lunes, abril 17, 2006

CITA: EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY. EXCURSIONES.

Estoy disfrutando esta nueva lectura, no tanto por la historia que cuenta como por cómo está contada dicha historia. No llevo mucho leído, pero la insatisfacción de Connie debida a la impotencia física por un accidente de su marido, es en realidad una excusa para una reflexión sobre el amor, el sexo y las hipocresías sociales que las envuelven en la Inglaterra de la postguerra de la 1ª Mundial. El libro rezuma fino humor inglés por todas las páginas y no disimula sus intenciones al emplear a este matrimonio y sus conocidos y amistades para destrozar los convencionalismos y demonizar, o simplemente desmitificar, tanto el amor idealizado como la ocultación del sexo como lo que muchas veces es: simple modo alternativo de relacionarse e incluso pasar el tiempo.

Clifford, en su silla de ruedas, pasea con su esposa por el bosque de su propiedad. Él sigue "confundiendo" el pasado de Inglaterra con el presente y, de un modo no carente de nostalgia, quiere conservar lo que queda de ese bosque suyo intacto para el futuro de Inglaterra. "Si no se conserva algo de la antigua Inglaterra" -dice- "no habrá Inglaterra en absoluto". Y es por eso que continúa:

"- Y nosotros, los que tenemos estas cosas y las comprendemos, tenemos el deber de mantenerlas.

Se produjo una pausa triste.
- Sí, durante algún tiempo.
- ¡Durante algún tiempo! Es todo lo que podemos hacer. Una pequeña contribución. Creo que en mi familia cada uno ha hecho lo que ha podido desde que tenemos esto. Puede uno estar contra los convencionalismos, pero hay que respetar la tradición.

De nuevo hubo una pausa.
- ¿Qué tradición? -preguntó Connie.
- ¡La tradición de Inglaterra! ¡De esto!
- Sí -dijo ella lentamente.
- Por eso hay que tener un hijo; uno mismo sólo es un eslabón de la cadena -dijo.

Connie no sentía ninguna admiración por las cadenas, pero no dijo nada. Estaba pensando en la curiosa impersonalidad del deseo que tenía él de tener un hijo.
- Siento no poder tener un hijo -dijo ella.

Él la miró fijamente, con sus ojos expresivos azul pálido.
- Casi sería bueno que tuvieses un hijo con otro hombre -dijo él-. Si lo educáramos en Wragby nos pertenecería a nosotros y a este lugar. No creo muy intensamente en la paternidad. Si tuviéramos un hijo que críar, sería nuestro y él continuaría. ¿No crees que vale la pena considerarlo?
Por fin le miró. El niño, su niño, no era más que un "lo" para él. ¡Lo... lo... lo...!
- ¿Y el otro hombre? -preguntó ella.
- ¿Y eso importa mucho? ¿Es que esas cosas nos van a afectar a nosotros? Tú tuviste aquel amante en Alemania... ¿Qué queda ahora de él? Casi nada. Yo creo que esos pequeños actos y esas pequeñas relaciones que tenemos en nuestras vidas no importan demasiado. Se terminan y ¿en qué quedan? ¿En qué? ¿Qué se ficieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores...? Sólo lo que dura toda nuestra vida tiene importancia; mi propia vida es lo que me importa, en su larga continuidad y en su desarrollo. ¿Pero qué importan las relaciones momentáneas? ¡Y especialmente las relaciones sexuales mopmentáneas! Si la gente no les da una importancia excesiva, pasan como el apareamiento de los pájaros. Y así debe ser. ¿Qué importancia tiene? Es la compañía de toda una vida lo que importa. Es el vivir juntos día a día, no dormir juntos una vez o dos. Tú y yo estamos casados suceda lo que suceda. Tenemos cada uno la costumbre del otro. Y la costumbre, en mi opinión, es más vital que una excitación momentánea. Esa cosa larga, lenta, duradera..., eso es lo que nos hace vivir...; no un espasmo casual de la clase que sea. Poco a poco, viviendo juntas, dos personas adquieren una resonancia unísona, vibran íntimamente de manera común. Ese es el verdadero secreto del matrimonio, no el sexo; por lo menos no la simple función del sexo. Tú y yo estamos entrelazados en un matrimonio. Si nos aferramos a eso podríamos encontrar un arreglo para el asunto del sexo como arreglamos una visita al dentista; puesto que en ese aspecto el dentista nos ha dado un jaque mate físico.

Connie seguía sentada, escuchando con una especie de asombro y una especie de miedo. No sabía si él tenía razón o no. Por una parte existía Michaelis, a quien ella amaba; al menos eso se decía a sí misma. Pero su amor era de alguna forma sólo una excursión de su matrimonio con Clifford; de su larga y lenta costumbre de intimidad formada a través de años de sufrimiento y paciencia. Quizá el alma humana necesite excursiones y no haya que negárselas. Pero lo que define una excursión es que luego se vuelve a casa."
El amante de Lady Chatterley, David Herbert Lawrence, Ediciones Orbis S.A. y RBA Proyectos Editoriales 1982 (traducción de Bernardo Fernández).

Zirbêth.

3 Comments:

Blogger Baya de Oro said...

tengo un conocido que se ha dedicado a "excursionear" por media España. Ha destrozado su matrimonio, su mujer está con depresión y anorexia, su hijo mayor de 7 años está muy agresivo, el pequeño apenas le conoce... ¿que quieres que te diga? Si quiero una excursión me voy al monte con mi marido y hago el amor debajo de un pino, que siempre es emocionante eso de "a ver si nos pillan"

9:48 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Para mi una relación de pareja se basa en la confianza mutua y total, y esas excursiones son una traición a esa confianza, si tu animo es el de ir de excursion cuanto mas mejor, es muy sencillo, no tengas una pareja.

12:40 p. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

A veeeer, que esto se ve que necesita una aclaración. Que noooo, que no soy partidaria de las "excursiones". Que es sólo una citaaaa.

Zirbêth, ex-excursionista (qué engorro eso de madurar y hacerse persona decente XDDDDDD).

6:16 p. m.  

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