sábado, mayo 07, 2005

TANTAS COSAS

Llevo una temporada con pocas ganas de escribir. Más bien, autocensurándome, pese a lo cual acabo siempre despotricando. Magda nos aconseja seguir el sabio consejo de los poetas: el abrazo erótico. Me parece una gran idea, aunque sea difícil para mí eso del abrazo erótico, pues pienso que también tenía su dosis de razón Isabel Allende cuando, en el Plan Infinito, decía: "El sexo es el sonido, el amor es la música". Y, claro, me declaro melómana perdida.

Que sí, que el sexo está muy bien. Pero yo quiero más, no puedo evitarlo. Ya sé, paciencia, bonita, paciencia. Que menos da una piedra. Mmmmm. Pero leer a Meret me ha devuelto a ese estado de añoranza sin el que, sin embargo, ¡admitámoslo!, estoy bien.

Será la añoranza de sentirse muy viva. El dolor es lo que tiene, que te pone en contacto con la vida de manera muy intensa. Y sin embargo, de verdad, este otro estado no está tan mal.

Me siento como cuando, de pequeña, me sumergía y luego me estiraba en posición de caída libre hasta que volvía flotando a la superficie, entre las olas. O hasta que me queda sin aire, claro.

Me siento como un experimento, como si me observase desde fuera. Ver los cambios, los progresos, las vueltas atrás, las subidas y bajadas de esta montaña rusa del desamor, del olvido, del tiempo. Sí, eso es lo único de lo que estoy segura. El tiempo pasa inexorablemente. Condenado. Bienaventurado.

Y mientras, en este confuso estado, me proponen salir de gotiqueo. No sé yo. Odio oler a tabaco. En fin, me voy a estudiar.

Zirbêth.