jueves, junio 17, 2004

MISERIAS DEL TRABAJO

Me aburro. Ya van tres días sin vender ni un solo ordenador. Te miran con cara de ansiedad cuando no vendes nada en una semana. Y lo que es peor, un ladrón de tiendas habitual está haciendo el agosto con nosotros, metiéndonos en líos con los jefes jefazos y haciéndonos parecer incompetentes o, lo que es peor, ladrones. Cómo me jode esta situación, de verdad. Las leyes en este país dicen que, a menos que pilles al ladrón con las manos en la masa, no puedes hacer nada. A lo más, prohibirle el paso en adelante. E incluso aunque sepas que ha robado y veas lo bultos sobresalir picudos debajo de la ropa, no puedes hacer nada.

Para mis flemáticos compañeros ingleses, esto parece ser nada, pero ayer, cuando me agaché y vi perfectamente sobresalir las tarjetas gráficas robadas debajo del abrigo del cabrón ese, y pese a ello no pudimos hacer nada, me puse furiosa. Y ya sábéis como me pongo cuando me enfado de verdad (los que me conocéis).

Lo peor de todo esto es que, de verdad, robar en la tienda es superfácil, y no sólo los accesorios expuestos como la tinta o las unidades ópticas, es fácil abrir la caja sin que nadie lo note y salir corriendo, porque está justo al lado de la puerta de salida y a veces no queda otra que dejar el frente de la tienda solo. Además, cualquiera puede ver desde la calle cual es el dispositivo manual para abrir la caja (una triste palanquita bajo la caja registradora y por la parte de la espalda, es decir, la parte que da a la calle) sin llevar a cabo ninguna transacción y controlar cual es el mejor momento para robar, puesto que pueden ver cuanto dinero se va metiendo y cuando no hay nadie vigilando. Así que, por tres días consecutivos, nos han robado accesorios o dinero, y hoy ha venido un jefe jefazo a hacernos preguntas e insistir en que tiene que ser alguien de dentro el que está robando de la tienda. Sinceramente, lo dudo mucho. Y me da igual que él afirme que en todos los años que lleva en la tienda nadie ha robado de la caja. Es absurda y ridículamente fácil entrar y llevarse dinero de la caja sin ser visto y, si no les ha pasado antes, es porque han tenido mucha suerte.

Estoy furiosa.

Zirbêth.