ALTA TRAICIÓN
La vida se vuelve complicada cuando te acusan de alta traición. Muy complicada.
Me enviaron al campamento kalendoriano en Mecia como parte de un grupo militar que escoltaba a unos recolectores. Llegamos sin contratiempos y el lugar era de lo más agradable, pese a haber sufrido algunos ataques cuya autoría aún no se había esclarecido. Una mañana, salimos a que los recolectores del campamento entrenasen a los recién llegados. Me retrasé un poco y, de repente, me llegaron ruídos de batalla. Corrí hacía ellos, pero al llegar todo mi grupo estaba muerto y sólo los dos recolectores del campamento estaban vivos. Hablaban e intercambiaban dinero con un bárbaro thalesiano. Me enfurecí tanto que perdí completamente el control y los calciné con la mayor bola de fuego que jamás había lanzado. Canalizar tanto poder me dejó inconsciente.
Cuando me despertaron, la pesadilla continuó. Me fueron apalenado sin dejarme hablar en ningún momento, me llevaron a la plaza del campamento y sin juicio me declararon culpable de alta traición. Me quemaron la cara y, justo cuando iban a ajusticiarme, un hombre me salvo la vida. Ese hombre era el Augur de Kalendor.
Desde ese momento, mi vida consistió en tratar de demostrar mi inocencia mientras guardaba mis espaldas de los hombres de mi propio ejército. Muchos pensaban que debería estar muerta. La traición es el mayor de los deshonores. Y los verdaderos traidores pagarán. No lo dudéis, pues ya sabemos quienes sois.
Amae Dabra, maga de Kalendor.
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Zirbêth.
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