domingo, agosto 01, 2004

SOL, GAZPACHO Y SARDINAS

O lo que es lo mismo, estoy de vuelta en Númenor. Una de las cosas que peor llevo de Valinor es lo mal que se come, incluso cuando vas a comer "bien". Así que no es de extrañar que mi pobre estómago quedase sorprendido y diarreoso ante la ingente cantidad de delicias gastronómicas con que mi mami tuvo a bien agasajarme cuando he ido a visitarla por primera vez desde que desembarqué en mi amada Isla de la Estrella.

Primero, un zumo de tomate con pimienta y tabasco, rico rico. Luego cosa de tres cuencos de gazpacho delicioso al que, según mi mami, debería haberle encontrado un sabor distinto porque llevaba verduras que no acostumbra a ponerle. Y claro que lo noté distinto, pero no de sus anteriores gazpachos, lejanos en el paladar de mi memoria, sino de las viandas que acostumbro a consumir en la otra isla. Y, para completar los festejos, sardinas a la brasa, o plancha, que no hay barbacoa en casa de mi mami. Probablemente engullí más de una docena, que ricas estaban. Eso sí, las sardinas fueron cosa de Pedro, que debería dejarse de comercializar productos gráficos y hacerse de oro como cocinero.

De postre, un par de suculentas ciruelas amarillas, un poloflash y una horchata (de eso no tienen noticia los ingleses). Ah, y un té, porque me estaba quedando sopa. Claro, en cuestión de minutos, muy escasos minutos, salí disparada al baño. Mi estómago había sufrido un choque cultural.

Zirbêth, disfrutando del sol y el calor abrasador con sibarítica apostura.