miércoles, mayo 23, 2007

EMPUJÓN

Tras un martes de infarto en que todo salía mal, prometía salir mal o amenazaba con salir mal, hoy ha sido un día bastante bueno. Si a pasarse el día de mudanza se le puede llamar un buen día, claro.

Yo, lo considero bueno. Ya sólo quedamos en casa mi cama, mi armario, mi mesa de ordenador, mi tele y yo. Salvo el sofá grande, que nos ha vencido en cruenta batalla y no hemos logrado sacarlo por la puerta de la casa, cuatro cosas de cocina y la cómoda de la entrada, todo lo demás ya está en la otra casa, aunque reste ordenar y ubicar definitivamente muchas cosas. Hoy hemos llevado el dormitorio de matrimonio entero, parte del salón y el baño. Hemos colocado muchas de las cosas en su lugar definitivo y limpiado otras tantas más. Un buen trabajo.

Desde esta noche y hasta que dejemos el piso completamente, estoy ¡SOLA EN CASA! Lástima no poder compartir estas noches de soledad como y con quien me gustaría. Pero nadie me despertará al salir por la mañana, jejeje, y podré poner la música que me guste cuando me guste. Menos da una piedra, ¿no?

Lo más importante, sin embargo, es que me vuelve a funcionar la conexión debidamente, porque ayer me estresé mucho al comprobar que no me aceptaba el uso de los navegadores. Y es que no soy nadie sin mi ordenador, sin leer el periódico por la mañana, repasar los blogs y escribir, cuando se tercia, en el mío. Además, a partir de ahora necesitaré la conexión muchísimo, porque voy a traducir un libro sobre armas antiguas y medievales, y eso significa que necesitaré consultar la red continuamente.

Zirbêth.

ÚLTIMA HORA: hemos vencido al malvado sofá de de tres plazas y dos metros, y lo hemos obligado a ocupar su lugar en el nuevo salón. ¡Victoria!