domingo, mayo 07, 2006

MENOS MAL

A veces, la vagancia me supera y me quedo en casa pasando de casi todo. Ayer mismo, sin ir más lejos, y como me sentía regular a causa de un resfriado de esos mitad fiebre y mocos, mitad agotamiento, me pasé la tarde viendo capítulos de series inquietantes, en la camita, mientras mis pies recuperaban un volumen más cercano al real.

Pero el fin de semana pasado, casi me pierdo Efeyl por el maldito cansancio. Menos mal que El Destino quiso que los planes de salida temprana se retrassen y me diese tiempo a dormir muuuuchas horas. Y digo menos mal, porque me hubiese perdido una gran aventura y el ver a un montón de gente que conozco y a la que apenas tengo ocasión de ver.

Acabé, por supuesto, agotada, pero mereció la pena. Y eso que hubo algunas cosas que no salieron del todo bien. Las cabañas, por ejemplo, dieron mil anécdotas. La mía, sin ir más lejos, me sometió a dos noches de sauna intensiva, sobre todo la primera noche. Apenas dormí tres horas y media, porque me cocí en mi propio jugo, y eso que en un momento dado abrí la puerta y me quedé allí enfrente, en ropa interior, hasta que recuperé una temperatura por debajo de la de ebullición. Sí, me daba igual que alguien me viese. Fue espantoso, qué caloooor.

La partida no estuvo nada mal, y eso pese a que demasiada gente se pasó los dos días susurrando y no hubo demasiada verdadera interpretación. Aunque hubo momentos geniales, como el paseo con los ojos vendados por el mundo feérico para pedir una audiencia con el rey de las hadas (qué gran momento, aunque hubiese sido muuuucho mejor si la gente se hubiese metido en su papel de verdad y se hubiesen dejado de bromitas y demás; y entono el mea culpa, que yo también hubo un primer momento en que hice el moñas)).

Pero, sobre todo, está el hecho de poder ver a amigos que hace meses que no ves, algunos incluso llega a un año. Y conocer gente nueva, gente que vive en ciudades distintas a la tuya, pero que atraviesa media piel de toro si hace falta para poder sumergirse en estos saltos espaciotemporales y disfrutar de unas horas de teatro improvisado, que es a fin de cuentas de lo que trata el rol (palabra vilipendiada salvo en campos como la psicología y algunas técnicas de distensión empresarial). El que nunca lo haya probado, no sabe lo que se pierde. Sobre todo, en vivo. Yo es que jugué por primera vez con doce años y, sinceramente, espero poder seguir haciéndolo mucho tiempo más.

Zirbêth, aka Amae Dabra.

1 Comments:

Blogger Aldebarán said...

¿Ya te sientes mejor del resfriado?

Cambiando de tema ¡Cómo es de corrosiva la envidia! ¡Yo quiero ir al siguiente efeyl! ;-)

9:15 p. m.  

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