ESPERANZA ASSSURDA
No me puedo creer que yo no haya hablado de algo así aún... ¿O sí lo he hecho? Bueno, a lo que iba.
Una, en la vida, tiene amigos como camisetas: de todos los colores, o casi. Desde el amigo buenazo a más no poder al que le caen tortas desde todos los ángulos, hasta el caradura, golfo y listo calisto que siempre se sale con la suya a costa de pisar a otros. Pero, lo que son las cosas, uno les coge cariño, poco a poco, sin darse cuenta y, claro, cuando se confiesan por fin, porque se han dado cuenta de que tú no eres de las que juzga y condena, así, por sistema (que a veces sí lo haces, conste), pues ya es complicado decirles aquello de, "perdona, chato, pero no puedo seguir siendo tu amiga por razones de conciencia y principios*". Si es que ya se han hecho su lugar en tu corazoncito, te hacen reir (parece mentira, pero en mi experiencia, cuanto más golfos, más me hacen reir), tienen un no sé qué de tiernos que te hacen sonreir y no peder la esperanza de que, llegado el momento, cambiarán... La esperanza, es lo que tiene, la joía.
Bueno, hasta ahí, cuela. Porque he tenido montones de amigos golfos, sinvergüenzas, y demás, y al final han sentado cabeza y dejado la máquina de chulear (que no es la moto) colgada en el perchero de casa (justo al lado de donde otras han cogado...). Y por quienes han cambiado, lo que son las cosas, o les conocían y sabían perfectamente de qué pie cojeaban, pero siempre se resistieron y les censuraron (típico "es la única que se me resistió"), o no sabían nada y se convirtieron, ellas, en las depositarias de la imagen cándida que de sí guardaban como ideal inalcanzable en algún oculto rincón...
Vale, hasta ahí, aceptamos barco.
Pero ya la cosa cambia cuando llega el día en que el amigo golfo, que te ha hecho confidente de sus correrías, que ha pormenorizado todas sus conquistas, correrías y devaneos, ese amigo, por algún oscuro misterio que la ciencia no alcanza a explicar, se convierte en "causa" de tu amor.
No, chica, no. No va a funcionar, y no merece la pena siquiera que lo imagines, ni de reojo. Tú no encajas ni en la que se resiste, ni en la que le devuelve la imagen angelical. Tú, de algún modo retorcido, eres un colega de correrías. ¿Y por qué? Pues porque le has consentido, le has "reído la gracia". Y eso, en su pequeño cerebro, es tanto como ser como él. No le sirves para su personal regeneración. Porque, en el fondo, al pensar que eres un colega de correrías, que eres de algún modo como él, la ecuación se desequilibra y no consigue que seas ni la madre que le regañaba, ni la inocencia perdida que le devuelve a su ser.
Así que mejor, ni lo intentes. No, no, ni se te ocurra. Está destinado al fracaso, al más estrepitoso y doloroso de los fracasos. Porque, encima, pretenderá que sigáis siendo amigos. Total, si tú le conces, le entiendes, ¡si hasta tenías que habértelo imaginado! Ellos, sólo siguieron su instinto. Póbrecitos, si es que no pueden evitarlo...
Por eso, lo de las esperanzas estas reformadoras, mejor lo dejamos estar. Que no es plan de que, a una, la chulee precisamente uno de sus amigos. Mejor, dejemos que nos amarguen los desconocidos, y disfrutemos de esas risas que los amigos golfos, y la complacencia a la que lleva no saberse sus víctimas, proporcionan.
Zirbêth.
* Os juro que iba a poner algo interesante, pero se me ha ido de la cabeza...
3 Comments:
¿Recuerdas el programa "Lo que necesitas es Amor"? La tesis básica de casi todos los hombres era: "Vuelve conmigo, que voy a cambiar". Aunque fuera alcohólico y le zurrara a la mujer, había algunas algunas esposas que acababan volviendo. Como bien dices, la esperanza es así...
Por otra parte, hay hombres buenos que tienen muy en cuenta los sentimientos, mientras que hay otros que sólo van a pillar. Pues bien, al final el que más "pilla" es el caradura, mientras que la "buena persona" se come los mocos...
Un auténtico lío de vida.
Quien se enrola pensando "con mi amor lo haré cambiar" va por mal camino.
ahora me pregunto de quien estás hablando....
Baya
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