuando llegué a casa, con esa especie de sonrisa compensatoria, pues el sistema había sido burlado, al menos un poco, y una mujer se estaba beneficiando del sistema a espaldas de éste.

Me sentí muy afortunada por tener una casa a la que volver esa noche, una ducha en la que meterme y una cama en la que dormir, amén de un desayuno apenas me levantará. Y eso que sólo me estaba comparando con una indigente de Madrid, y no con una mujer de las que viven (y mueren) estos días en Nayaf, Iraq.

Zirbêth

viernes, agosto 06, 2004

CITA

Palabras que auguran una gran aventura...

Tres anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.
Siete para los Señores Enanos en casas de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernalos a todos. Un anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.


De El Señor de los Anillos, J.R.R.Tolkien, Ed. Minotauro, 1977.

Zirbêth

OLVIDADO REY GUDÚ

Bueno, aún no lo he terminado (son como ochocientas páginas, creo), pero ya llevo unas trescientas y me voy haciendo una idea de qué es lo que no me gusta del libro. Gente que se lo leyó antes que yo me decía que estaba muy bien escrito, pero que había algo en él que no les acababa de convencer. Alguien me dijo que no estaba seguro, pero que creía que era porque los personajes no estaban tan profundamente trazados en su personalidad como les hubiese gustado. Otros, que saltaba por los acontecimientos de un modo un tanto brusco. Otros no sabían decirme exactamente qué era lo que les había dejado insatisfechos.

Es un libro sin esperanza, donde todos los caracteres tienen unos sentimientos y emociones bastante bajos y, cuando por fin aparece un personaje a quien identificar como héroe, o antihéroe, la ilusión se desvanece en pocas páginas, pues descubres con hastío que sigue el derrotero emocional de la derrota y cae en esas mismas bajezas que aquellos que le antecedieron.

Será que estoy pasando una racha (larga) de optimismo y energía positiva, porque echo a faltar personajes de esos que se enfrentan al destino y lo vencen. Y me choca en lo que esperaba (y ese debe haber sido mi error) un libro de fantasía épica.

Por lo demás, es muy entretenido y puede que precisamente en eso que no me gusta es donde radique su originalidad. Me gusta el uso del vocabulario de Matute, que siendo dinámico, incluye aquí y allá expresiones y palabras que no son vistos muy amenudo en otros libros. Tal vez yo ande un poco descolgada de la literatura española, pero en matería de fantasía épica, me parece que no hay mucho que no sean traducciones de otros idiomas, ¿me equivoco?

Y es que, pese a que ahora puedo leer en inglés con mucha soltura, aún no soy, ni creo nunca que llegue a serlo, capaz de apreciar esa lengua como la mía propia. Me encanta el castellano.

Zirbêth

¿QUIÉN SOY?

Si el ser humano es considerado como muy capaz para adaptarse a las circunstancias y al ambiente en que le toca vivir, en mi caso la cosa toma vistas de exageración. Conozco a alguien y de repente sus gestos, expresiones, tono de voz, tacos predilectos, todo, se me pega, hasta el punto que parece que me disolviese en esa persona. No me pasa con todo el mundo, por supuesto. Me pasa con aquellos de mis amigos (o pareja) que tienen una personalidad que me gusta especialmente.

Por contra, si alguien me cae mal o no me gusta en absoluto, es como si mi yo YO saliese cual paladin con espada y escudo a combatir ese otro ente disrruptor con el que me cruzo. Y me pongo de un eowyniano que madre mía...

El caso es que no creo que me disuelva en esa persona que tengo al lado. Es sólo que me adapto mientras la voy conociendo. Me temo que estoy pasando un periódo de ósmosis empático, o algo así, en que absorbo todo lo que me gusta de esa persona. Si para mantenerlo en mi carácter o para usarlo en el futuro para dar rasgo a algún personaje de cuento, eso no lo sé.

Alguien me soltó una vez lo de "lo que pasa es que no tienes personalidad", muy agradable él (o ella, no recuerdo), pero no creo que sea eso. Tengo personalidad, y algunos dirán que bastante fuerte. Personalidad empatico-osmótica, por llamarla de algún modo.

Eso sí, tengo un cacao mental que ya me vale... Dado lo tendente al caos que es mi vida, más vale que me fije un objetivo concreto a no demasiado largo plazo. Tampoco puedo coger y planificarme la vida para los próximos diez años, porque Roma no se construyó en un día. Y fijo que me ansio antes, vamos.

Bueno, ya está bien, que esto se parece cada día más a un "querido" diario.

Zirbêth

MALDITO ORDENADOR!!!!!

Me ... en to lo que se menea. Estaba escribiendo un megamail cuando, así, porque le apeteció, decidió cerrarme el programa con que estaba trabajando. Y se nego a volver a abrirlo las veces que lo intenté abrir, apagué y encendí, y seguía negándose, y tras volver a apagar y encender, ya sí, pero de mi mensaje, ni rastro, oiga.

¡Odio Windows, lo odio con todas mis fuerzaaaaaas! (visualícese a Zirbêth con el aspecto de Madam Min en la peli de Disney Merlín el Encantador [en inglés no recuerdo cómo se llama]...).

En fin, que ganas tengo de que este maldito ordenador sea reparado de verdad...

Zirbêth, muy frustrada

martes, agosto 03, 2004

TREN DE CERCANÍAS

Volvía de ver a mi mami en Aranjuez, sentada hecha un rebujillo mientras leía La tarea del héroe, de Fernando Sabater. Es un libro muy interesante sobre ética, pero admito que muy complejo de leer o, al menos, exigente de un estado de concentración alto. Por eso, de vez en cuando releía párrafos en voz alta, para deshacerme de las otras voces que viajaban en compañía en el mismo vagón.

Pese a ello, de vez en cuando perdía la concentración: una carcajada incontenida, alguien subiendo o bajando del tren, el peso de una mirada sobre mí (que resultó ser suya, que curioso, creí que ya no vivía en Madrid) a la que respondí con una sonrisa llena de la serena seguridad que da el saberse por encima de aquellas miserias humanas. Y la distracción que me hizo cerrar el libro y sacar mi cuaderno de notas (uno nuevo, pues dado que estoy atravesando un cambio, más o menos a regañadientes, se imponía una nueva libreta), perdiendo por entero la preciada concentración de la que hablaba más arriba, fue una pintada en un asiento. Las palabras, en rotulador negro, estaban escritas en esa parte del asiento que queda por detrás de las pantorrillas. Me pareció un lugar curioso para una pintada, aunque no me costó nada entender la elección una vez la hube descifrado. Decía así:
En este tren vamos todos. 11-MARZO-2004. Lloro en silencio a los muertos.

Escrito medio oculto, como la pena y la rabia, e incluso el miedo, que debe haber quedado en los corazones de los habitantes de esta ciudad tras el odioso atentado acontecido en un tren de cercanías en Madrid, hace ya casi cinco meses. Porque dudo mucho que alguien los haya olvidado.

Seguí con mi libro pasados unos minutos en los que, lo reconozco, él vello de mis brazos estuvo en pie de guerra por esos mismos tres sentimientos. Y, lo que son las cosas, este fue el pasaje que leí:

Saber que todo es bueno o malo es saber que todo puede ser enmendado, que cada acción perturba el debido equilibrio cósmico -el Bien triunfante arriba, el Mal vencido abajo- o colabora a reimplantarlo, que la actual complementariedad en la propia Ley de bien y mal es transitoria y ha de resolverse finalmente a favor del Bien (Sade pensó quizá que se resolvería en favor del Mal). En cierto sentido, lo que el inevitable optimismo ético sostiene y de donde saca su fuerza para valorar es que el Bien ha triunfado ya, aunque todavía esa victoria no se haya hecho patente a quienes penamos en el valle de lágrimas de la historia. Cuando Sócrates decía que nadie hace el mal a sabiendas, lo que quería decir es que nadie hace el mal a sabiendas de que es el mal, esto es, la opción más débil y ya derrotada: se es malo por la ignorancia del inevitable y definitivo triunfo del Bien. Kant apoyaba la hipótesis metafísica de la existencia de un Dios justiciero y de un alma inmortal precisamente en la necesidad del triunfo del Bien; puesto que tal triunfo es el sentido mismo de la ética, y puesto que en la vida humana o en el mundo que conocemos tal victoria no se manifiesta con la debida contundencia (que supondría el logro de la santidad, la paz perpetua y la adecuada recompensa de la buena voluntad), es postulable la transcendencia en la que lo que debe ser cumpla su promesa. Quienes creen en el advenimiento de cualquier utopía o en el progreso o, aún más sencillamente, en el futuro sea este bueno o malo, son también deudores de la ilusión ética fundamental, que dice así: el conflicto entre el Bien y el Mal ha de resolverse finalmente (lo mismo da que triunfe uno u otro para el caso), pues si no la pretensión moral carece de sentido. A fin de cuentas, el optimismo/pesimismo ético parece sostener implícitamente que la ética es el mejor camino para alcanzar el reino en el que la ética ya no será necesaria, aunque tal reino no sea de este mundo. (Fernando Sabater, La tarea del héroe, Ediciones Destino, 2004)


Ya sólo me queda decir aquello de "a aplicarse el cuento".

Zirbêth

lunes, agosto 02, 2004

CREER

Soy atea. Eso lo saben quienes me conocen, creo, porque a veces resulto molestamente blasfema, pero a estas alturas la mayoría saben que es parte de mi entusiasmo exagerante.

No creo en un único Dios, creador de todo lo que existe, etcétera. Más bien tiendo a ver las religiones monoteistas actuales y sus dioses como un modo de control de la población, como una forma de política, donde a muchos creyentes de esos cuya vida aquí y ahora es tan paupérrima que si no fuese por la perspectiva de otra mejor tras la muerte y el consuelo que eso proporciona a lo mejor decían aquello de apaga y vámonos; donde muchos sólo lo ven como un medio más de relacionarse socialmente y de encajar en las etiquetas de esa sociedad para quien cuenta más lo que aparentas ser que lo que realmente eres; para quienes utilizan la fe ajena para lograr poder y beneficios materiales en esta vida fingiendo piadosos sentimientos más falsos que un euro de cartón; en definitiva, los que acostumbro a llamar falsos creyentes, pues me consta que existen los verdaderos y cuento a varios de ellos entre mis más queridos amigos.

Pero, para variar, me estoy desviando de aquello que quería contar. Como decía, soy atea, pero, de algún modo, he encontrado un hueco en mi mente para el sentido más místico de la palabra creer. Aunque mucha gente a mi alrededor es de la opinión (¿creencia?) de que la gente es lo peor, es mala y va a lo suyo, yo pienso que no, que eso, como tantas otras cosas, es una cuestión educativa y asimilada de las costumbres que nos rodean. No me quiero extender ahora en este tema, sólo decir que mi fe la deposito en el ser humano, en aquello llamado libre albedrío supuesto don de Dios y que, sin embargo, muchas veces la religión se dedica a anular dictando, con mayor o menor disimulo, que se puede o no hacer. Y quien dice la religión, dice la sociedad en que transcurre nuestra vida.

Esta sociedad procura aletargar nuestros sentidos para hacernos más fáciles de manejar y controlar, más masa y menos personas. Pero yo tengo fe en que las personas quieran seguir siendo personas, cada vez más, y que aquellas que lo consigan lo transmitan. Transmitan la belleza intrínseca del pensamiento, la satisfacción de ejercerlo de manera crítica sobre todos los acontecimientos de la vida y a lo largo de toda su existencia.

Muchos dicen que es imposible cambiar las cosas, que hay que tratar de sacar provecho, que ùno no puede luchar contra el sistema... Y aquí es donde entra para mi el creer con más fuerza. No creen que se pueda cambiar, no creen que se pueda ir a mejor, no creen siquiera que merezca la pena intentarlo, y no lo creen porque están convencidos, es decir, creen que todo esfuerzo es vano.

Para un sólo individuo, tratar de cambiar el mundo es una utopía en la mayor parte de los casos (y conste que me resisto mucho a creer eso, porque hay numerosos ejemplos en la historia de lo contrario, para bien o para mal), pero es que cada uno ha de tratar de producir cambios en lo que tiene cerca, si eso es lo que sus fuerzas le permiten. Y nadie mejor para empezar tamaña empresa que uno mismo.

Tendemos a acomodarnos en nuestras vidas, sin tratar de alcanzar metas demasiado difíciles, en muchas ocasiones ya cansados por lo que supone el simple hecho de sobrevivir en una sociedad llena de falsas metas que sólo sirben para enriquecer a unos pocos. Son las metas del consumismo absurdo, esas difíciles de esquivar sin utilizar el sentido crítico. Hay tantas cosas por las que pagamos que en realidad no necesitamos, y es así hasta tal punto que acabamos poniendo por delante esas falsas necesidades a las que son auténticamente necesarias. Y otras muchas veces directamente los precios de las cosas imprescindibles y necesarias son tales, que a duras penas sacamos algo de tiempo libre tras esos trabajos miserablemente pagados más propios de esclavos que de una sociedad democrática que busca el bienestar para la mayor cantidad de gente posible. Así que, ya sea porque nos falta tiempo, porque nos falta dinero, porque nos falta tiempo y dinero o porque (y esta situación no la he mencionado claramente) somos de esos que estas condiciones de la mayoría hacen nuestra fortuna, muchas veces vegetamos y seguimos el curso de las aguas sin atrevernos a pensar siquiera en la posibilidad de mejorar. Pero sigo yéndome por las ramas.

Lo que yo quiero es hacer incapié en que para mejorar nuestra vida y las de los demás, lo primero es creer en que eso puede hacerse. Es como esa asignatura suspensa que odias y estás convencido de que jamás aprobarás. Aunque uno tenga que enfrentarse a un profesor capullo o algo de eso, la peor parte es superar ese creer que no se puede con ella, que todo esfuerzo es inútil, etc.

Creer es poder. Espero que, cuando me esté quejando de mi mala memoria para aprenderme el temario de magisterio, me lo recordéis. Cuando esté de vuelta en Válinor, sola y deseando volverme convencida de que no voy a poder aguantar ni un día más, recordádmelo también. Cuando crea que mi amor flaquea, cuando crea que mi capacidad para escribir es ninguna, cuando, en fin, crea cosas que me combiertan en menos de lo que soy ahora, por favor, que alguien me de un tirón de orejas para que recuerde que sí creo.

Zirbêth

domingo, agosto 01, 2004

SOL, GAZPACHO Y SARDINAS

O lo que es lo mismo, estoy de vuelta en Númenor. Una de las cosas que peor llevo de Valinor es lo mal que se come, incluso cuando vas a comer "bien". Así que no es de extrañar que mi pobre estómago quedase sorprendido y diarreoso ante la ingente cantidad de delicias gastronómicas con que mi mami tuvo a bien agasajarme cuando he ido a visitarla por primera vez desde que desembarqué en mi amada Isla de la Estrella.

Primero, un zumo de tomate con pimienta y tabasco, rico rico. Luego cosa de tres cuencos de gazpacho delicioso al que, según mi mami, debería haberle encontrado un sabor distinto porque llevaba verduras que no acostumbra a ponerle. Y claro que lo noté distinto, pero no de sus anteriores gazpachos, lejanos en el paladar de mi memoria, sino de las viandas que acostumbro a consumir en la otra isla. Y, para completar los festejos, sardinas a la brasa, o plancha, que no hay barbacoa en casa de mi mami. Probablemente engullí más de una docena, que ricas estaban. Eso sí, las sardinas fueron cosa de Pedro, que debería dejarse de comercializar productos gráficos y hacerse de oro como cocinero.

De postre, un par de suculentas ciruelas amarillas, un poloflash y una horchata (de eso no tienen noticia los ingleses). Ah, y un té, porque me estaba quedando sopa. Claro, en cuestión de minutos, muy escasos minutos, salí disparada al baño. Mi estómago había sufrido un choque cultural.

Zirbêth, disfrutando del sol y el calor abrasador con sibarítica apostura.