miércoles, octubre 06, 2004

AL CURRELE

Pronto me tendré que incorporar al trabajo, aunque sigo esperando que me llamen para decirme cuando empiezo. Me apetece y no me apetece, como siempre. Necesito trabajar. Como decía Maguncia, puede que tenga metido en el subconsciente eso de que hay que trabajar y no sé relajarme cuando no lo hago. Me encuentro con cantidad de tiempo libre y no hago esas cosas que, cuando no lo tengo, me quejo por falta de tiempo para hacerlo. Quien me entiende. Además, sin trabajar las posibilidades de que pasen cosas a mi alrededor disminuyen bastante, porque me quedo en casa escribiendo o leyendo y no interactuando con mis congéneres humanos.

Me resulta fácil hacer una anécdota de casi nada, aunque no sea muy original. No puedo evitarlo, me parece que la originalidad está sobrevalorada, o al menos mal entendida. Mi vida entera es nueva, aún cuando muchos dirán que no hago más que lo que otros hicieron antes que yo y más aún harás cuando yo ya me haya ido. Mis cuentos, mis historias de anécdotas, mis reflexiones, no creo ni por un momento que sean originales, ni siquiera interesantes. Me interesan a mí, me entusiasman a veces, me hacen gracia o me dan pena. Me gusta escribir cuentos cuando la musa tiene a bien visitarme, aunque no sean gran cosa. Me gusta el hormigueo que siento cuando mis dedos golpean el teclado y escribo sin mirar la pantalla y sin casi pararme a reflexionar. La sensación es parecida a cuando te gusta alguien y le tienes muy cerca, pero aún no al alcance. O cuando llevas mucho tiempo conteniendo un deseo y llega ese segndo previo a la realización del mismo. El segundo antes de un beso largamente ansiado. Nopuedo vivir sin esta sensación, aunque lo que produzca, lo que la gente lee aquí, no tenga pizca de originalidad o no sea divertido.

Creo que me voy a ir a leer un rato. Ayer me vi tres pelis por la noche y me quedaré dormida, seguramente, pero bueno. Conociendo mi suerte, me llamarán para decirme cuando empiezo a trabajar apenas el libro comience a resbalarme de las manos. Voy a disfrutar del placer de dormir a deshora, ahora que todavía puedo. Sin sentirme clpable (o demasiado culpable) por no estar haciendo otras cosas que debería hacer.

Zirbêth