LIBROS Y MÚSICA
Mis compañeros de trabajo no dejan de asombrarse de verme siempre con un libro en la mano, de leer en los excasos quince minutos de descando que a veces nos dan. Uno, hace poco, me dijo que yo era la primera persona a la que había visto leer desde que trabajaba allí. Sí, me miran raro. Sin embargo, nadie se extraña cuando ves pasar a un chico o a una chica conectada a un cable cuyo extremo opuesto acaba en un lector de CDs o cualquier otro artefacto para escuchar música. ¿Por qué nadie se extraña de que haya gente que no puede vivir sin escuchar música y sí de que haya quien no puede sobrevivir sin leer?
Me gusta la música, aunque puedo pasarme días y días sin escuchar nada y, bueno, no me da un síncope ni nada. Sin embargo, rara vez pasa un día sin que me lleve un libro a los ojos, o al menos un cómic. Sólo algunas veces, cuando he terminado un libro muy intenso, que me ha gustado mucho, necesito pasar cierto tiempo sin leer. A veces tan sólo unas horas, otras pueden ser varios días. Y recuerdo también que, cuando estudiaba, al finalizar una época de exámenes también necesitaba varios días sin leer. Mucha gente me dice que no lee porque ya tiene bastante con lo que le mandan en la universidad o el instituto, con los manuales que tienen que leer por sus trabajos, o los formularios y nuevas leyes que han de tragarse por los cambios continuos en sus oficios. ¿Será eso? ¿Será que como en mi trabajo no hay que leer nada, yo no tengo ese músculo cansado y me apetece continuamente? A lo peor, si estuviese estudiando una carrera, se me irían pasando las ganas de buscar nuevos libros continuamente.
Lo dudo. Francamente, lo dudo mucho.
Zirbêth
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