QUÉ VA A SER DE MÍ...
Digooo, de ellos. Porque, desgraciadamente, tengo un defecto que, el día que sea maestra, va a ser un problema si no logro controlarlo: la gente obtusa me pone muy nerviosa.
Me explico. El problema no surge siempre, evidentemente. Sólo salta a la palestra de vez en cuando, con individuos muy concretos: amigos con los que, en conversación, choco con que son muy cabezotas o que no entienden lo que trato de explicarles, o ambas cosas a la vez. Los primeros, a los que llamaré modelo R (o modelo "no, perooo"), son estos (o estas, que no me refiero sólo a amigos hombres, conste) a los que, por más que te esfuerzas en tratar de hacerles ver que eso en lo que se han empeñado no es viable, que hay que ir poco a poco, que deben tener en cuenta otros factores aparte del hecho de que a ellos les parezca bien, etc., no hay manera. Una ahí, tratando de ser diplomática, educada, sútil, de no decir las cosas de manera que puedan herir sus sentimientos, y nada, o hay modo. Claro, al final pierdo los nervios y acabo soltando las cosas con claridad meridiana e inequívoca, o lo que es lo mismo, llamándoles cenutrios cabezones* obcecados de mil pares de demonios. No importa que hayas pasado días tratando de hacerles entender X cosa o situación: cuando por fin revientas, te miran con esa mirada triste de reproche que te hace sentir la persona más cruel e injusta del mundo. Y, de verdad de la buena, que la intención no es hacer daño, es hacer entrar en esa dura mollera de una vez por todas determinada información. Pero nada, ha habido que recurir al mensaje directo y bruto: el tiempo que una puede dedicar a explicar algo a un amigo no es eterno. Desgraciadamente, hay más actividades en la vida que también requieren un mínimo de atención: dormir, trabajar, etc.
Al otro tipo, los "cortitos", lo llamaré modelo F (o de "ataque personal"). Por favor, que nadie se me mosquee ni me venga con que es que "esta se cree superior". Con todos los respetos: hay personas que son menos ingeniosas, despiertas, llamémoslo como queramos, para cierto tipo de conversaciones intelectuales, del mismo modo que hay verdaderas lumbreras en conceptos abstractos que luego, en conversaciones del tipo (por ejemplo) social-emocional, son unos negados. Nadie es perfecto (y yo menos que nadie). Bien, pues estos son los que, cuando tratas de hablar con ellos de algún tema que requiera cierto grado de reflexión, no son capaces de ir más allá de las perogrulladas, de la obviedad y los lugares comunes. Por más que explicas las cosas de cuantos modos eres capaz de ingeniar, ellos siempre "defenderán" la postura opuesta a la tuya (algunos incluso aunque en el fondo estén de acuerdo con tu opinión), por razones que no alcanzo a comprender (¿veis?, yo también soy obtusa muchas veces). Y, claro está, llega un momento en que pierdo los nervios.
Mediante una discusión tipo debate, suelo buscar el intercambio de ideas, de opiniones, el enriquecimiento a través del ejercicio del sentido crítico. Pero con estas personas, lamentablemente, al final se acaba en un callejón sin salida: la discusión no es tal intercambio, sino una especie de competición absurda donde, demasiadas veces, lo que el otro pretende no es ir más allá de donde ha llegado en sus reflexiones, sino algo complejo de definir y demarcar entre demostrar algo difícil de determinar (que sabe más, que es más abierto y tolerante a las opiniones ajenas, que ellos no pierden los nervios, no sé, mil cosas) y ¿dar la brasa? No sé, de verdad, no consigo ir más allá en mi análisis. La cuestión es que, digas lo que digas, ellos defienden la postura opuesta sin una argumentación propia, sino basándose en la supuesta autoridad de lo llamado "normal" (por decirlo de algún modo). Y claro, llega el día, tarde o temprano, en que se te acaba la paciencia y les dices a las claras que ya está bien. Pero entonces la has liado: que si eres una intolerante, que si que inmadura por no querer seguir hablando, que si eres categórica o llena de prejuicios... Es decir, como alternativa a la perogrullada, acuden a la descalificación personal disfrazada de crítica pretendidamente constructiva. Y, de nuevo, lo que sientes es una mezcla de frustración y hastío. Fin de la historia, porque, de nuevo, aparte de los esfuerzos didácticos por esos amigos, tienes una vida propia de la que ocuparte.
Lo siento. De verdad que lo siento. Y sé que, en parte, lo que me cabrea y me saca de mis casillas es el hecho de que yo misma me comporto así de vez en cuando (más cual modelo R que como el F, todo sea dicho).
Alguien me dijo una vez que los defectos que menos toleramos en los demás, son aquellos que más detestamos en nosotros mismos. Y ya se sabe que no se puede decir "de ese agua no beberé". Será que estoy muy liada, que los cambios me tienen muy nerviosa, lo que sea. la cuestión es que ahora mismo estos tipos de individuos me resultan insoportables. Casi tanto como el hecho de no ser capaz de controlar mejor el que me resulten insoportables. Debería darme igual y, sencillamente, evitar las situaciones en que estos dos comportamientos se puedan dar.
Zirbêth, dándole más vueltas a los mismo o, lo que es lo mismo, reflexionando y siendo (auto)crítica.
*Busqué hace relativamente poco cabezota y cabezón en el diccionario. En los lugares de Andalucía en que me críe, se usa cabezota para obcecado, pero según el diccionario, el término adecuado es cabezón. Cabezota, al parecer, hace alusión al tamaño, mientras que cabezón se usa tanto para el tamaño como para la obcecación. "Pa que veais...".
2 Comments:
toda esta historia tiene otra lectura. Yo, que ya no soy tan generosa jamas discuto con alquien que no me importe realmente, y esto por poco rato, pues me doy cuenta de que cada cual debe encontrar su propio camino hacia la verdad y dar coherencia a su vida según sus necesidades vitales del momento. Tampoco necesito afirmarme con mis opiniones, por tanto para mi discutir con alguien suele estar motivado por el cariño sincero y la generosidad, al fín y al cabo estas dando cuando estas opinando, salvo que lo hagas de coña o por obcecación, pero ya lo segundo para mi es dificil soy demasiado vaga. Tampoco niego que de las opiniones contrarias te puedes enriquecer pero no me interesa que el precio sea la acritud.
Ese es el problema, que discuto con gente que me importa. Además, lo admito, me gusta debatir. A veces, es un modo estupendo de verbalizar y dar forma a pensamientos que no tiene una muy definidos. Pero tienes razón, llega un momento en que sólo se logra acritud, y por eso me niego a seguir debatiendo con ellos. Pero no hay manera de que lo entiendan. Considero un defecto no ser capaz de superar esas situaciones sin que me supongan una ofuscación o un mal rato con el amigo que sea. Tengo que esforzarme en superarlo.
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