viernes, noviembre 24, 2006

ALERTA GATUNA

Ayer por la tarde, al irme a estudiar a mi cuarto, un sonido que me solivianta y me revuelve de arriba a abajo siempre que lo escucho, inundó mis oídos con la premura del desamparo.

Sé que no soy la única en este cibermundo a quien los gatos le parecen las criaturas más asombrosas del universo, o que al escuchar el maullido lastimero de un cachorrillo abandonado, el corazón le da un vuelco y siente la imperiosa necesidad de ofrecerle consuelo y cobijo, de algún modo.

Desde que le escuché la primera vez, traté de encontrarle y cogerle. Lloraba con ese maullido característico del miedo de un "niño". Pero, por más que lo intenté, no conseguí dar con él. Mi madre me dijo que llevaba maullando toda la mañana y que había intentado cogerlo varias veces, pero sin éxito. Durante todo la noche, sus maullidos me han despertado, aunque seguía sin conseguir averiguar de donde procedían exactamente.

Finalmente, a las seis y cuarto de la mañana, sus lamentos han sido tan continuos y a tal volumen, que he conseguido averiguar donde se escondía. Tras unos veinte minutos de maullidos, suyos y míos, de gente madrugadora mirándome con cara de alucine al verme sentada en mitad de la calle en pijama y chaqueta al lado de un coche en conversación gatuna; al fin, a eso de las siete menos veinte, he conseguido, con la ayuda de una olorosa y seguro que suculenta (estaba muerto de hambre)loncha de chooped, que saliese del chasis de la dirección del coche en que se había metido. Ha empezado a comer mientras trataba de llevarse la loncha de chooped, momento que he aprovechado para cogerle, loncha colgando. Me ha bufado, se ha puesto tenso como cuerda de arco, pero, eso sí, sin soltar la comida.

Estaba sucísimo. Parecía gris oscuro y de pelo largo. Supongo que la mierda puede presentar apariencia de extensiones, y que el tener el pelo de punta y bufando también ha ayudado. Y está famélico. No me ha arañado ni una vez y, la única vez que me ha mordido, ha sido porque mi dedo era el soporte de la loncha de chooped. Después de darle otra loncha y algo de leche, he tratado de calmarlo con caricias y calor. Me ha puesto pringando dos camisetas, pero se ha ido calmando y durante un rato ha dormitado en mi cuello mientras ronroneaba sonoramente.

De repente se ha inquietado de nuevo, ha empezado a maullar y, el pobre, se ha hecho una diarrea verde y apestosísima. Menos mal que en ese momento yo ya había decidido que había que bañarlo (el trapo húmedo no conseguía arrastrar la mierda, consistente en grasa de coche y tierra, sobre todo). Primero, al caer el agua del lavabo, se ha lanzado sobre esta y ha estado bebiendo un buen rato. Y cuando le he empezado a lavar (jabón de glicerina y agua calentita) es cuando ha empezado a hacerse diarrea. Se quejaba, tenia el culete taponado, y al final el pobre ha hecho lo que parecía una caca más sólida, pero que al entrar en contacto con el agua, lo que ha salido era un trozo de plástico a medio digerir.

Le he comprado comida apropiada y arena, aunque eso ha sido después de bañarlo (no ha protestado, pese a hacerle pasar por debajo del grifo dos veces, pues se ha vuelto a pringar de caca diarreosa*) y secarlo con la estufa. Animalito, no ha protestado casi y, pese a que sigue aterrorizado, se ha mostrado bien dispuesto a soportar el ruído del calefactor.

Ahora, está metido en una caja con mis pantalones de forro polar, asustado todavía. Se esconde al menor ruido, sobresaltado, y si se queda sólo mucho rato en la habitación, empieza a maullar, nuevamente lastimero. Aún no juega, aunque ronronea cada vez que lo cojo o le acaricio, pese a su primer impulso de salir corriendo. Debe haber pasado una noche horrible (o más), con el viento, la lluvia, los perros, los coches y los transeuntes ruidosos.

Tras quitarle la mugre, he descubierto un gato gris pardusco, sin las líneas muy bien definidas, escuálido y, creo, macho. Aún no ha sacado la cola de entre las patas. No debe tener más de cinco semanas. Aunque a mucha gente los gatos les dan grima y tienen una relativamente inmerecida fama de ariscos e intratables, a mí me despiertan una enorme ternura, tanta, que escuchar un gato llorando me pone en estado de absoluta alerta y no puedo quedarme parada. De algún modo, me siento identificada con esa indefensión arisca, ese necesitar ayuda pero estar tan asustado o herido que no permites que nadie se acerque a ti para ayudarte, socorrerte y consolarte. En los dos meses aproximados que llevo aquí, este es el segundo gato que rescato. La primera fue una gatita de unas dos o tres semanas, con los ojos aún azules de la lactancia. Era tan tierna que, al llevarla al veterinario para ver si estaba bien, un chico me dijo que si se la daba. Era una preciosidad.

Este nuevo rescatado no es tan bonito, ni tan tierno. No es arisco, pero a cada ruído sale corriendo. No es tan mono, porque ya no es un bebé, aunque sea todavía un "niño" muy pequeño. Pero necesita un dueño que le de un hogar y la tranquilidad que necesita. Y yo no puedo ser ese dueño. Vivo en casa de mi madre, y a P. los gatos le ponen muy nervioso. Igual que hay gente, como yo, a quien ver moverse con esa elegancia innata o acariciar su suave y flexible cuerpo nos encanta y relaja, a él le ponen nerviosísimo.

Este gatito, con la tripa mala de a saber qué que ha comido, escualido y asustado tras días abandonado a su suerte (y digo abandonado porque un gato arrabalero no llora y llora, se busca la vida y jamás deja que un humano se acerque a él) necesita un amo y un hogar. Para quienes piensen que viven en un piso pequeño y que no va a poder darle lo que necesita, que piense que, en la calle, en pocos días estará muerto.

Así que, por favor, si alguien quiere y puede ofrecerle un hogar, que me lo diga. De lo contrario, en pocos días tendré que llevarlo a la protectora, donde ya os imaginaréis que sus días estarán contados.

¿Algún amante de los felinos en la sala?

Zirbêth.

*Me ha quedado un poco escatológico, ¿no?

3 Comments:

Blogger Azelaïs de Poitiers said...

Joooo qué mal cuerpo se me ha quedado, sigh. Ya sé lo qué es encontrarte un gatito abandonado. Se te ponen las tripas en un bolo y no puedes pensar otra cosa que "a este bicho no lo puedo dejar en la calle".

Bufff, prueba a poner carteles, a veces hay milagros. Nosotros encontramos un gatito negro chiquitín precioso que después de poner carteles resultó tener un dueño que estuvo encantado cuando lo encontró. El tipo lo había cuidado bien, lo había vacunado y todo, pero en un descuido el gato (el muy trasto que era) se le debió de escapar de casa... y cuando lo encontró por los carteles que pusimos estaba encantado.

Pero desgraciadamente esas cosas pasan poco y generalmente la gente es más hija de puta y le importa poco abandonar a un pobre bicho y que tenga que buscarse la vida. Y sí, se nota (y mucho) cuándo un gato no es callejero. No sabe buscarse la vida y generalmente dura poco.

Espero que encuentres a alguien que pueda encargarse de él. Lo dicho, pon carteles y eso... a fin de cuentas es lo suficientemente chiquitín como para que alguien se encapriche con él...

A quienes te lean una vez más digo que no hay bicho con quien compartas tu vida con un gato. Esos seres elegantes y a quienes da gusto acariciar, pero que también vienen a recibirte cuando llegas a casa, se te suben encima para ronronear con tus caricias, te piden mimos y te chupan la nariz para demostrarte su cariño y nunca te dejan solo cuando lo necesitas (cualquier "padre" de gato te asegurará flipando que nadie le ha cuidado cuando ha estado enfermo como su gato). Así que ya sabéis... no os arrepentiréis, así que por qué esperar... este gatito necesita ayuda ya. Además (y por último) un gato que ha sido abandonado puede que sea más cariñoso que ningún otro. Al menos es lo que hemos podido observar en Dana, la gatita que adoptó la madre de Marcos, que ha resultado ser una bicha mimosísima y encantadora.

¿Quién necesita más motivos?

4:08 a. m.  
Blogger Gil-Galen said...

Ójala pudieramos adoptarlo nosotros, pero como bien sabes, ya tenemos dos, y los dos son recogidos en la calle.

Es una lástima que haya gente que abandone así a esos bichitos encantadores (sobre todo cuando son pequeños) que lo único que buscan es cariño, juego y comida (aún no he podido descubrir en qué orden xD). Que te vigilan cuando estás enfermo (mi primer gato dormía con el que estuviera enfermo en la casa, incluso con mi hermano mayor, que habitualmente no le hacía caso), se restriegan ronroneando a tus piernas (sobretodo cuando vas a beber un vaso de agua por la noche y no quieres encender la luz del pasillo), duermen encima tuyo dándote calorcito (sobretodo si es pleno verano... para darte MÁS calor todavía), te piden que les acaricies poniendo la cabeza en tu mano (sobretodo cuando estás leyendo ese libro tan interesante que te acaban de regalar), que juegan con cualquier cosa (y si es un trozo de tu tela preferida que estás cortando en ese momento o el patrón que acabas de terminar, más divertido porque así le persiguen).

Espero que encuentres un hogar para ese gatito pornto :-))

11:34 a. m.  
Blogger Rhiwen said...

JOooooooo!! No hay derecho, yo quiero tener un gatito y no puedo (ya se sabe q contra la alergia no se puede hacer nada)... No es justo, no es justo, no es justooo!!! :-(
Cada día echo más de menos a mi gatita, hasta el punto de ponerme a llorar cuando me acuerdo de ella... como ahora, sniff sniff.
A ver si el pobre encuentra casita pronto
besotes!!!

9:37 p. m.  

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