miércoles, octubre 03, 2007

CARA MÁS DURA...

Ayer comí tanto a mediodía, que al salir a las siete y media aún me sentía pesadísma, así que decidí irme andando hasta Atocha para bajar un poco la sensación de explosión estomacal y, de paso, comprarme un bolso que había visto y mirar gatitos en las tiendas de animales.

Cuando tenía gatos y vivía en Villalba, antes de abandonarlos volmente para irme detrás del corazón, que se me había escapado a Inglaterra (qué idiota llega a ser una, por Eru; aunque gracias a eso tengo un buen nivel de inglés y tengo ahora el trabajo que tengo, claro...). Decía que, cuando tenía gatos, estos se las apañaron para reproducirse pese a que durante el celo los teníamos separados y que, además, en ese primer o segundo celo esterilizamos al macho. Debió ser cosa del compañero de piso que teníamos entonces: probablemente se le escaparon... Cuando por fin tuvo lugar el feliz acontecimiento, Selune dio a luz cuatro preciosas gatitos que fueron nuestra alegría y quebradero de cabeza a un tiempo.

Hay pocas cosas tan maravillosas como ver crecer cachorros. Cositas que te caben en la palma de la mano y apenas si se mueven; bebés patosos que tratan de andar, temblorosos y vacilantes; deliciosos pequeñines que empiezan a experimentar con sus ojos recién abiertos en ese mundo que se extiende más allá de la caja con la manta del nido; esos niños juguetones y traviesos que ya saben trepar por todas partes, pero a los que bajar les asusta y llaman a su madre para que acuda al rescate... ¡Ay, cómo hecho de menos tener cachorros de gato!

Pero no podíamos quedárnoslos, así que nos pusimos a buscarles dueño. Corven, las dos Lilus y la pequeña y dulce Clarice, al final, se quedaron en una tienda de animales que hay en Antón Martín, donde los desparasitaron, comprobaron que estaban sanos y los vendieron. Entonces, nos explicaron que cobraban algo a quien se los quedaba, los gastos del veterinario básicamente, para asegurarse de que los cuidaban y no se deshacían de ellos como de un juguete (hermosa teoría, pero que no funciona, pues a quien compra su mascota por capricho, le da igual lo gastado llegado el momento en que le fastidia y se deshace de él). Por aquel entonces, creo que el precio por estos gatos comunes regalados era de entre seis y doce euros. Me pareció razonable.

Cuando ayer pasé a ver los gatitos que tenían en esa misma tienda, se me ocurrió preguntar para ver si habían subido algo. Subido algo... ¡noventa y cuatro euros costaban los mininos! ¡Más de quince veces su precio original en cinco años! ¡Harbrase visto cara más dura! Y lo justifican como gastos de veterinario. Pues bien, que sepan que, cuando he rescatado algún gato y lo he llevado al veterinario, o no me han cobrado nada o, como mucho, el medicamento que hayan usado. Y eso cuando no me han regalado comida para bebés gatunos. Para colmo, en la otra tienda de la misma calle, que dista apenas treinta metros, cobraban por el mismo servicio entre veinte y cuarenta euros, dependiendo de la edad de los mininos y si ya habían sido vacunados de algo (se les puede vacunar a los tres meses.

Lo siento, pero me parece vergonzoso. Mientras que en las protectoras de animales se sacrifican gatos porque no consiguen dueños para ellos, hay gente que se dedica a especular y sacar enormes beneficios de los animales. Ya me parece absurdo el negocio montado en torno a gatos y perros de raza, que parece mentira que la gente se gaste una pasta porque un ser vivo luzca de un determinado modo u otro y el supuesto prestigio social que eso les proporciona. Cobrar algo, vale, porque el ser humano es medio idiota y parece que si no paga por algo no lo valora, pero esto es un abuso.

Pues lo siento, pero yo le daré un hogar a un gato de esos que todo el mundo desprecia y que acaban en su particular "milla verde". Uno, o dos, o los que pueda. Sinceramente, no concivo la vida sin animales.

Zirbêth.

2 Comments:

Blogger Azelaïs de Poitiers said...

Qué suerte tuviste de críar los gatitos. Metal se nos quedó preñada, pero tuvo una infección y le nacieron todos los gatitos muertos. La verdad es que fue un disgusto grande... pero bueno, gracias a eso trajimos a Nualita a casa y Metal la crió como si hubiera sido hija suya. En cualquier caso me dio mucha pena no haberla visto criar a los cachorritos desde recién nacidos.

Sobre el negocio de los animales... te doy completamente la razón. Me parece que hay que ser muy imbécil para comprarse un gato sin raza. Cuando encontramos a Nualita, buscamos anuncios de "regalo gatitos" en el periódico y había varios. De un día para otro y sin pensarlo mucho. Con Byron fue igual... cogí el anuncio en un veterinario y llamamos. Cuando la gatita de Marcos tuvo a sus mininos pusimos anuncios y regalamos todos (uno, Mota, se lo ha quedado Ariencita en Madrid, de lo que nos alegramos mucho).

Que te cobren un precio razonable para que no lo dejes tirado tiene su lógica. Mi tía regalaba a los perros que cuidaba hasta que tuvo que ir a recoger a uno a la perrera, porque le contaron que había ido a parar ahí. Luego empezó a cobrarlos. Cobraba una porquería por ellos y más considerando que eran de raza y que por ahí se cobra mucho. Pero al menos piensas que la gente se para a pensárselo dos veces antes de pagar algo, aunque sea simbólico.

De ahí a cobrar 95 euros por un gato que no tiene raza... es una barbarie. El que los paga es tonto del culo, cuando puede recogerlos de cualquier asociación o lo dicho, buscar anuncios en clínicas veterinarias o en el periódico.

Respecto a pagar más por comprar un gato de una determinada raza... la verdad es que yo cuando quise tener un gato me daba igual qué gato, jajaja. Pero yo qué sé, si alguien tiene especial capricho en comprarse uno porque queda mejor encima del mueble... pues allá él. Un amigo mío tenía una gata muy feúcha y un gato persa naranja precioso que le habían regalado(que conste que a mí los persas me parecen de normal bastante feos, pero ese era una preciosidad, parecía un tigre). Bueno, pues él prefería mil veces a la gatita callejera. Decía que al otro lo cuidaba y tal porque se lo habían regalado, pero que era como un mueble. Era sosísimo y además de dejar pelo por toda la casa, no hacía mucho más. El que se lo regaló, se dejó una pasta. No tiene por qué ocurrir eso, claro, pero realmente gastarte una pasta en un gato para que decore más es una imbecilidad. Más cuando hay tanto gatito abandonado y sin hogar por ahí.

En fin... menudo rollo he soltado, jajaja

10:28 a. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

Yo creo que lo de esos gatos persa, angora y demás, que parecen todos medio tontos y poco "felinos", no se si me explico, se debe a que están hemofílicos perdidos, como las grandes monarquías europeas XD. Con la obsesión por la pureza y el pedigrí, para poder venderlos cada vez más caros, al final lo que consiguen son bichos medio sunormales que, como bien dices, apenas si sirben para dejarte la casa llena de pelos... cuando es que no se ahoga el propio gato con ellos. ¡Ole los gatos arrabaleros!

2:19 p. m.  

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