DE OTRO TIEMPO
Paseábamos por la calle, casi habíamos llegado a casa, cuando nos fijamos en una anciana que caminaba en sentido contrario a nosotras. Mi madre observó que llevaba un montón de bolsas, y se notaba que eran muy pesadas, pues la anciana caminaba lenta, a trompicones y a cada pocos pasos se paraba, tratando de equilibrar el peso, que parecía descompensado y en general demasiado para ella. Miraba al suelo todo el tiempo. Cuando llegó a nuestra altura, le ofrecí mi ayuda.
Al principio, ni siquiera me oyó, así que repetí el ofrecimiento. Se paró entonces algo confusa, nos miro con chispas de sonrisa en la mirada y nos habló:
"¿Cómo dice? ¿Esto? ¿Pesar? Ay, hija, esto no es peso. Peso era... Mi madre se quedó viuda. Cuando mi padre murió, y ella se quedó viuda... Lo perdió todo, menos una parcela de tierra. Y vivíamos de lo que cultivabamos. Ni casa teníamos, que dormíamos allí, en el terruño. Dormimos en el terruño muchos años, hasta que mi madre al final se pudo hacer una casa. Y cultivabamos la tierra, y llevábamos todo en bolsas hasta el mercado. Esto no pesa. Aquello sí que pesaba..."
Sonreía, ya lo he dicho, todo el tiempo, con labios finos que no ocultaban la falta de dientes. Vestía de colores claros, aunque sólo recuerdo la rebeca celeste, y el pelo era una melenita con raya al lado de cabellos grises casi blancos. Tiene setenta y ocho años y, hoy, me la he vuelto a cruzar. Llevaba la misma rebeca, casi diría que la misma ropa. Y sus bolsas, dos en cada mano, aunque esta vez parecían menos pesadas. Miraba al suelo, y no me ha visto.
Pero yo a ella sí. Como salida de otro tiempo, se me antojó uno de esos pajarillos diminutos, de los que uno no sabe de donde sacan tanta energía, ni su canto alegre y fuerte.
Zirbêth.
1 Comments:
Besos amiga mía. Me alegra saber de ti.
Feliz puente
Publicar un comentario
<< Home