sábado, abril 28, 2007

LEONES DE MONTAÑA

Las madrugadas son territorio felino. Por eso, no es de extrañar que, en medio de un bosque, a las cinco de la mañana, el encuentro entre dos grandes leones de montaña resultase tan espectacular.

No tenemos muchos datos. No sabemos si se batieron por una presa o fue una cuestión de territorio. Sólo se sabe que llegaron separados, se estudiaron durante interminables minutos, mirándose de lejos y enseñando sus temibles colmillos. Los demás animales del bosque contemplaron el combate con revencial respeto. Ninguno se atrevió a respirar siquiera.

En un momento estaban inmóviles, y al instante siguiente rodaban uno sobre otro, confundidos sus cuerpos en la oscuridad, los rugidos y zarpazos rompiendo el silencio de la noche. Se separaron y volvieron a saltar uno sobre el otro, ninguno parecía dispuesto a doblar la cerviz. Sin embargo, el combate no duró mucho. Tan rápido como empezó, finalizo, y ambas fieras desaparecieron juntas en la noche, una en pos de la otra. Atrás sólo dejaron la tierra removida y surcos en el suelo allá donde sus fuertes patas se habían sujetado con las garras.

Alguien creyó ver un ligero rastro de sangre. Alguien afirmó que el animal más pequeño fue el que sangró. Y alguien dijo que fue al saltar esa primera sangre cuando el animal más grande detuvo su ataque. Hay quien dice que los vieron horas más tarde, caminando juntos en la madrugada.

Los grandes felinos cazan siempre en la noche. Especialmente cuando no piensan devorar la presa.

Zirbêth, leona de montaña.