SORPRESAS
Bueno, ya estoy de vuelta en Valinor. Apenas si me siento aterrizada, aunque hace ya más de doce horas que llegué. Mi dormitorio es un caos. Mi casero, tal y como prometió, ha construído una cocina en el dormitorio pequeño, lo cual es genial, pero todo lo que yo guardaba en esa habitación (un rail percha, una guitarra vieja, cajas con cosas del Calvo, etc.) están metidas en mi cuarto. Y la bici también, y mi casero está durmiendo porque ha tenido turno de noche (es médico de ambulancias), así que no quiero ponerme a trastear y limpiar y ordenar. Para colmo, en un alarde de habilidad, se me ha caído la tostadora y ahora la moqueta es de diminutos lunares pardos sobre fondo azul. No podré limpiar hasta que mi casero se despierte.
Teníaa muchísimo correo, más de treinta cartas, y tan solo dos de noticias agradables. Las demás, como siempre, tipo pague, pague, pague. Pero, maravilla de las maravillas, pese a que no funciona la línea de teléfono para emitir, cuando he hecho amago de llamar una amable voz femenina me ha dicho que hay un problema con la línea y no es culpa mía, que les disculpe y bla bla bla. Y además, sorpresa sorpresiva, me funciona internet. Creo que, desde que lo tengo, he pagado una vez la cuota. Durante los primeros dos meses, jamás me cobraron nada. Luego, poco antes de irme, me cobraron, y ya está. Sigo teniendo línea y sin pagar. Tal vez no sea nada de lo que deba sorprenderme, sino más bien algo a lo que debería haberme acostumbrado: fijo que no les entendí y resulta que es cada tres meses o que pagas sólo cuando has consumido el número de megas de información que te puedes bajar. En cualquier caso, bienvenido sea el no pagar. ¡Tengo conexión a Internet! Sólo eso hace que ya no me sienta tan sola.
La otra sorpresa ha sido hace breves minutos. Ángela, la prima del Calvo, me ha llamado para invitarme a una comida mañana en su casa. Me ha hecho mucha ilusión. Me ha dicho que me ha estado llamando desde mi supuesta vuelta a finales de Agosto para que fuera a verles. Es genial, una comida familiar, con nenita de dos añitos incluída. ¿O eran tres?
Sorprendente fue la alegría que sentí al ver el paisaje inglés al ir aterrizando, las casitas individuales rodeadas de verde, los bosques dispersos aquí y allá. Me pareció terriblemente hermoso. ¿Qué va a ser de mí? Una parte de mí siempre va a soñar con vivir en una casita solitaria rodeada de verde, con un bosquecillo a apenas unos metros. Bueno, no me queda más remedio que concederle una hoja limpia y fresca de mi corazón de alcachofa a esta isla en la que he sido tan feliz y tan infeliz. Pero sobre todo, muy feliz con él.
Me fui casi sin llorar, con una sonrisa extraña y murmurando "sólo un mes" como si se tratara de un mantra. Unas lágrimas se me escaparon, breves y furtivas, pero fue entrar y embarcar y el viaje fue muy bien. Llegar, sentarme, ver el caos y la suciedad (dioses, vaya mano de limpiar me voy a tener que dar, el baño da miedo), la nueva cocina, y nadie en la casa, fría y silenciosa. Al hablar con Bruka mi valor se vino abajo. Las lágrimas corrieron libres y a raudales. No quiero estar aquí sola.
Pero esta mañana, gris y lluviosa como debe ser, me siento bien. Puedo escribir en mi blog, puedo recibir llamadas, oigo a James bajo mi suelo y mi casero está en casa. Brenda aún no ha venido, se va el lunes a Perú, parece ser. Sandra está de viaje, en Italia, así que ella también tendrá buen color cuando la vea. Raquel va a venir a verme, tal vez, en una semana. Ya tengo mi número de profesor cualificado y puedo ejercer de maestra, hay un anuncio interesante en el periódico. La vida sigue. Echo de menos a demasiada gente, el sol, poder mirarme en su azul inmensidad. Pero estoy bien. Todo va a ir bien.
Es mi aventura en solitario.
Zirbêth
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