miércoles, junio 06, 2007

APARTAMENTO PARA TRES

En casa, somos tres. Mi madre, Pedro, y yo. Tres solterones viviendo juntos. Incluso auunque ellos son pareja, han vivido solos bastante tiempo, así que, en muchos aspectos, son solterones. Como yo.

Vivir solo es una experiencia que todo el mundo debería probar. Cuando llevas cierto tiempo viviendo solo, acabas cogiéndole el gusto, y descubres que la soledad, esa de la que nos quejamos tan a menudo, en realidad en una estupenda compañera de piso. El silencio, que parecía opresivo, se convierte en relajante; las paredes enclaustrantes, en delicioso espacio vital. Poco a poco, te acomodas y descubres el encanto de llegar a tu casa por las tardes tras el trabajo y tirarte en el sofa, porque te apetece, o desnudarte y andar descalza mientras comes por toda la casa, te peinas donde quieres, friegas o no, según te de... Y lo de poder poner las cosas donde te de la gana, sin que nadie te discuta, sin que te critiquen, sin que venga alguien y ordene tu bien conocido caos.

Empiezas a desarrollar manías, que a ti te encantan, sin que desquicies a nadie, ni nadie te desquicie a ti tratando de eliminarlas. Los platos, ordenados por tamaño de derecha a izquierda; los libros, amontonados en columnas en los rincones más insospechados; los alimentos en la nevera según tu peculiar sentido de la necesidad; los calcetines, en su altar, cerca del de los jerseis (o no), cada uno con su correspondiente orden por colores y uso. Hasta el modo de poner los cojines o clasificar la basura, por no hablar de la libertad de tener bichos sin tener que dar explicaciones o pedir permiso (qué ganas tengo de tener gatos).

En nuestro "apartamento para tres", nos hemos juntado tres solterones, a cada cual más maniático. Mi mami, la que menos, todo hay que decirlo. Sus manías se refieren a como conseguir que todo quede armonioso y bonito a la hora de decorar, pero es bastante pasota respecto al resto de cosas. Bueno, y a dejarse ceniceros con colillas por todas partes, aunque eso no lo consideraría yo exactamente una manía.

Pedro es bastante más maniático que nosotras dos, o al menos se le nota más, porque entre sus manías está el tratar de hacerte hacer ciertas cosas como él las hace o considera que deben hacerse. Es lo que yo llamaría manías activas, las que tratan de imponerse a los demás, frente a las pasivas, que no afectan a nadie... salvo que tenga una manía contraria a la tuya. Porque. además, las manías pueden ser complementarias u opuestas. Por ejemplo, que mientras que a ti te gusta clasificar al fregar los cubiertos en el escurridor para meterlos ya ordenaditos en el cajón, al otro le encante lo de mezclarlos bien todos. Desquiciante, os lo juro.

Cuando los solterones como nosotros pasamos a vivir de nuevo arrejuntados, en el equipaje nos traemos montones de manías, mayores o menores, que han de juntarse y convivir, como si de animales domésticos se tratase. Y, como tales, a veces tienen sus desavenencias, sus encontronazos. Hay que poner buena voluntad y ser comprensivos. Y, sobre todo, no cometer el error de tratar de eliminar las manías ajenas. Mejor aceptarlas y comprenderlas.

Como dijo el sabio, "yo soy yo y... mis manías"

Zirbêth.