domingo, diciembre 12, 2004

EN EL PRINCIPIO

Creo que todo esto empezó en una carta a un amigo, del que hace meses, por cierto, que no leo una palabra. No recuerdo de que le estaba hablando en concreto, pero sí que era algo que me causaba aburrimiento. Le decía: "Cuando empiezo a pensar en ordenar los calcetines por colores..."

Debí haber sospechado que aquella inocente afirmación no tenía una sola fibra de inocencia. Y es que ya tenía la costumbre de ordenar los calcetines por colores. Y por largo, por usos, por temporadas, por afectos... Es cierto que no me permitía tener tantos, y que si lo hago ahora es porque trabajo en una tienda donde son baratísimos y a veces hasta me salen completamente gratis. Pero no es menos cierto que, unos días antes de venirme a Válinor, me fui a un mercadillo y me hice de unos veinte pares, asunto que Pedro me criticó porque, según me dijo, en Inglaterra eran muy baratos y buenos. Y sí, tenía más razón que un Valar.

Para mí, Valinor siempre será el reino de los calcetines. Por cierto, tengo tres nuevos pares.

Zirbêth, obsesa assurda.