jueves, enero 20, 2005

UN LUGAR DE HONOR

Una vez reconocido (de darse cuenta) y reconocido (de admitir) que tengo un problema de adicción a los calcetines, he decidido ser consecuente y tomarme mi patología del comportamiento en serio. Así que, en mi nueva casa, les he dado un lugar preeminente y especial. He comprado (pos dos euros, dos) una estupenda cesta múltiple colgable de red negra, de seis estantes, cada uno con el agujero redondo de acceso en una posición distinta de su configuración circular, que he colgado de la barra de la cortina y junto a la ventana y el armario. Debe medir más de dos metros de altura (¿dos cuarenta?) y cada estante tiene un diámetro de unos veinticinco centímetros y una altura de unos treinta y cinco o cuarenta centímetros (es un cilindro).

De arriba a abajo, el primer estante contiene calcetines de dormir de colores y alguno sin uso fijo; en el segundo, los blancos, en el tercero y cuarto, los negros, en el quinto, calcetines desparejados (conflictos lavadoriles) y el sexto, de reserva, pues tengo aún calcetines esperándome en Válinor y el mundo está lleno de posibilidades.

Por cierto, que no me he comprado ningún par en lo que va de enero.

Zirbêth.