MÁS MOCOS
Esto es insoportablemente aburrido. Aquí me tenéis, moqueando como una jibia loca y con la garganta plantada de rosales. Y es que hace un frío de mucho cuidado, ese mismo cuidado que parece que yo no tengo. Me fui a la cama con el pelo mojado. No tengo ya el secador en Valinor, así que no me miren con cara de disgusto. Me levanté con dolorcillo de garganta, pero no quise darle demasiada importancia. Los sudores son otra cosa, preocupan más. Y esa espera de media hora al autobús después de recoger el ordenador, y otros diez minutos más en el cambio de bus (la tienda de reparaciones está a casi una hora en autobuses de casa). Luego, me puse la minifalda y me fui a casa de mi amiga, la que se casa. Me llevó mi casero-que-es-un-sol, así que no pasé frío y estuvimos casi todo el tiempo a cobijo. Pero tarde. Me he levantado con la nariz taponada hasta la nuca, llorando, los rosales bien crecidos. A ver si mi casero-que-es-un-sol se levanta y le pido que me deje algún medicamento, porque no me queda ya nada y tengo fiebre.
Estoy convencida de que son nervios. Las tensiones del cambio que estoy viviendo. Tragar zumo me hace pupa.
Zirbêth, quejosa.
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