sábado, noviembre 06, 2004

CALCETINES Y CUENTOS

Antes de conectar el ordenador después de la siesta, he sacado las cosas que había en el arcón (por llamarlo de algún modo) sobre el que tengo la torre. Dentro tenía guardada ropa de verano, algunos pares de zapatos y mi sarí verde. Sigue manchado de tierra, como cuando lo compre de segunda mano por quince libras, hace ya tanto tiempo, pero necesito una bañera para lavarlo, es muy grande. Dentro de veinte días, lo llevaré a España. Y con él, la bolsa que descansaba al fondo del arcón con veinte pares de calcetines. Me encantan los calcetines, que le vamos a hacer, y fue una oferta que hubo en la tienda de dos pares por veinte céntimos, a lo que había que sumar el quince por ciento de descuento por ser empleada. Me llevé dos bolsas enormes, y muchos de ellos están ya en España, pero aún me quedan esos veinte pares nuevos, sin usar, en una bolsa. No sé donde voy a meterlos, la verdad.

Luego, he abierto el Word y me he puesto a releer uno de los cuentos que estoy escribiendo y he escrito una página más, pero me parece que el estilo es muy diferente al que suelo utilizar y está quedando raro. Eso me pasa por escribir los cuentos por etapas. Se me ocurre una idea y me siento, pero muchas veces es una idea sin demasiada definición, y no sé a donde me va a llevar. En ocasiones, tardo meses en retomarlos y son fruto de tres joranadas separadas por cientos de días, como ocurre con Un paseo por la playa. Aunque últimamente escribo más, y con más constancia también. Pero noto la gripe y estoy torpe, así que no he logrado avanzar mucho. Pero me gusta este cuento, es muy distinto a todo lo que he escrito antes, no en estilo, sino en tematica. Hasta me está apeteciendo meter sexo, cosa que no suelo hacer, no sé porque.

Bueno, al final me dormí leyendo a las pocas páginas, aunque mi compañera de piso me ha despertado a son de reague. Le tengo que pedir que ponga los altavoces en otra pared, porque ahí resuenan mucho. Y he soñado con una playa llena de leones. Me gustaría saber que opina la maga/meiga amiga de Maguncia. Me gustaría que me echase las cartas. Cuando vaya a verle a Sevilla, a ver si la llamamos, porque creo recordar que vive en Canarias, y que me las eche por teléfono. Soy atea perdida, pero me hacen gracia estas cosas.

Bueno, creo que, dado que estoy assurda perdida, me voy a ir a ver una peli mientras como galletas imaginarias, que no tengo. Aunque puedo comer miel. Sí, eso estaría bien. Aunque no quiero recuperar el peso perdido, ahora que por fin estoy adelgazando. En fin, buenas noches. Seguro que la mayoría andáis por ahí de sabado sabadete, y por eso no escribís. Pues nada, yo también os abandono.

Zirbêth