martes, septiembre 18, 2007

EDWARD, MI MARIDO

Edward Davenport, tiene treinta y seis años, es inglés y le conocí cuando vivía en Brighton. Le vendí un ordenador portatil que le dio muchos problemas y tuvo que venir varias veces para tratar de solucionarlos. Yo era quien le atendía y hacía de intermediaria entre el técnico y él. Cuando, por fin, se pudo llevar su ordenador, muy tímidamente me pidió el número de teléfono. Edward es algo más alto que yo, debe medir un metro ochenta. Tiene el pelo rubio pajizo y unos ojos aguamarina espectaculares. No me costó decidirme a dárselo. Ya me había fijado en él a lo largo de los dos semanas en que estuvo viniendo y siempre me pareció encantador.

Edward me llevó a tomar un café a mi cafetería favorita, el Red Rooster. Hablamos un buen rato sobre, ya sabéis, quienes éramos, donde trabajamos, y todos esos primeros detalles. En un momento dado, se levantó y se acercó al piano que tiene la cafetería y que quien lo desee puede tocar. Tocó "In a little while". La sonrisa debía salírseme de la cara.

Me contó que trabajaba en Londres: es profesor de idiomas. Ha viajado mucho, y ha vivido en Alemania, Francia y España. Habla el suficiente español para manejarse cuando viene a verme. Empezamos a salir cuando yo aún vivía en Inglaterra, y tras venirme, seguimos saliendo a distancia. Al principio fue más duro, pero afortunadamente el consiguió un trabajo que le dejaba tres días libres a la semana, así que pudo venir a verme muy amenudo.

Finalmente, decidió que se venía a España. Sin embargo, le está resultando más difícil de lo que pensaba, porque justo al poco de decidirlo su madre enfermó y no ha querido dejarla sola. Es hijo único, y su padre ya murió hace tiempo. Así que, hace cuatro meses, me fui a verle para ayudarle un poco y hacerle compañía. Él no se podía desplazar. Sin embargo, al llegar me esperaba una rotunda sorpresa. Apenas salí por la puerta de llegadas del aeropuerto de Gatwick, me pidió que me casase con él.

Él aún sigue en Inglaterra. Su madre sigue un penoso tratamiento, así que la que ahora viaja a verle soy yo a él. Por cierto, su madre es encantadora. Se llama Elizabeth y es de esas personas que todo lo dice con siceridad y con mucha gracia. Espero que el tratamiento funcione. Seguramente, al menos por temporadas, ella se vendrá a España. Porque a Edward le gusta mucho más España que su país: cosas del clima.

¿Qué tal os parece? Es que he decidido crear un pnj (personaje no jugador) para librarme de los pesados insistentes. Admito que a veces decir no es bastante complicado. Así, cuando alguno me pregunte aquello de "¿Cómo estás?", podré responder "Casada".

Evidentemente, es coña.

Que malo es el aburrimiento.

Zirbêth.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hasta yo me estaba enamorando ya de Edward, era el hombre perfecto...

6:17 p. m.  
Blogger Eleder said...

Pues como PNJ es majo, oye.

Cualquier persona capaz de tocar el piano merece todo mi respeto.

(otra de las cosas que me gustan de House O:) )

8:56 p. m.  
Blogger El caballero de ojos turbios said...

Como se nota que es un personaje hecho por el master... NO TIENE DEFECTILLOS NO MOLA. Lo mas bonito de tener una pareja son los pequeños defectos. Te exigo que le pongas al menos 3 defectillos.

10:26 p. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

Parece mentiea, Feantanar, que no sepas que una mujer enamorada no ve defectos, sino detalles y rarezas adorables. Y Edward. como buen inglés, tiene unos cuantos. Por ejemplo, tiene la mala costumbre de doblar las puntas de las hojas de los libros para marcar los libros. Me desespera. Y le gusta tener la cama perfectamente hecha, cosa que a mí me resulta molesta, porque me encanta echarme en la cama en cualquier momento.

2:17 p. m.  

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