viernes, noviembre 05, 2004

Y AHORA, ¿QUÉ?

Es que no sé que hacer, estoy tan confusa. Los ramalazos de la esperanza que aún no mueren aletean por mi cabeza, mientras me esfuerzo en no pensar para no sentir. Trato de no hacerme daño. Esta vez, que el dolor venga de fuera, que no sea autoinflingido.

Quiero sentarme y escribir, como me aconseja Iris, pero no me sale nada coherente. Toso y toso, la gripe se ha ido abriendo paso hasta el pecho, ya lo ha tomado, pero sin abandonar sus plazas en la garganta y la nariz. No sé, sinceramente, si podré ir a trabajar mañana.

Tengo el alma hambrienta, y ningún supermercado está abierto a estas horas, con lo bien que me sentaría un poco de zumo. Los ingleses están celebrando hoy que capturaron hace años a un tipo que quería volar el parlamento. Cohetes y más cohetes, no me dejan dormir. Demasiado embotada para leer nada interesante de verdad. Mi compañera de piso, finesa, se pasa el día escuchando a José El Francés, que cosas. Y yo no puedo leer algunas de las cosas que escribe Descubrimientos, porque no para de hablar de amor, de sentirlo, de tenerlo, de perderlo, y yo estoy muy implicada con esas palabras en estos momentos.

Raquel me dice que sienta la tristeza. Manjak no lo dice, pero sé que lo piensa. Se que lee y dice, no seas tan racional, no lo pases todo por el frío filtro de la mente, siente, padece, sufre, es lo que toca, el paso en tu camino, no lo has elegido, pero está ahí, siente intensamente. Tentador, muy tentador. Pero no puedo, no ahora. No sola, sin nadie a quien abrazarme, en cuyos brazos dormirme cuando caiga exahusta y ya no me queden más lágrimas. No, no puedo. Como tampoco puedo seguir escuchando la vocecita de la esperanza, la que insiste en seguir luchando por conseguir su amor, "ahora más que nunca, Zirbêth, demuéstrale que le amas con tu perseverancia...". No sé que hacer, dudo aunque ya esté actuando para el olvido, si es que eso existe realmente.

Y sueño, claro que sueño, con esa persona aún sin rostro, o quizá con un él conocido aunque yo aún no lo sepa, que será mi última vuelta del gato, mi descanso del guerrero, quien me cuidará y me dejará cuidarle. Habrá una Éowyn de un Faramir, algún día. Dónde se esconderá, por qué tarda tanto en aparecer. ¿Qué hago ahora con todo ese amor que tengo dentro y así, reprimido, es como una enorme china en el zapato? No sé, no sé, no sé.

He llenado dos maletas de libros. Tengo también una mochila llena. Espero poder llevarme todos los libros, no me gusta dejarlos atrás. Aún siguen todas las fotos en la pared, no me atrevo a acercarme a ellas, me da miedo que su tacto desate las lágrimas. Tengo la nariz taponada, la garganta irritada, un montón de cosas que hacer, el uniforme mojado, sensación de desorientación.

Tengo que dar las gracias a quienes me leéis y me mandáis ánimos. Es curioso, no os he visto en persona nunca, no nos conocemos más que por estas líneas y las gemelas de vuestros blogs, y sin embargo, me escribís, me decís "ánimo, lucha, me alegra que vuelvas a escribir". Y yo quiero corresponder, quiero escribir cuentos que os gusten, post divertidos o sesudos, citas de autores de verdad, pensamientos que no sólo sean tristezas o enfados. Cómo por el resfriado estoy falta de líquidos, voy a quedarme las lágrimas. Mis ojos estarán secos, dado que mi nariz parece un grifo roto.

De momento, sigo ganando esta pírrica batalla.

Zirbêth