jueves, septiembre 09, 2004

CITA

Héroe es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y excelencia. En esta definición la mayoría de los términos no pueden ser conceptualizados rigurosamente, sólo pueden ser descritos de modo narrativo, por medio de cuentos o mitos alusivos; guardarán hasta el final su esencial ambigüedad, y es preciso que así ocurra, si no queremos pecar a la vez contra la honradez científica y poética. en el terreno de la ética, todo aquello que no es ambiguo -todo aquello cuya lectura pretende ser inequívoca- es dogma eclesiástico o código penal; el procedimiento narrativo, por su parte, también tiene truco, pero lo confiesa de antemano y está dispuesto a desmentirse en su camino cuando haga falta para que el truco nunca se olvide del todo... y por otra parte siga funcionando. Si así se quiere ver, la diferencia entre quienes pretenden poseer una ciencia del hombre (sea ésta la episteme platónica, el conocimiento empírico-experimental o, como es más común, un híbrido de ambos) y quienes prefieren tejer historias reflexivas respecto a él, es la misma que existe entre los brujos que practican la magia negra o la necromancia y los ilusionistas de conejito en la chistera: todos juegan con la credulidad del público y con la propia, pero los segundos confiesan de entrada que se proponen engañar como vía de deleite, mientras que los proimeros nunca dejan de sostener su muy veraz relación directa con Satán.

¿Cuál es la ilusión que la ética narrativa pretende resguardar o propagar? La confianza en que la acción humana está abierta a lo posible tanto como condicionada por lo necesario (y que para los propósitos de dicha acción, lo posible es más relevante y significativo que lo necesario); la creencia mítica en que la sensibilidad (o sensualidad) y la racionalidad humanas bastan bastan para fundar, mantener y transformar los valores y normas que regulan la vida de los hombres; la obstinación en defender lo que exalta jubilósamente al hombre y le hace sentirse más firme y más libre.


Fernando Sabater, La tarea del héreo, capítulo octavo, Esplendor y tarea del héroe, pags 165-167, Ediciones Destino S.A., 2004.

1 Comments:

Blogger Juan Ignacio Gil said...

Vaya... Realmente dan ganas de leerlo. Muchas gracias por la recomendación. Y prometo que lo haré. No inmediatamente (ando ahora trasteando con Cicerón, y ayer vi el nuevo libro de Auster, y no creo que pueda esperar), pero lo haré. Pronto.

1:26 p. m.  

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