martes, marzo 27, 2007

HERUSSA (5)

Todavía pasó más media hora antes de que el camión estuviese lleno, lo cerrasen y la mujer le diese al conductor las últimas órdenes. El hombre siguió durante todo ese tiempo en la misma posición, las manos en los bolsillos, los hombros ligeramente caídos hacia delante, la mirada perdida. Cuando el camión arrancó, la mujer reunió a los niños, les hizo dar un beso a su padre, que para ello salió de su inmovilidad y los abrazó con ternura. Tras meterlos en el coche, también cargado de maletas y trastos, fue ella quien se acercó al hombre. Se miraron largamente, sin hablar. Ya debían haberse dicho todo. Finalmente, ella se puso de puntillas y besó al hombre, que tras un segundo de indecisión renunció a abrazarla.

Cuando el coche salió de su campo de visión, Herussa aún despedía algunas chispitas rosa pálido. No es que los humanos le gustasen demasiado, y menos los adultos, pero la verdad es que a este se le veía tan triste que era imposible no sentir cierta pena por él. Pasaron aún algunos minutos antes de que el hombre reaccionase, minutos que pasó en el mismo sitio en que la mujer le besase, en la misma posición en que se quedó tras su beso. Pero, finalmente, con una especie de escalofrío, inició lo que pareció una penosa marcha hasta la puerta de la casa y, lentamente, entró en ella. Durante unos minutos, Herussa pudo ver como las luces de la casa se iban apagando poco a poco, hasta quedar tan solo la de uno de los cuartos de la plata superior. Entonces, ella misma abandonó su posición sobre el buzón y, algo perezosamente, se dirigió a efectuar su habitual ronda de estropicios y desperfectos menores nocturnos.

No fue una noche muy movida. Se limitó a desconectar el suministro eléctrico de una casa, a tirar la colada de otra al barro, hizo rabiar un rato a los perros más molestos del barrio, escondió las llaves del coche a un vecino, y a otro las gafas sin las que, le constaba a Herussa, no podía ver ni un burro. En general, esa noche Herussa no estaba muy inspirada. La experiencia del cambio en el vecindario le había dejado un poco decaída. Cierto que los humanos no eran lo que más le gustaba en el mundo, pero para un duende su vecindario es algo muy personal, algo muy de su propiedad, y los cambios les perturbaban mucho a todos ellos. Herussa sintió que a lo mejor ella había sido culpable del abandono, que no le había dedicado a esa casa tantas atenciones como merecía, y eso le hacía sentir incómoda. No supo consolarse, o no pudo quizás, con la idea de nuevos inquilinos a los que demostrar todo su ingenio y repertorio de fechorías. Algo le decía que aquel hombre iba a ser el único habitante de la casa durante mucho, mucho tiempo.

Se acercaba ya la mañana, su ronda se terminaba, pero sentía un hormigueo en su conciencia que le impedía tomar el camino a casa. Sin darse cuenta, sus pasos se encaminaron a la entrada de aquella casa ahora casi vacía y se sorprendió al ver que aún seguía encendida la misma luz que cuando se alejó de la vivienda, tantas horas atrás. Como por casualidad, se coló por la gatera. Ahora que los niños no estaban, podría campar a sus anchas por las habitaciones que, hasta entonces, sólo había recorrido cuando estos estaban profundamente dormidos. La primera claridad de la vecina mañana se colaba por las ventanas y dejaban ver la desolación de las marcas de los muebles, las pelusas eternas en donde antes habían estado las estanterías con adornos y vajillas, el hueco de los sofás y la tele, la cocina desangelada sin microondas ni tetera. Su paseo por las diferentes habitaciones le fueron descubriendo incómodos vacíos y el frío de la soledad. Subió las escaleras a saltos y se dirigió sigilosamente al umbral del que provenía la luz. El hombre estaba sentado frente a un ordenador encendido, los brazos sobre los reposabrazos de la silla, quieto pero despierto. Debía haber pasado toda la noche sin dormir.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aiya!

Estuve leyendo un poco tu blog, esta muy bien. Llegué pro el link en Mazarbul .. En fin, era solo para comentar que habia pasado xD

Cuidate :)

Morwyn Zâirphel

7:54 p. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

Muchas gracias por pasarte, me alegro de que te guste. No sabía yo que tuviese una hija XDDDDDD.

10:16 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

ains, que triste :(

Baya

1:06 p. m.  

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