domingo, diciembre 17, 2006

CON FINES POLÍTICOS

Una vez más voy a no descubrir América, a plasmar unas de esas cosas que de algún modo todos sabemos, pero que dejamos estar sin protestar o sin llevarlo al primerisísmo plano de la consciencia. Es decir, sin usar el sentído crítico.

Para poneros en antecedentes, os comento que estoy estudiando la asignatura de Literatura Inglesa I, concretamente el segundo tema, donde hace referencia, entre otros asuntos, al romance. Dice del romance que, entre sus características se encuentra el que no reflejaba directamente a la sociedad del momento, sino una idealizada de caballeros de salón, cuya meta era el amor de una dama, siendo por ella por quien se embarcaban en aventuras, y no por gloria o riquezas, como los protagonístas de la épica anglosajona precedente. Así, las aventuras transcurrían entre los hermosos muros de hermosos palcios, donde los hermosos caballeros "luchaban" por ganarse el hermoso amor de sus hermosas damas. Todo luz y color, vamos.

Pero no hay que dejarse engañar. Toda esta hermosura tenía un fin claramente político: promover el orden feudal. Éste, había sido más o menos importado desde el continente por los invasores normandos, y tenía sus cosas buenas hasta para el publo llano. Se acabaron las continuas luchas entre los diferentes señores de los diversos territorios por conseguir nuevas tierras y más poder. Ahora tofos rendían pleitesía a un noble (o deberíamos decir hermoso) rey, de quienes todos esos señores eran vasallos. El pueblo puede que fuese más o menos explotado, que padeciese hambrunas, peste, pobreza, pero también es verdad que ya no iban de guerra en guerra y tiro porque me toca.

Pero, claro está, para que un pueblo no se subleve demasiado por las condiciones más o menos penosas en que vive para pagar el tren de vida lujosa de sus dirigentes, hay que darle circo. Es mejor pan y circo, pero el circo pesa mucho y les hace ganar más dinero. Y eso es exactamente lo que eran los romances. Con unas leyendas autóctonas aquí, unos ideales amorosos allá, belleza como modelo que idolatrar y por el que suspirar, etc., se entretenía en las noches de frío a los aldeanos en las tabernas, se inspiran sueños de los jóvenes y se distraía la atención de lo que verdaderamente importa. Las penas, ya se sabe, con diversión son menos.

Tras leer estos datos, lo cierto es que da por extrapolar y roerse las uñas hasta el muñón del codo. Porque, sin calidad literaria alguna, y muchísimo menos diversión de la buena, lo que hacen los programas rosas y las revistas del corazón es exactamente lo mismo. Sólo que en el presente clama al cielo muchísimo más que en la Edad Media, proque ahora nosotors, tofos, somos alfabetos y tenemos a nuestro alcance la Cultura de verdad y, con ella, la capacidad de ser críticos con nuestro tiempo y su devenir. O eso me parece a mí. Porque ¿qué son esos horrores televisados en que nos muestran a esos personajes obscenamente ricos al más puro estilo "Los ricos también lloran"? A mi me traen a la cabeza esa manida frase que reza "si me cortan, ¿acaso no sangro?". Es curioso lo fácilmente que empatizamos con los que oprimen en cuanto nos dan una cara facilonamente humana. Y lo bien que nos ocultan la verdad de todos los que padecen necesidades en "bien" de su obscena prosperidad.

Son esas reina Rania de Jordania, que justifican con su belleza los desmanes del lujo de la monarquía; nuestra Leticia, que ilustra el cuento de la cenicienta de nuestro país, y miedo me da saber lo que se gastó el Estado de nuestro dinero en su boda con el principito; la difunta Diana de Gales, tras cuya desvalida imagen se parapetaba una de las principales fortunas del planeta; y así una innumerable corte de bellezas, de uno y otro sexo, de cuentos en papel o celuloide que sirven, no nos llevemos a engaño, a mantener y sostener el orden social de megaricos, ricos, escasos afortunados sin hipotecar su vida, hipotecados y pobres de solemnidad. Una sociedad que nos cuenta el cuento de que podemos llegar a ser lo que seamos, pero que en realidad es una constante carrera de obstáculos a cada cual más infranqueable.

Maquillaje. Eso es todo: una enorme y elaboradísima capa de maquillaje con fines políticos.

Zirbêth

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siempre que veo algo sobre la influencia de la literatura en la antigüedad, me pregunto simepre lo mismo: ¿tanta gente sabía leer?, ¿los libros estaban al alcance de tantos?

3:14 p. m.  
Blogger Eowyn Zirbêth said...

La literatura no es sólo un acto escrito: en la Edad Media, la "literatura popular" era de transmisón oral. De hecho, esta era la que se transmitía en lengua vernácula, dado que el latín era la lengua de la ciencia y la sabiduría, la "lingua franca" mediante la que se comunicaban los diferentes países. La lengua vernácula era la que hablaba el pueblo llano y, sí, la literatura oral llegaba a cada rincón donde la gente, campesinos, mercaderes, etc., se sentaban a descansar junto al fuego, festejaban las fiestas de las cosechas, etc.

3:47 p. m.  

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