CUATRO HORAS
Esto, que podría sonar a título de película de serie B, es el tiempo que he dedicado a sacar los patrones de vestido que, si puedo, empezaré mañana sin falta. Y eso que sacar es un término relativo. Los he sacado en cuanto a talla y dibujado, pero el patrón lo compré, de esos de Burda. Es, en principio, para un traje de novia, pero con un par de cambios aquí, unos retoques allá y algún que otro añadido, se convertirá, paciencia mediante, en un traje de estilo medieval en pana lisa verde. Un verde precioso y brillante. Será, en verdad, el primer vestido de este calibre que me haga, y espero no perder la paciencia ni las ganas. Me hace mucha ilusión y es lo que ha conseguido sacarme de mi escondite. Vale, tan sólo hasta el salón, pero lo ha logrado. Eso, junto a los macarrones con nata, jamón y champiñones (que no he lavado, así que crujen a cada bocado), han sido las dos grandes proezas de la niña Zirbêth autista. A ver si, antes de irme a dormir, recorto los patrones dibujados.
Eru, me duele la bisagra. Mi reino por una mesa grande y alta donde dibujar estas cosillas.
Zirbêth.
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