martes, diciembre 12, 2006

AGUA II

Es de un color difícil de describir. Con cada rayo de sol varía en tono y brillo. Un turquesa cristalino colmado de plata. Rizos suaves y juguetones de verde y pardo claro. Es de cálido contacto, caricia húmeda que refresca y acoge en su seno. Puedo nadar, dejarme llevar por las suaves corrientes, bucear. Abro los ojos y veo flechas plateadas que curiosean y escapan de mi alcance. Puedo saltar, sumegirme, flotar, y mientras me allí allí, la felicidad es sencillamente tan indescriptible como su color. Este agua es la tinta de mis cuentos, la savia de mis sueños, el nacar de mis sonrisas, el terciopelo y la seda en la voz y la piel. Es la otra cara de la moneda.

La cara menos amarga de la moneda que es esta enfermedad. Pero, aunque grata, es peligrosa: es en estos momentos cuando me embarco en demasiadas actividades, empresas, aventuras y, claro, el barco no puede tirar de su casco y acaba naufragando en la tempestad del reverso tenebroso. Además, suele suponer un riesgo económico. Me viene a la cabeza entonces una frase de Top Gun, que yo modifico así:

"Mi enfermedad extiende cheques que mi bolsillo no puede pagar".

Zirbêth.