viernes, noviembre 05, 2004

GRIPE

Muy gorda. Debo irme a trabajar en un rato, aunque, la verdad, no me apetece nada y en estos momentos casi todo me importa una mierda. Acabo de leer a Manjak, triste, como la coincidencia del cambio por ambos indeseado. Él se muestra triste, yo enfadada, cabreada. Sí, la sonoridad de la R de cabreada se ajusta a la sonoridad de mi cerebro retumbante. Aunque lo oigo amortiguado, porque la gripe me tiene los oídos taponados.

Dice que le vamos a oir quejumbroso, pero que le sigamos leyendo. Por supuesto que le seguiré leyendo, aunque si alguien se salta este blog unos días, lo entenderé. A mí, lo que me gustaría es saltarme estos días, así, directamente.

Por favor, que nadie piense que no tengo corazón, pues me dispongo a matar los sentimientos que tengo hacia él, empezando por los buenos y, a su debido tiempo, por los malos. Va a ser un asesinato a sangre fría, calculado, necesario. Por desgracia.

No me miren así, no soy ningún monstruo. Pero a veces hay que elegir. Para mí, la cuestión está entre mi corazón y mi cabeza. Inclinarme del lado del corazón, es decir, vivir y saborear este amor frustrado, el dolor del abandono, la esperanza que no quiere morir pese al FINAL, así, con mayúsculas, que se le ha impuesto, inclinarme del lado de las emociones, del llorar por la pérdida, del decir que le sigo amando... El precio, me temo, sería demasiado alto.

Lo sé, porque ya lo he pagado antes. No puedo, pues, permitirme ese lujo ahora. Mi cerebro, mi estabilidad mental, es lo más importante. Así que, probablemente, no habrá narraciones desgarradas, no habrá reconocimiento de la súplica interna de su regreso, no habrá lágrimas, no. Pensad lo que queráis, pensad que debería reconocer el dolor y todo lo demás. Y yo contesto: no es que no haya dolor, no es que no lo reconozca. Es, simplemente, que no pienso darle cuartel ni cabida en mi vida. No, al menos, en forma de tristeza.

Seguiré, simplemente, durante un tiempo, enfadada. Cabreada. Me gusta esa R.

Zirbêth