VECINOS EXHIBICIONISTAS
En casa siempre tenemos las ventanas abiertas y las cortinas descorridas. Nos gusta la luz, la necesitamos para estudiar. A veces, eso es razón de que se nos cuele más calor de la cuenta, lo cual resulta deplorable a la larga, claro. Otros vecinos tienen la casa cerrada a cal y canto todo el día y sólo la abren por la noche. Persianas bajadas del todo, uno podría llegar apensar que son pisos deshabitados. Pero no, por la noche resucitan, abren de par en par y la vida oculta de vuelve a manifesrae.
Pero hay unos vecinos distintos. Son una panda de chavales jóbenes, no sé cuantos, ni idea. Sus ventanas dan justo frente a donde yo me paso horas sentada, así que no es difícil que levante la vista y me los encuentre. Aunque suelen tener las cortinas echadas, no bajan las persianas. Por la noche, las abren y empieza la juerga. Se las pasan en bañador o calzoncillos (normal, yo misma me paseo en calzoncillos, versión casera megacómoda de los pantalones cortos, pero no diré barata, que no veas como está el mercado). Se pasan a veces horas asomados a las ventanas, viendo pasar a la gente y soltando burradas a las féminas. A veces, les he escuchado insultar y creo que alguna vez nos han gritado, pero como pasamos de ellos, pues no lo hacen demasiado a menudo. Dice M. que cree que fueron ellos los que le mangaron las plantas de maría que tenía en la venana de la cocina, aunque no hay pruebas al respecto. Uno de ellos, al que realmente habría que colgarle la etiqueta de exhibicionista, se asoma de vez en cuando a la ventana, pecho lobo total, y hace una especie de estiramientos apoyándose en los barrotes. Juro que no trato de cotillear, que es que, de verdad, se exponen por propia voluntad.
Lo que hace el aburrimiento.
Zirbêth.
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