jueves, diciembre 16, 2004

CATORCE HORAS DESPUÉS

Me acosté a eso de las nueve y cuarto y probablemente me dormí en una media hora. Me he despertado a las once y media, cansadísima pero menos que ayer. Sin esa sensación febril que me recorría el espinazo y el paladar a un tiempo. Sigo emanando calor de manera descontrolada, como siempre que me paso físicamente.

Levantándome tan tarde como me he levantado, me ha dado tiempo a ir a pedir la receta, que no sé si me tendrán para esta tarde a última hora, aunque espero que sí. También, he pedido cita con mi médico, para despedirme y tal, el día 24. No me he teñido el pelo, estoy demasiado cansada. Tengo que ir a la tienda donde compré el PC para que le echen un vistazo, un repaso técnico, pero la idea de quedarme varios días sin ordenador me desalienta. Mi ventana a los lugares del mundo que me quedan tan lejos, y justo en Navidad. Voy a ir y preguntaré cuanto me va a llevar la revisión, y decidiré. Ofrecen un 10% de descuento si quiero mejorar algo, pero ya veré, porque de dinero voy justa, la verdad.

Mi blog resulta últimamente de lo más insípido. Es decir, que ni cuento historias interesantes, ni añado cuentos, ni casi cito a nadie y luego despotrico un rato. Espero que "me tengan pasiensia" y sigan leyendo las absureces que escribo.

Acabo de leerme la declaración/comparecencia completa de Pilar Manjón, la representante de la asociación de las víctimas del 11-M. Mierda de país, totalmente polarizado de manera absurda y manipulada en torno a los dos partidos principales, me incluyo, por supuesto. Dice que no les mueve el odio, y la creo. Hacen las mismas reclamaciones que hacemos muchos, se notan que son pueblo y que su dolor no les ha hecho quedarse ciegos en la cortina de humo tan ampliamente dispuesta desde los medios informativos. Añado a la vergüenza por el uso en pro del espectáculo de las imágenes del atentado el que tengo serias dudas acerca de la capacidad informativa de dichas imágenes. Más bien, dada la repetición de esas y otras imágenes de víctimas de guerras y demás atrocidades, creo que llega un momento en que el telespectador se insensibiliza. Total, es lo mismo que lo que ve en las películas. Tengo la tele apagada, prefiero leer. Menos impactante, más fácil de repasar, más sensible a la crítica, a la reflexión. Menos visceral y más racional, pero sin insensibilizarse.

Me voy a hacer más cosas intrascendentes. A lo del ordenador, a ver cuando es la despedida de soltera, y donde. A comer y a descansar. Si no inactivamente, sí por cambio de actividad.

Besos a todos.

Zirbêth.