viernes, octubre 14, 2005

IMPRESENTABLE

Cualquiera que haya buscado trabajo alguna vez en los periódicos se puede haber encontrado alguna vez con anuncios de este tipo.

"Se busca secretaria de dirección titulada, hablando inglés, francés y alemán, con 3 años mínimo de experiencia, menor de 21 años, 1'75 de estatura, no más de 60 kilos de peso, rubia y de ojos azules. Interesadas..."
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Yo los he visto. Y alguna vez se me ha pasado por la cabeza responder diciendo que tenía todo eso, pero que o el jefe me ponía un BMW y la tenía de no menos de 17x5 (para fardar con las amigas, ya sabéis), o que pasaba... Es denigrante, sí, que cosas como no ser alta, no tener una línea maravillosa o no ser lo suficientemente mona sean lo que muchos consideran un criterio de selección. Nuestro país está plagado de feos ejemplos como ese. Mi madre me contaba el otro día que una chica le fue a pedir unos papeles porque la habían despedido de un nuevo casino de la Comunidad de Madrid por no ser lo suficientemente mona: allí lo importante no es dar bien las cartas o las fichas, no, es ponérsela dura al jugador. Y que nadie me venga con un "de qué te extrañas", porque no estoy extrañada: lo mío es asco, puro y duro. Así funciona nuestra sociedad: a pulsiones de la bragueta masculina (sobre todo, aunque no en exclusiva).

Me enerva esta segregación constante en base a la belleza. Pero me enerva en ambos sentidos. Porque tampoco son precisamente raros los casos en que ocurre precisamente lo contrario: las inseguridades y miedos sacan una de sus peores caras cuando aparece una chica guapa en escena. Todos los que se sienten amenazados reaccionan. Unos no hablan con ella porque ha de ser creída, otros no la quieren cerca porque sólo va a atraer a los salidos, muchas porque les va a quitar a los tíos, otros porque, porque, porque...

Unos más comedidamente: "es que viste demasiado llamativa"; otros en plan cafre: "lo que pasa es que va calentando a todos". El caso es descalificar a esa persona. Hablo en femenino porque, desgraciadamente, suele ser peor con ellas en este sentido, y porque conozco el tema mejor (soy mujer). Si, encima de guapa y buen cuerpo, es inteligente y tiene carácter, el festín para los buitres ya está servido. Desgraciadamente, esto es el pan nuestro de cada día y ellas acaban amoldándose mejor o peor a la situación.

Pero llevo muy mal que en mi particular remanso de paz ocurra eso. Que te lo hagan extraños, jode, pero que te lo hagan tus supuestos amigos es mucho, infinitamente, peor. Y me pone de muy, pero que muy, mal humor escuchar cosas como que "si Fulanita (la guapa) va a ocupar tal puesto, te arrepentirás" y lindezas similares. Cuánto infantilismo, cuánta envidia y cuánta manipulación barata, por Eru.

Zirbêth.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me recuerda a ese colectivo de feministas francesas denominado 'Ni puta ni sumisa'. El género masculino tiene a catalogarte en una de esas dos categorías. Si eres guapa y vas de llamativa, lo primero. Si intentas amoldarte al cliché que nos han reservado como el ideal de toda mujer, lo segundo. L. Etxebarría siempre ha denunciado que a ella por el mero hecho de tener el busto que tiene, siempre la han calificado como puta (¿el físico condiciona tu ocupación?)... ¡Qué absurdez! Pues eso, ni puta ni sumisa. Un besote, Magu.

PD/Jo, cómo progresa el blogger, ahora podemos autentificar los posts con contraseñas aleatorias... Es lo malo de perderse una buena temporada.

9:20 p. m.  

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