martes, abril 28, 2009

DE UNO EN UNO

Puf, siglos sin escribir. Como siga así, se me va a olvidar como hacerlo... Sin embargo, no paro de leer. Novela negra, principalmente. Qué horror, ya me he leído casi todo de Michael Connelly. Qué grande es, leñe. Quiero máaaaas.

Todos los libros están empacados. Los juegos y los CDs de música, también. En cajas están ya jerseys y pantalones de invierno, mantas, sábanas... Yo, en bata de baño. Llevo todo el día muerta de calor, pese a ir vestida la mar de primaveral: falda y camiseta. En una de esas, he ido al baño y me he quitado las medias. Unos segundos más, y me pilla el jefe jefazo con ellas en la mano. Pero ni por esas he dejado de sudar. Ni siquiera hacía verdadero calor, pero yo muertecita de él. De ese calor que se siente cuando uno tiene insolación. Pero sin insolación. En nada, al baño a refrescarme. Mañana no sé qué demonios me pondré.

Debería seguir llenando cajas. Casi toda la ropa y buena parte de las telas sigue en los que en dos días dejarán de ser su sitio. Mudanza, otra nmudanza. Lo he estado pensando mucho y me voy una temporada con mi madre: a sanear la economía, a ahorrar, a que me cuiden alimentariamente hablando. Echaré de menos mi pseudoindependencia, pero es por un bien mayor: irme a vivir sola de una vez por todas. Ya veré si es de alquiler o si, finalmente, me animo a comprarme algo. Lo que tengo claro es que estoy cansada de los vaivenes de compartir piso. Estábamos muy a gusto, hasta que llegó P. Insoportablemente insolidario. Que lo aguante su p*** madre, que yo paso. ¿Por qué tantos hombres se comportan como críos y luego se extrañan y quejan cuando se les regaña como a tales? La próxima vez que un tipo me diga que soy una madrastrona porque le digo que tire de la cadena, lo mismo os escribo desde la cárcel. Cacho guarro...

Cuando quiera un niño, lo pariré. Y espero que sea niña.

El intento de dejar la medicación, un desastre. Completo, absoluto desastre. Qué malita me puse, y qué metedura de pata más grande en el curro. Aún me estoy recuperando. Menos mal que no peligra mi puesto. Decididamente, nada hay que me importe más que mi salud y mi trabajo. Lo demás está muuuuy por detrás en mi lista de prioridades.

Me ha costado mucho decidir/asumir lo de volver con mi madre. Una parte de mí siente que es un paso atrás. Lo cierto es que sólo estoy tratando de coger carrerilla. Si quiero ser madre, más me vale ir teniendo un sitio propio en el que hacerlo. Y si no ser madre, tener más gatos. Una vieja loca de los gatos. Sí, ese es mi futuro: ronroneos y pelos.

Luego, está M. No sé muy bien que va a pasar con él. Lo de la medicación salió tan mal que no sé si quiero/quiere seguir. No sé si querré alguna vez volver a tener una relación de verdad. No sé si confío en los hombres lo suficiente. No sé si mis heridas han cicatrizadfo bien. No me refiero al innombrable Calvo, sino en general, a las experiencias vitales que implican hombres. Salvo amistades concretas, la verdad... En fin, que no sé. A lo mejor soy más feliz sin un hombre en mi vida. A lo peor es que, o me enamoro a lo burro y sufrientemente, o la cosa no cuaja...

Bueno, en realidad no quiero pensar en esto de momento. No debería pensar en ello, porque aún tengo el cerebro a media hasta. Hace falta al menos un mes de medicación constante para que todo se recoloque en su sitio. Tal vez, entonces, M. también vuelva a su lugar.

Ahora, me voy a la ducha. Quiero quitarme ese calor como de insolación con el que llevo todo el día a cuestas. Luego, me parece que me voy a dar una tregua, me voy a poner el pijama, a coger el libro que estoy devorando y a dormir. Mañana será un día duro, y pasado aún peor. Todo ha de estar listo para la mudanza el día uno a las nueve de la mañana.

Mudanza. Quéhorrorquéespanto...

Zirbêth.

martes, abril 14, 2009

DECLARACIÓN DE INTENCIONES








¡¡¡QUIERO UN HIJO SUYO!!!

Zirbêth, convencida de que "esto" le quitaría para siempre la depresión.

martes, abril 07, 2009

PARA SOBREVIVIR...

"Para sobrevivir, hace falta contar historias". Es la frase que puede leerse bajo el título de mi blog. Una frase que me llegó al alma mientras leía "La isla del día de antes", de Umberto Ecco.

No hace falta que os diga que últimamente no escribo nada. Sois testigos del paso del tiempo por este blog sin que haga una sola entrada. Que apenas tengo tiempo, que es un periodo de cambios, que bla, bla, bla. Lo cierto es que hace bastante que no siento ese impulso arrebatador por sentarme a escribir lo que sea. Me habré aburguesado, serán esas drogas que trato de dejar pero ellas no quieren dejarme a mí ("I don't like the drugs but the drugs likes me", que diría Marilyn Manson), será que prefiero el WoW o estar con mi chico...

No, lo cierto es que lo que explica que no me siente a escirbir es, sencillamente, que no me apetece hacerlo. Y menos aún sobre mi vida. Es evidente que tengo cosas que contar, que podría contar. Pero no me lo pide el cuerpo. Ni siquiera actualizo la lista de lecturas y mira que leo y leo sin parar. M. dice que como libros, y le hace gracia esa costumbre mía de tener la cama llena de libros, sobre todo bajo la almohada.

Bueno, ya que estoy, os conataré que he tratado de dejar la medicación, y me ha salido el tiro por la culata. Ahora mismo estoy de baja precisamente por eso. De vuelta a las drogas. El médico dice que es posible que yo sea de esas personas que no pueden dejarlas. Ya véis, una que salvo emborracharse de tarde en tarde y los dulces (vale, y los libros, pero aunque estuviesen impregnadas las páginas con algún alucinógeno, no soy de los que se lamen el dedo para pasar las páginas...), ha pasado de drogas toda su vida. Misterios de la vida, ya véis. O incongruencias. Lo que más rabia os dé. La cosa es que me ha sentado fatal y mi cerebro ha empezado a hacer cosas raras y el otro día metí la pata en el curro pero bien metida: menos mal que alguien se dio cuenta y subsanó el error (el horror) a tiempo. Y es que con la Agencia Tributaria es mejor no equivocarse...

Por otro lado, estoy pensando en mudarme. Pensándolo seriamente. Estoy cansada de compartir piso con gente insolidaria, y encontrarme todo sucio y patas arriba día sí, día también. Salvo Dani, que es un sol (y tan solitario como yo). Me apetece muchísimo vivir sola, y saber que, cuando llegue a casa por la noche, la cocina va a estar tan limpia (o sucia) como la dejé, que si quiero ir al baño no va a estar meado, que nadie me va a poner la tele a las tantas de la noche, o de la mañana, para ver a Nadal... No sé, a lo mejor me estoy volviendo intransigente, pero creo que ya tengo edad de vivir yo sola y dejar de compartir piso. Me va a costar dejar a Dani, porque él es estupendo, pero lo necesito. En un rato, salgo para ver un piso en Aranjuez. Es evidente que, para vivir sola, he de irme de Madrid capital: imposible ser mileurista y vivir en Madrid uno solo.

Así que, ya véis. De baja, con una necesidad de soledad aún más acentuada si cabe, sin ganas de ver ni a M. Creo que sólo tolero a mi madre. Y a ratos. Bendita, bendita soledad.

Zirbêth.