martes, octubre 26, 2004

CÁNCER Y TABACO

Parece una plaga. Ya hay tres personas a mi alrededor perdiendo a un ser querido por causa del cáncer. El abuelo salió de la operación, pero la metástasis es tal que no le tocaron, cerraron y le han enviado a la unidad de paliativos. Dos meses de vida. Es como para tener miedo, porque si hago sumas y sigue, las posibilidades de que me toque a mí son enormes. Y para mí aún es pronto para preocuparme, pero ¿y para mi madre? Fuma y fuma, muchísimo, compulsivamente. Dudo mucho que haya saboreado de verdad un cigarrillo en años, si tal cosa es posible, porque a mí me resultan muy desagradables, tanto el olor como el sabor. El cáncer del abuelo parace ser que ha sido provocado por los puros y el tabaco, en buena parte. Cuando alguien se fuma tres cajetillas diarias, ¿qué posibilidades tiene de que su salud no se vea socabada? Desgraciadamente, o ella decide o ningún argumento le hará dejarlo. Yo le he dicho, y ahora pensaréis que soy una desalmada, que no pienso cuidar de ella cuando esté enfermísima. Que lo que está haciéndose es sólo responsabilidad suya.

Caramba, si uno de los acicates para independizarme fue librarme del tabaco, y tampoco me gusta salir de marcha precisamente por eso. Odio llegar a casa apestando a tabaco, me produce unos dolores de cabeza gordísimos, me siento sucia cuando he estado en compañía de fumadores. Todo a lavar en cuanto llego a casa y yo a la ducha. Prohibido fumar en mi casa, mucho menos en el dormitorio o la cocina. Cuando mi compañera de piso salió de casa, hace ya varios años en la casa de Villalba, lo primero que hice fue pintar el salón y el que fue su dormitorio, lavar cortinas y muebles con lejía. Prefiero el olor de la lejía, y mira si es desagradable. Pese a ser invierno (creo...), tuve la casa abierta todo el día, para desahecerme del maldito olor a tabaco. Me enerva que alguien se acerque a mis libros fumando, que deje el olor en las páginas. Y, desde el punto de vista del ligoteo, no importa lo atractivo e interesante que sea un tío, es verle fumar y se me quitan las ganas completamente. No siempre fue así, pero ya nunca más volverá a ser de otro modo.

Es curioso como nos escandalizamos y preocupamos al mirar al otro lado del Atlántico y ver cómo los estadounidenses están tan orgullosos de tener armas, de considerarlo un derecho y nos horroriza ver la de muertes que hay por arma de fuego (ver Bowling for Columbine, para una hacerse una idea), pero si sumamos las muertes producidas por el tabaco, la verdad, es también horrorosa y para escandalizarse. Pero es legal, es un derecho. Menudo suicidio colectivo a largo plazo más salvaje.

Zirbêth

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

realmente un párrafo delicioso, el libro lo leí hace muchos años y no lo recordaba, me he encantado volver a leerlo. un beso

10:31 p. m.  

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