domingo, septiembre 18, 2005

EL CLUB

Hay un club al que yo no pertenezco, para bien o para mal. El club de los constantes o, como me gusta llamarlo, el club de "el que la sigue la consigue".

Ya me lo dijo Sixto, cuando tenía doce años: no soy constante. ¿No lo era, o estamos ante uno de esos típicos casos de profecía autocumplida? Da igual, el hecho es que, para muchas cosas, no soy constante. Culillo de mal asiento para los trabajos, por ejemplo. Me gusta la variedad, cuando llevo mucho (mi propio concepto de mucho, que esa es otra), me parece que ya no puedo aprender nada nuevo y siento una especie de sensación de ahogo... Busco otra cosa, una nueva experiencia, un nuevo desafío. Soy de lo más inmaduro a este respecto.

Pero tampoco es justo decir que son inconstante, así, en general, y cambiar de tema. Soy constante para muchas otras cosas: en mis afectos, en la lectura, en la escritura (aunque no me centre en un sólo proyecto), en mi empecinamiento por aprender a coser... Quizás no son grandes metas, desde el punto de vista ajeno, pero ya es algo.

Luego, además, creo que hay un aspecto en el que jamás he sido del club y que, lo cierto, es que me pone muy nerviosa cuando algún "socio" me pone como objetivo. Para bien o para mal (otra vez), cuando digo que no, es que no. Así que cuando alguien a quien digo no se empecina e insiste, porque son del club, empiezo poniéndome muy nerviosa y acabo siendo de lo más borde y seca. Sobre todo en momentos como este, en que tengo la ansiedad por las nubes...

Zirbêth.