miércoles, junio 09, 2004

LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO

No, no estoy leyéndome ese conocido título, ni he visto la película. Es que he empezado otra vez a usar la bici, como parte de mi operación biquini, por un lado, y por el otro para ver si me ahorro el dinero del bus. Junto con la medida de beber mucha agua, ya son dos puntos de mi plan de adelgazamiento que estoy llevando a la práctica con éxito. El tercero, eliminar las guarrerías de la dieta, sigue en proceso de intento. La parte buena es que bebiendo tanta agua se me quita buena parte del hambre, así que, cuando cómo helados y demás, sólo es por gula y no suplen a la parte de la dieta alimenticia normal. No estoy muy segura de que sea una ventaja...

Pero volvamos a la bici. El clima inglés es, como sabéis o imagináis, nauseabundo, pero poco a poco te vas acostumbrando y se hace menos duro. Por ejemplo, al principio siempre que llovía llevaba el paraguas en un vano intento por evitar mojarme demasiado. Ahora, sólo uso capuchas y chubasqueros y, si no hace mucho frío, me mojo tranquilamente. Bueno, pues con la bici voy a tratar de hacer lo mismo: acostumbrarme a usarla empezando en verano y no dejarla salvo en casos de verdadero aguacero o hielo en la carretera. Quiero hacer ese mínimo de ejercicio, aunque sólo sea para seguir poder comiendo guarrerías sin engordar como un cerdito.

Así que nada. Armada de mi casco y las zapatillas de deporte, amén de ropa adecuada y sudable, me voy cada mañana al curro de esa guisa, me cambio al poco de llegar (sudo como un animal) y me embadurno en desodorante barato y aromatizante. Mi ropa de oficina la dejo en la tienda, cambiándola cuando es necesario lavarla, y al final del día me cambio otra vez y me voy a casa, o a donde se tercie. Todo esto, además, tiene la ventaja de que mis compañeros insisten menos en que me vaya de pubs al salir, aspecto este que me desagrada bastante, porque, al menos de momento, tengo vida propia y me gusta dedicarle al trabajo las horas propias del trabajo. Alguna vez, vale, voy y me tomo una cervezita, pero por sistema como hacen ellos, ni hablar.

Y para terminar una pequeña reflexión: que miedo dan los camiones y los buses.

Besitos,

Zirbeth