viernes, noviembre 24, 2006

AGUA

Estoy nadando en medio del océano atrapada en una tormenta. Mi barco ha naufragado, se ha ido entero a pique. No encuentro donde agarrarme, ningún asidero, no hay salvavidas, ni balsa hinchable de emergencia. Llevo muchas horas nadando y las fuerzas ya no me llegan. Me hundo bajo las olas, la luz se hace más tenue, dejo de moverme. El aire se me agota y los pulmones duelen. Llevada por el miedo, pese al cansancio, vuelvo a nadar hasta alcanzar la superficie, justo cuando de mis labios escapa la última burbuja de aire exprimido. Doy una bocanada desesperada, vuelvo a bracear, consigo mantener la cabeza fuera del agua. Durante varios minutos, ninguna ola cubre mi cabeza. Empiezo a pensar que la tormenta amaina, que la luz es más intensa, la lluvia cesa y parece que vislumbro a lo lejos una costa sin rocas. Pero de nuevo una ola me revuelca, me sumerge. Ya no sé donde está el arriba y donde el abajo. La luz se ha ocultado tras nubes negras cargadas de rayos. Trato de nadar, de salir a la superficie. Me duelen todos los músculos, me dejo llevar, no lucho. De nuevo, el agua me rodea, y ya no nado. El aire se me va acabando, veo las últimas burbujas, una vez más, subir, traspasadas por una luz más benévola. El dolor, como la esperanza, renace con la claridad. De nuevo, pese al agotamiento, nado hasta la superficie. De nuevo, el aire inunda mis pulmones, parece que la tormenta amaina, veo a lo lejos la costa...

Desde la profundidad de mi enfermedad, me debato contra síntomas físicos y psíquicos. A veces, tengo la sensación de que ya salgo de esta enfermedad, de que diviso la costa y la tormenta amaina, y me esfuerzo por normalizar mi vida, por encontrar un trabajo, hacer ejercicio, estudiar... Pero, de nuevo, empeoro. Vuelvo a no ser capaz de concentrarme, a no lograr salir de mi casa, a no soportar ni el estrés que supone ir en el metro a la consulta del médico. A esos síntomas físicos, sospecho que se unen somatizaciones físicas, como la fiebre y el mareo constante.

Por eso, sé que superar esto va a ser largo y difícil. Y uno de los aspectos más duros es la sensación de fracaso y desesperación que acompañan a cada recaída. No hay nada peor que esperanzarte para descubrir que tu esperanza era sólo un espejismo.

Al menos, vuelvo a escribir.

Zirbêth, introspectiva y metafórica.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola
Así que vuelves a escribir, que bien, iré leyendo de vez en cuando. Te deseo lo mejor. No intentaré decirte como ponerte bien, porque no lo sé. Pero sí que conozco una frase; "Ocúpate de lo que te puedes ocupar y deja que el resto te importe una mierda". Así que ahora a cuidarse, y al infierno lo demás
De Valk
(PD: y si no se quiere ir voluntariamente al infierno, just drop me a line, I will take care. My way.)

2:43 p. m.  

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