sábado, marzo 15, 2008

PESADILLA

Esta noche he soñado que Cris me llamaba y me proponía quedar. Yo le decía que no, que me apetecía quedarme en casa sola, tranquila, leyendo o jugando al WoW. Se cabreaba y me colgaba el teléfono. Lo he vivido como una horrible pesadilla, y duraba bastante más de lo que se tarda en leer estas líneas.

Como acabo de comentar en otro blog, los viernes son los días que peor llevo (no voy a decir que no me gusten, que son muy sensibles y se me deprimen). Los viernes tengo todas las papeletas para estar reventada y que lo único que me apetezca sea irme a casa a relajarme en mi sola compañía. Bueno, y la del gato. A veces, llego a casa y me duermo. Así de sencillo. Porque, no sé en vuestros trabajos, pero en el mío es cuando más problemas dan los cleintes: después de haber pasado toda la semana de responder a los mails, les entran las prisas y lo quieren tener todo resuelto. A ser posible, que se lo resuelvas tú, como la que ayer me pedía que yo le desglosara el precio de un tour por pasajero... cuando ella tenía dichos precios en el folleto, y lo que yo hago en la factura es sumar. Vamos, hombre, menudo morro.

Para mí, como decía, el viernes es el día del descanso, de desconectar, por verdadera necesidad. Y para mí, la manera de desconectar es, la mayoría de las veces, estar sola. Para muchos, lo sé, llegar el viernes tarde es quedar con los amigos e irse de fiesta más o menos ruidosa o intensa. Su manera de desconectar es irse a un bar, tomarse unas copas, bailar, reirse con los amigos... Para mí también lo es, pero lamentablemente muchos viernes mis baterías están tan bajas que si hago eso, no lo disfruto: lo vivo como una obligación odiosa, me voy cabreando y acabo siendo bastante desagradable.

Sin embargo, no sé porque, no soy capaz de decirle a la gente lo que en el sueño le decía a Cris.

-¿Quedamos?
-No, no me apetece.

No debería de ser tan difícil, y sin embargo, me siento culpable. Encima, no me sale de manera natural el poner una excusa. Me siento "obligada" a quedar con ellos. No con todos, claro, pero con algunos de mis amigos es que no soy capaz de decirles que me apetece infinitamente más irme a casa a leer que quedar con ellos.

Ayer, por ejemplo, fue uno de esos viernes en que quedo por obligación. Acabé cabreada conmigo misma, claro. Y, en parte, también con mi amigo. Porque reventé, suavemente, pero reventé, y le dije que no me apetecía nada quedar con él, que me quería ir a casa y que prefería no quedarme a cenar. ¿Creéis que reaccionó? Pues no, no lo hizo. Me dijo que podíamos no haber quedado, que no pasaba nada. Pero en ningún momento me propuso dejarlo para otro momento. No. Cuando él debía coger el tren, le dije que iba a comprar cocacola y me acompañó. Yo quería estar sola, se lo dije, pero queda claro que no lo entendió. Me apetecía irme a la tienda, contemplar la comida, mirar las revistas, los videojuegos, todo eso, sí. Pero sola. Sola. Sola, sola, sola.

Este fin de semana, no estoy. Probablemente, el puente de Semana Santa, tampoco esté. Quiero estar sola. Qué nadie se lo tome a mal. Os quiero igual. Simplemente, me gusta estar sola, necesito estar sola. Ya habrá tiempo de quedar, tiempo en que de verdad disfrute de vuestra compañía, en vez de padecerla.

Zirbêth, libro en mano dispuesta a leer.