domingo, septiembre 16, 2007

HACERLO PEOR

Hablando de infidelidades demos un paso más. Hablemos de esos casos en que tu pareja no es que se líe con alguien para echar un polvo, es que se enamora de otro u otra.

Esas cosas pasan. No se puede negar ni evitar, en buena medida, porque de un modo tiránico, el corazón manda. Es más, si la persona con la que salgo conoce a alguien y descubre que la quiere más que a mí, pues que se vaya con ella. Igual que yo no voy a quedarme con alguien a quien no quiero de verdad, tampoco quiero (ya aprendí la lección)que lo hagan conmigo. Aunque no estaría de más que no hiciese falta que llegase ese otro para que quien no te quiere de verdad se sincerase, con palabras y hechos: de poco sirve decir no te quiero lo suficiente, si convives y haces el amor a diario con él/ella.

El problema no es tanto que eso pase, como el modo de actuar de aquel a quien le pasa. Ser honesto y honrado sería lo adecuado en estos casos. Lo esperable de alguien que, se supone, te quiere, en mayor o menor medida. Pero no suele ser así. En buena parte de los casos, el infiel se carga de razones para serlo ante la sociedad a costa de aquel a quien va a abandonar. El cornudo y abandonado, aparte del dolor del abandono, muchas veces ha de cargar con la campaña de justificación moral de su ex. Pues no hay modo mejor de evitar ser mal visto y peor juzgado que tratar de hacer ver que el otro se merecía el abandono, por una u otra razón. Desde el típico y tópico "mi mujer/marido no me comprende", hasta los que ponen de puta para arriba, de loco, de histérica, de frígida. Una auténtica campaña de desprestigio y victimismo para extender una espesa cortina de humo que distraiga la atención de que han sido infieles, que lo justifique moralmente.

Vamos a ver. Pase que me abandones. Te has enamorado y, aunque me joda, en el fondo lo entiendo. Pero que me pongas de mala de la peli, de hoja de peregil, etc. para justificarte y quedar bien, eso ya es demasiado. No sólo me dejas sin ti, sino que encima deterioras mi imagen y mis relaciones con las amistades comunes. Menudo chollo, vamos.

Pues esto es el pan nuestro de cada día para muchísima gente. Comparado con esto, unos cuernos de sexo anecdóticos (y no me refiero al tipo que tiene una o varias amantes porque lo prohibido le pone mazo, sino a un rollo esporádico y sin trascendencia emocional para el infiel) son una nimiedad.

Al tipo de la anécdota no le quise dar coba, pero me hubiese gustado saber si su mujer también se permite esos escarceos extramatrimoniales, si la cosa es un acuerdo entre ellos, o si, de enterarse de que su mujer hace lo mismo, montaría en cólera. Me juego a que es esto último.

Tal vez pido demasiado, pues para ser sincero con el otro, primero hay que serlo con uno mismo. La parte más difícil, seguramente, de todo el conjunto.

Zirbêth.