sábado, septiembre 22, 2007

ACTIVIDAD ONÍRICA

Últimamente, es como si mis sueños quisieran terminar por mí las conversaciones y asuntos que no logro dejar solucionados. Como si quisieran compensar la falta de tiempo y oportunidad para decir y hacer todo aquello que me bulle en la cabeza. Qué majo, Morfeo.

Como ya os he contado, quiero tener gato otra vez, aunque de momento no es posible. Pero mis sueños están poblados de gatos. Como en los cómics de Super López desde que escribiera "Los petisos carambanales", en mis sueños siempre hay gatos. Al menos, desde hace unos días. Por fin, llegaron a mi vida dos pequeñines, uno tigre naranja y otro balco y negro. Tan chiquititos aún, que me cabían en una mano (cada uno). Sus movimientos torpes, su olerme buscándome, acurrucarse en mi regazo y dormirse mirándome. Y entonces, Merlin y Selune volvían conmigo. Los abandoné, mi gran vergüenza, cuando me enamoré hasta perder la razón. Me veía, de repente, con cuatro gatos, y sin modo de encajarlo en esta casa y con quien vivo. Luego, eso pasó a un segundo plano, cuando Perceval, Arturo, Mimo, y Tito, todos mis grandes amores gatunos, volvían a mí. Y así, poco a poco, todos los gatos que alguna vez he tenido o han vivido en la casa en que vivía, fueron reapareciendo y sumándose a mi vida onírica. ¿Estará Morfeo tratando de decirme algo? Porque, desde esa noche, todos están conmigo, compartiendo las horas nocturnas.

Me rodeaban, también, en esa conversación contigo. Con dulzura, te decía "¿Por qué no me lo cuentas? ¿No ves que ya lo sé? Te veía como un niño, más pequeño. No sé muy bien como explicarlo. "Te quería con tanta seguridad que no entendía cómo podía haber empezado a amarla a ella", me decías. "No hay nada por lo que sentirse mal". Perceval y Merlin se restregaban contra mis piernas.

Zirbêth.