domingo, septiembre 11, 2005

SEXO

No, no es un truco para atraer lectores, aunque pueda parecerlo. Me hacían mucha gracia aquellos carteles que, de vez en cuando, te encontrabas por la ciudad, con la palabra sexo enorme escrita cual cebo, seguida de la frase "Ahora que hemos captado tu atención..." o algún equivalente semántico. Me hacía gracia porque era bien cierto. Dices "sexo", y ya tienes a tus congéneres prestándote atención. Más simples todos que el mecanismo de un chupete. Bien lo saben y usan las compañías publicitarias, aunque dado el grado de sobrexplotación, no sé cómo aún consiguen llamar la atención. Nos tienen cogidos por los genitales, me temo.

La cosa es que, el sexo, es parte de la vida. Al menos, debería serlo. No me refiero al mete saca, me refiero al amplio abanico de posibilidades que encierra el sexo (publicidad aparte), desde el placer de mirar y ser mirado (puf, esta frase me deja un poco confusa, me molesta mucho a veces que me "miren"), hasta el de la verdadera intimidad, esa intimidad que nace a partes iguales del deseo y el amor. Eso es SEXO, así, con mayúsculas, y lo demás, para mi humilde paladar, sucedáneos.

Vengo de darme un garbeo blogueril por mis enlaces, y Aldebarán me ha sugerido pasarme a ver Las noches de Sherezade. Y de paseo arriba y abajo por sus palabras, me encontré con dos enlaces a dos escritos de dos mujeres distintas, casadas, sobre eso, el sexo. No eran tratados, eran sólo frescos sobre el deseo de periodicidad. Una que le parecía demasiada la insistencia del marido, otra que demasiado poca. Y, como egocéntrica declarada yconfesa que soy, pensé en mi relación con el sexo en estos últimos tiempos.

Pues, la verdad, es que no me apetece. Será una de esas fases hormonales por las que Shered se interesa que atravesamos las mujeres... Mmmm, no lo tengo claro. Es una desgana enorme, no ya sólo por el calor infernal que hasta hace unos días nos abrazaba hasta hastiarnos, es algo más. Es que, sin amor, el sexo no me interesa demasiado.

Quien me conozca de mis tiempos drunneicos acabará en el oftalmólogo: se le deben haber quedado los ojos como platos. La aventurera que llevo dentro me mira con desdén mientras se afila las uñas. Pero hace mucho que no toma las riendas. Esas aventuras, como una buena peli, pierde su atractivo con el paso del tiempo. Durante algo más de dos años, hice el amor completamente enamorada y, ahora, cualquier sucedáneo que el pasillo de supermercado de la vida me ofrece me deja fría. Pero el caso es que en el fondo, sé que aquello tampoco era verdadero amor. Yo le amaba, sí, pero él me temo que no (o de eso se convenció). Así que, sigo dando vueltas y más vueltas. Sé que el día que pruebe el sexo dentro del amor correspondido, aquel otro me parecerá a su vez un sucedaneo y mis hormonas e intereses volverán a fijar su atención en las sábanas.

Pero, de momento, el sexo no me interesa salvo como tema de conversación, en sus diferentes modalidades de serio y divertido. Si ayer me preguntaba sin hallar respuesta sobre el sentido de la vida, respecto al sexo no tengo dudas: El sentido del sexo es el amor.

Zirbêth.