UNA IMPRESIÓN MÍA, VAMOS
Siempre me viene a la cabeza, en momentos como este, una escena de Las amistades peligrosas en la que una Una Thurman de diecisiete años y caracontecida, Cécile de Volanges, le cuenta a Glen Close, mi Madam de Merteuil favorita, cómo ha perdido la virginidad y, supuestamente, el honor, a manos del impúdico y malvado Vizconde de Valmont. Y la buena mujer la interroga, evidentemente satisfecha pero mostrando unas pena e inquietud que ni remotamente siente, acerca de esa terrible experiencia. Sonrojada le confiesa:
Madam de Merteuil: ¿Te resististe?
Cécile de Volanges: ¡Dije que no todo el tiempo!..., (bajando la mirada) pero mis actos me contradecían.
Por eso, cuando a veces actúo, digamos, presuntuosamente, y le suelto a alguien que pienso que le ocurre o siente tal o cual cosa, y el interpelado lo niega... Yo le cambio el rostro a Cécile, lo cual es un desperdicio, y me imagino en su lugar a esa persona.
Vale, lo que tú digas, pero... Tus actos te contradecían. ¡Y te siguen contradiciendo!
Zirbêth.
Pd/Por cierto. La mayor parte de las veces, los que así actúan son hombres.
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